Sindicato policial achaca la oleada migratoria al “marketing político” de Sánchez

La Unión Federal de Policía (UFP) ha acusado hoy al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de haber querido dar un “golpe de efecto de marketing político” con la admisión de los buques con subsaharianos que no aceptaba Italia, una situación que ha creado un “enorme efecto llamada sobre España”.

En un comunicado, el sindicato ha criticado que las políticas que quiere llevar a cabo el Gobierno de Sánchez han provocado que “todas las rutas africanas se hayan refundido en una sola hacia la costa de Marruecos con intención de desembarcar en España”.

Así, han cuestionado decisiones como la admisión de los buques procedentes de Libia, Aquarius y Open Arms, el anuncio de la tarjeta sanitaria para todos los inmigrantes ilegales o las declaraciones del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de retirar las concertinas de las vallas de Ceuta y Melilla.

La UFP también ha calificado de “absoluto fracaso” la gestión política de la inmigración de Europa realizada en los últimos veinte años, que ven como un intento de “anestesiar la sociedad” mientras “pagan con fondos europeos” a países africanos para que repriman “policial y militarmente” a miles de subsaharianos.

Una situación sobre la que los policías, añaden, no “pueden hacer nada” a causa de la legislación actual, ya que no pueden abrir expedientes a inmigrantes ilegales con su nombre verdadero una vez que alcanzan suelo español sin su pasaporte o sin su carta de identidad.

Por otro lado, en declaraciones a la COPE, el portavoz del Sindicato Unificado de Policía (SUP), Ramón Cosío, ha asegurado que poner el foco en atender la presión migratoria en el Estrecho también ha resentido la lucha contra el narcotráfico en la zona.

De este modo, Cosío ha denunciado la falta de efectivos y de vehículos policiales adaptados en el Estrecho, lo que, a su juicio, “revive el narcotráfico y les da mayor libertad de movimiento”.

Asimismo, ha recordado que en las fronteras entre Ceuta y Melilla “se vive una situación demencial, con dos policías a un lado para controlar a miles de personas que quieren entrar”.