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Surcoreanos cautivos en el Norte, los grandes olvidados en la cumbre

Surcoreanos cautivos en el Norte, los grandes olvidados en la cumbre

EFE

Goyang (Corea del Sur) —

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Se cree que unos 500 surcoreanos secuestrados por el Norte desde el fin de la guerra permanecen aún retenidos sin perspectivas de retorno. Su devolución no está entre los temas que el viernes se tratarán en la histórica cumbre de las dos Coreas.

La inmensa mayoría fue secuestrada con la clara intención de que sus conocimientos técnicos fueran de utilidad para impulsar el desarrollo de la cada vez más aislada y empobrecida nación estalinista.

Ese parece el caso de Hwang Won, periodista retenido en Corea del Norte desde hace casi 50 años merced a un episodio que dista un tanto de las oscuras y nunca completamente aclaradas tramas de rapto de las que fueron víctimas muchos de sus compatriotas.

Hwang se cuenta entre los 47 pasajeros del vuelo doméstico HL-5208 de Korean Air que en 1969 fue secuestrado por uno de ellos -el agente norteño Cho Chang-hui- y llevado a Corea del Norte, que acabaría devolviendo solo a 39 personas del pasaje.

Pyongyang decidió no retornar a Hwang, junto a otros seis pasajeros (entre los que se cuentan empresarios, ejecutivos o un médico) y a los cuatro miembros de la tripulación, argumentando que todos querían quedarse.

Su hijo, Hwang In-cheol, de 50 años, considera falsa esta afirmación de Pyongyang sobre su padre, del que apenas recuerda nada (tenía 2 años la última vez que lo vio).

Contiene las lágrimas cuando cuenta a Efe que ha logrado saber que fue “puesto a trabajar para medios de propaganda del régimen” pese a sus enérgicas protestas y cómo ha ido obteniendo a cuentagotas información -“toda imposible de verificar”- que apunta a que su progenitor aún seguiría vivo a sus 81 años.

Hwang lleva media vida intentando que el régimen de Pyongyang le devuelva a su padre y a día de hoy enlaza empleos temporales para así dedicarse a fondo a su campaña “Bring my father home” con la que busca atención global, al considerar que este secuestro constituye un delito reconocido por el derecho internacional.

En ese sentido, recuerda que las dos Coreas son firmantes del Convenio de La Haya contra el secuestro de aviones, por lo que, “solo con esa base, ambos gobiernos tienen la obligación de resolver este caso de secuestro aéreo”, argumenta.

Sin embargo, el Gobierno de Seúl decidió enmarcar a partir de 2000 -coincidiendo con la política de acercamiento que deparó las dos primeras cumbres intercoreanas- el caso del vuelo HL-5028 dentro del asunto de las familias separadas por la Guerra de Corea y no como un caso de secuestro.

Esto es lo que Hwang denuncia como “narrativa de la unificación”, algo que, según él, “hace que Seúl evite hacer o decir cosas que enojen a las autoridades norcoreanas” de cara a mantener el acercamiento con el díscolo vecino.

“Creo que es crucial que al menos se revise si las personas secuestradas están vivas o no”, explica por su parte el presidente de la Unión Surcoreana de Familias de Secuestrados, Choi Sung-yong, con respecto a la cumbre que mantienen el viernes el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente del Sur, Moon Jae-in.

Casi 4.000 ciudadanos sureños han sido aprehendidos por las autoridades del Norte desde que en 1953 concluyera el conflicto entre los dos países y, aunque la mayoría fue devuelta, en torno a medio millar, según datos de esta asociación, no fue nunca liberada.

“Aún tengo la esperanza de que puedan sacar el tema porque me parece una cuestión de sinceridad. Si no se discute, entonces no hay sinceridad alguna en esta cumbre”, añade.

Hwang, en cambio, está convencido que ninguno de los “asuntos duros” con respecto a violaciones de derechos humanos norcoreanas serán abordados, tal y como ya anticipó Seúl, incluso aunque la propia asociación de familiares del vuelo de Korean Air y otra treintena de ONG hayan escrito a Moon para pedir justo lo contrario.

“He vivido la primera (en 2000) y la segunda cumbre intercoreanas (2007) y no veo diferencia alguna esta vez”, afirma Hwang, que considera que bajo esa “narrativa de la unificación” Seúl está “cometiendo otro crimen”.

“Corea del Norte es el criminal y Corea del Sur el cómplice en este caso”, asevera.

Su rabia y dolor resultan aún más comprensibles cuando muestra un vídeo visitando a su madre ya anciana, la misma que le sigue preguntando si su marido ha vuelto o la que le dice entre lágrimas que al crecer ha heredado el mismo rostro y gestos de su padre.

Andrés Sánchez Braun

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