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Tachenko y la búsqueda de las canciones perfectas

Tachenko y la búsqueda de las canciones perfectas

EFE

Madrid —

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Después de un largo invierno, la banda aragonesa Tachenko llega esta noche a Madrid para presentar su quinto disco, “El amor y las mayorías” (Limbo Starr 2013), un álbum que puede ser su salto definitivo hacia el gran público.

Razones para llegar a lo más no les faltan. El grupo colecciona melodías brillantes, atesora palabras y las coloca con mimo en canciones con guitarras. Manejan con soltura la receta del pop en castellano y sus fans los adoran.

Sin embargo, Tachenko se mantiene en la mitad de la tabla de la liga musical independiente. ¿Cuál es el misterio de su éxito “solo” entre las minorías?.

“Es evidente que nos gustaría llegar a más gente pero eso no depende de nosotros”, dice Sebas Puente, miembro titular del equipo maño, que se declara acérrimo defensor de las “buenas canciones” frente a otros experimentos conceptuales que pueblan la escena “indie”.

Desde el punto de vista científico hay algunas evidencias que corroboran esta apuesta por la melodía pop perfecta. Para empezar, las influencias: “De los sesenta, Beatles, Small Faces, The Kinks; de los noventa, Teenage Fanclub, Pavement, Super Furry Animals; de aquí, grupos españoles como 091, los primeros Secretos, Radio Futura...”, aclara sin olvidar -atención, puristas- Nacha Pop.

Otra variable que se puede medir es la trayectoria de la banda. Después de 10 años de “Resistencia” -como dice uno de sus temas más populares-, Tachenko puede presentar un puñado de canciones -“Amable”, “El tiempo en los Urales” o “Escapatoria”- que enriquecen la música popular española y que pueden ser tarareadas sin complejos ni descanso.

Hay que tener en cuenta que estos chicos de edad incierta nacen de las cenizas de “El Niño Gusano”, una legendaria banda zaragozana clave para entender la música independiente de los noventa.

Después está el tándem creativo. Sergio Vinadé y Sebas Puente trabajan mano a mano: “Si la canción la hace Sergio, me pasa una melodía con inglés inventado y, sobre eso -dice Sebas- hago la letra. Si la hago yo, voy haciendo la letra conforme surge la melodía. Luego, está el local, allí ponemos la canción en común”.

Queda por analizar el nombre Tackendo. Para los menores de 40 años, hay que explicar que en la década de los ochenta existía un jugador soviético de baloncesto que medía 2,20, respondía al nombre de Vladimir Tkachenko y que era la bestia negra de los jugadores españoles de basket, especialmente del madridista Fernando Romay.

Estos chicos de Zaragoza no solo tomaron el nombre, también incluso la imagen. El característico bigote que maneja el cantante de la banda es un homenaje al ucraniano y, según cuenta Sebas, la banda tiene un disco de Tachenko firmado por el verdadero Vladimir.

Volviendo a los datos estrictamente musicales, su último trabajo contiene doce temas y, por primera vez, algunas letras están salpicadas por “cierto malestar social”.

“Hay -continúa- aspectos de la realidad actual de los que no podemos escapar, hacen que tengamos más los pies en la tierra, las letras son menos marcianas”.

Referencias a “idiotas con traje y reloj”, amores del “no pasarán”, son algunas de las nuevas claves con “frases directas que no tienen vuelta de hoja”, aunque con “ese punto de fuga para que el oyente interprete”, puntualiza Sebas.

Sobre el escenario, esta temporada se apuesta más por un sonido más rockero o psicodélico y con un mayor cuidado en los arreglos. Ello ha llevado a incluir a un teclista como “quinto tachenko” y a ampliar “la variedad estilística”.

Todo parece que se ordena alrededor de la búsqueda de la canción pop perfecta. Natural y a corazón abierto. Como dice su bailongo primer single “Dame una pista”, se trata de vivir “sin práctica, sin táctica, sin truco en el sombrero”. Tomamos nota.

Por Juan Carlos Gomi

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