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The Postal Service recuperan sin nostalgia su indietrónica para el Primavera

The Postal Service recuperan sin nostalgia su indietrónica para el Primavera

EFE

Barcelona —

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Los estadounidenses The Postal Service fueron el paradigma de aquella combinación que trajo el nuevo siglo y a la que se denominó indietrónica, fórmula que diez años después de su último y único disco, “Give up”, han desenvuelto sin nostalgia ante más de 10.000 personas en el festival Primavera Sound.

El dúo formado por Ben Gibbard y Jimmy Tamborello han sido uno de los artistas destacados de la primera de las tres jornadas grandes del Primavera, que hoy ha abierto las puertas a tres días con cerca de 200 actuaciones.

Poco se puede decir de canciones como “The District Sleeps Alone Tonight”, “We Will Become Silhouettes”, “Such Great Heights” o “Brand New Colony”, sólo que son construcciones al que estos diez años de vida han sentado estupendamente y que han sonado frescas en la melancólica voz de Ben Gibbard, junto a otros nuevos temas más marcados por el postrock.

Inspirado en cierto ambiente circense, la puerta principal del Fórum daba la bienvenida un gran cartel luminoso de letras que se mueven arriba y abajo como aquellos reclamos de atracción de feria en los que se incitaba al público a pasar a contemplar a “freaks” y seres deformes.

El Primavera es en realidad un poco ese macrocirco musical de diez pistas, donde este año no falta ni una gran noria de feria que deja ver el inabarcable recinto desde lo alto

Manel, el fenómeno de la música catalana, superventas con su último disco “Atletes, baixin de l'escenari”, han pasado con buena nota su prueba de fuego en el Primavera, que el año pasado recibió algunas críticas por los horarios en que hicieron actuar a las bandas locales.

La formación liderada por Guillem Gisbert ha tenido ubicación y hora de honor: las 20:30 horas en el escenario Ray-Ban.

Aunque objetivamente, este festival no sea quizás su ecosistema (mucho hipster, nacional y extranjero, indies y otras movidas), la banda barcelonesa ha dado un concierto correcto, quizás demasiado pulcro para lo que parecían reclamar las cerca de 3.000 personas que han congregado, y que sólo han parecido desmelenarse sin prejuicios con su hit Teresa Rampell, la última canción en sonar.

Una pequeña parte del público “maneliano”, el más entregado y cercano al escenario, ha aprovechado los brevísimos descansos entre temas para hacer oír sus gritos de independencia, poco secundados por el resto, centrados en lo que habían venido a buscar, música.

La verdad es que los Manel competían a la misma hora con los australianos Tame Impala, uno de los reclamos de esta edición con su psicodelia digital, capaces de atraer a una avalancha de gente al escenario Heineken (aquí todo tiene su correspondiente marca), el más lejano de todos. Eso significa tener mucho tirón.

La banda de Perth, que acaba de perder a su bajo Nick Allbrok, -decidido a seguir por su cuenta ante el agobio del súbito éxito de Tame Impala- tiene disco nuevo, “Lonerism”, en el que Kevin Parker, verdadero artífice del tinglado, apuesta de nuevo por composiciones de capas sonoras superpuestas como ha exhibido esta tarde.

La sesión de tarde, además de la propuesta de estos australianos ha tenido otras resonancias setenteras, como el (post) punk de Savages, unas aguerridas chicas a las que no les importado actuar a media tarde con un sol poco propicio a su estilo, mientras a pocos metros, los neoyorquinos Woods también apostaban por la psicodelia, genero que combinaba muy bien el falsete de voz de su cantante, Jeremy Earl.

Aunque se venga todos los años al festival, hay cosas a las que uno no se llega a acostumbrar. La que peor llevan periodistas y fotógrafos, que han de ir corriendo desde un punto a otro del festival, son las distancias kilométricas que separan los escenarios, travesías con centenares de personas vagando en apariencia sin rumbo, pero con el programa en mano.

Luego está el asunto del descabellado precio de bocadillos y bebidas, algo que se hace duro si uno va a pasar diez horas en el recinto (no hay que olvidar que la entrada diaria vale 80 euros; suma y sigue).

Y otro clásico del Fórum son esos olores que suben de la cercana planta depuradora y que puede restar mucha (o toda) magia a cualquier intento de trascendencia musical. Menos mal que hoy teníamos la oportuna presencia del viento.

Los conciertos continúan esta medianoche con las actuaciones entre otros de Phoenix, Grizzly Bear y ya, muy entrada la madrugada (03:10 horas), de los norteamericanos Animal Collective que hoy mismo avisaban que puede que no hagan sonar sus hits (“My girls” o “Summertime”...) porque les gusta improvisar en directo, aunque eso les cueste un pequeño disgusto a sus fans.

Mañana, día en el que está previsto que actúe Blur, quizás el nombre más llamativo de esta edición del Primavera, junto a otros veteranos como The Jesus and Mary Chanin, se deberá estar pendiente del cielo, ya que las previsiones apuntan lluvia. Habrá que venir preparado.

Sergio Andreu

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