Túnez aplaza de nuevo las elecciones municipales, pendientes desde la revolución de 2011

La Instancia Superior Independiente para las Elecciones (ISIE) aplazó hoy, de nuevo, las primeras elecciones municipales tunecinas desde la caída en 2011 de la dictadura de Zinedin el Abedin Ben Alí, que habían sido convocadas para el 17 de diciembre.

En una declaración pública, la ISIE culpó del aplazamiento a los partidos políticos con representación en el Parlamento, a los que recriminó que no hayan sido capaces de cubrir las vacantes existentes en la instancia desde que el pasado mayo renunciara su presidente, Chafik Sarsar.

La institución, encarga de supervisar y velar por el proceso electoral, alegó, asimismo, falta de consenso entre los actores implicados -algunos partidos políticos se oponían al aplazamiento mientras que otros lo defendían- y su temor ante la posibilidad de que la Administración “no sea neutral”.

En este sentido, la ISIE insistió en la necesidad de que concluya la elaboración del nuevo código de colectividades locales que regirá la nueva dinámica de los ayuntamientos.

La nueva propuesta de la institución es celebrar los comicios el 25 de marzo de 2018, fecha que tampoco ha sido acogida con unanimidad por los partidos.

En declaraciones previas al anuncio, Rachid Ghannouchi, el líder del partido islamista Ennahda, la principal fuerza en el Parlamento, aseguró que su formación no es favorable al retraso, aunque entiende las razones técnicas.

La posibilidad de que los comicios volvieran a aplazarse empezó a cobrar forma en mayo, fecha en el Sarsar anunció su renuncia al frente de la institución, a la que veladamente acusó de apartarse de algunos de los principios de la democracia.

Junto a Sarsar, reputado entre los movimientos de la sociedad civil tunecina, comunicaron su salida la vicepresidenta, Lamia Zargouni, y uno de sus directivos más representativos, Mourad Ben Moula.

En una rueda de prensa, el responsable admitió divergencias “en los métodos de trabajo” e instó al Parlamento a sustituirles a la mayor brevedad posible, recomendación que la Cámara no ha cumplido hasta la fecha.

Las elecciones municipales son el último escalón en el proceso de transición iniciado en Túnez tras el triunfo de la llamada “revolución del Jazmin”, que en 2011 impulsó las denominadas “primaveras árabes”.

El enésimo aplazamiento supone un nuevo golpe al proceso de regeneración política y social de Túnez, en franco retroceso en los últimos dos años, en los que se han perdido parte de los logros cosechados tras la revuelta.

Las municipales deberían servir para renovar la gestión de las ciudades y los pequeños pueblos del país, dirigidos en la actualidad por una suerte de comités especiales de muy diversa composición política.

Esos comités, carentes de legitimidad democrática, no han podido paliar la aparición de fenómenos nuevos, como la construcción anárquica en algunas zonas del país o la falta de limpieza y la acumulación de basuras, así como cortes de agua o electricidad en varias ocasiones.

Además, han sido incapaces de frenar la corrupción, una de las lacras contra la que la población se levantó hace seis años al grito de libertad, derechos y justicia social.

Solo la reimplantación de la ley de emergencia, recuperada en 2015 tras los graves atentados yihadistas que sacudieron el país, ha permitido solucionar otro de los problemas claves, la inseguridad, aunque a cambio de una reducción drástica de algunos derechos humanos y civiles.

El anuncio sobre el aplazamiento se produce apenas unas semanas después de la remodelación del Gobierno, al que han retornado ministros del antiguo régimen, y cinco días después de la aprobación de una polémica ley de amnistía para los funcionarios que se aprovecharon de la corrupción durante la dictadura.