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Unidos Podemos fracasa en el sorpasso a un PSOE que logra el peor resultado histórico en escaños

Una simpatizante de Unidos Podemos, tras conocer los primeros resultados en la plaza del museo Reina Sofia de Madrid.

Andrés Gil

Las encuestas auguraban el sorpasso, pero no se ha producido. Los sondeos, algunos, preveían un empate técnico entre Unidos Podemos y el PP, pero el veredicto ha sido otro muy distinto. La alianza entre Podemos e Izquierda Unida pronosticaba no ya sumar los votos, sino multiplicarlos. El pacto de los botellines auguraba el desborde desde abajo. Y tampoco ha ocurrido.

Eso sí, a pesar de que Unidos Podemos y las confluencias han perdido más de un millón de votos con respecto al 20D, han mantenido los 71 escaños –el PSOE ha sacado el peor dato de su historia, se encuentra ante el dilema de facilitar el Gobierno de Rajoy y ha perdido cinco diputados; y Ciudadanos, ocho– y han mantenido la hegemonía en Catalunya –repiten 12 escaños– y Euskadi –pasan de cinco a seis–, así como el segundo lugar en la Comunidad Valenciana –repiten nueve escaños–, mientras que en Galicia retroceden al tercer lugar –de seis a cinco escaños–.

IU, por su parte, pierde a su diputada por Madrid, Sol Sánchez, pero gana uno por Sevilla, otro por Málaga y otro por Guipúzcoa, además del de Alberto Garzón, los dos catalanes y el gallego de las confluencias que ya tenía el 20D, y otro nuevo gracias a la confluencia valenciana.

Desde el pacto de los botellines, el 9 de mayo, se esperaba que la confluencia produjera un desborde ciudadano similar al que aupó a Manuela Carmena al Ayuntamiento de Madrid. Pero no se ha llegado a producir. Podemos planteó la campaña, –dirigida por Íñigo Errejón– con un perfil bajo, sin un concepto netamente superador con IU y Equo en Unidos Podemos –había diferentes logos, lemas, webs y grafismo–, mirando de reojo unas encuestas que sonreían a Pablo Iglesias, y a las que Iglesias les devolvía su cara más amable, lejos de su imagen más emocional, combativa y arriesgada.

El candidato a la presidencia, Pablo Iglesias, ha intentado durante toda la campaña combatir esa imagen a veces dura que ha llegado a transmitir al electorado con un perfil más contenido. En una entrevista con eldiario.es, Pablo Iglesias decía, en relación a las dudas expresadas por Juan Carlos Monedero sobre esta estrategia: “Conozco a Juan Carlos y a él le gusta otro tipo de juego. Él es como los antiguos equipos de baloncesto europeos que no sabían defender. Monedero es un poco como el Drazen Petrovic que llegó a la NBA que metía muchas canastas pero era un mal defensa. En política, como en el baloncesto, los partidos se ganan en defensa y se pierden en ataque. En política, cuando un equipo puede ganar partidos utilizando tácticas distintas revela un grado de madurez altísimo. Creo que estamos haciendo una campaña perfecta”.

Y Pablo Iglesias no sacó a jugar a Petrovic hasta el penúltimo día, en Jerez de la Frontera, y el cierre de Madrid el viernes pasado. Una estrategia que, quizá, ha tenido algo que ver con que no se haya producido ese desborde que ocurrió con Ahora Madrid y Manuela Carmena, por ejemplo.

En la campaña del 20D, Podemos llegaba disputando el segundo puesto con Ciudadanos y PSOE, según los estudios demoscópicos, pero siempre por detrás del PSOE en el último tramo. Al final, el que quedó más descolgado fue Ciudadanos y la suma de Podemos y las confluencias se quedó a 300.000 votos del PSOE. Tanto Íñigo Errejón como Pablo Iglesias han afirmado que aquella campaña, que se concibió como una “remontada”, se les quedó “corta”: “Si hubiéramos tenido otra semana, habríamos mejorado aún más los resultados”.

Podemos, en cambio, enfocó esta campaña, con Errejón al frente, no en términos de “remontada”, sino en términos “presidencialistas”. Es decir, sin correr grandes riesgos y proyectando la imagen de un Pablo Iglesias como posible inquilino de Moncloa, con su perfil más tranquilo, sonriente, transversal, “socialdemócrata”, “patriótico”: el objetivo era mantener ese importante espacio electoral que le concedían las encuestas, no ahuyentar a votantes más habituados a votar partidos tradicionales como el PP y el PSOE, como pueden ser los mayores de 55 años. Pero ha terminado lejos del resultado esperado por Iglesias, Garzón y los suyos.

Y eso, precisamente, está despertando dudas en la dirección de Podemos. Aquellos más refractarios al acuerdo con IU –muchos de los cuales se reclaman errejonistas–, empiezan a señalar a la alianza con Alberto Garzón como culpable de no haber superado al PSOE. Otros, con Iglesias a la cabeza, descartan ese análisis y apuestan por llevar más allá esa alianza electoral. Y algunos más, como decía Monedero en su blog, de lo que dudan no es del pacto, sino del tipo de campaña diseñada por Errejón para el 26J. Un Errejón que había salido debilitado tras la crisis de Madrid que se zanjó con la dimisión de su mano derecha, Sergio Pascual, como secretario de Organización de Podemos.

El peor resultado en escaños del PSOE

Pedro Sánchez se presentaba aliviado este domingo por la noche porque había resistido el sorpasso de Unidos Podemos y se había mantenido como primer partido de la izquierda. Pero lo cierto es que los 85 escaños representan el número más bajo de representantes socialistas en el Congreso desde la restauración democrática. Además, la distancia con el primero, el PP, se amplía: Rajoy gana 14 escaños, Sánchez pierde cinco y el PSOE se queda a 52 escaños del presidente en funciones.

El PSOE tampoco ha conseguido sacar provecho del acuerdo con Ciudadanos. Aquella investidura fallida que sumaba 130 escaños hoy sumaría 13 escaños menos: los cinco que ha perdido el PSOE y los ocho que ha perdido Ciudadanos. Sánchez ha llegado a las elecciones de la mano de Ciudadanos, y señalando la “pinza del bloqueo” entre PP y Podemos, pero el PP ha ganado 14 escaños y Unidos Podemos ha conservado los 71 que tenía.

El PSOE ha intentado aparecer como un partido capaz de pactar “a izquierda y derecha”, pero que al final sólo pactó a su derecha –con Ciudadanos–, y ha cargado en campaña contra Unidos Podemos, el partido con el que estaba llamado a pactar si quería poder gobernar y a sabiendas de que sus bases, según las encuestas, estaban a favor de un acuerdo con Pablo Iglesias y los suyos. Sin embargo, ahora se verá en el dilema de facilitar un Gobierno de un Rajoy reforzado, lo cual será difícil de explicar a la militancia después de haber dicho en campaña que haría lo contrario.

Y el principal rival interno de Pedro Sánchez, la andaluza Susana Díaz, tampoco ha salido reforzada del 26J: ha perdido dos escaños y ha sido superada por el PP en la comunidad autónoma.

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