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Velázquez, entre lo normal y lo extraordinario

Velázquez, entre lo normal y lo extraordinario

EFE

Santiago de Compostela —

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“Un hombre normal y un pintor extraordinario”, así era Diego Velázquez (1599-1660) según la falsa autobiografía imaginada tres siglos y medio después de su muerte por Francisco Singul y que ha plasmado en su novela “La luz dormida en el espejo. Memorias de Diego Velázquez”.

Singul, escritor, doctor en Historia del Arte y comisario de exposiciones inició este proyecto “personal” para reivindicar lo que significa el Velázquez histórico, la importancia y la extraordinaria belleza de su pintura, así como su trascendencia para la cultura universal.

“Y para un gallego es un orgullo que fuese caballero de la orden de Santiago”, señala el autor en una entrevista con EFE.

La novela, cuenta, adoptó la forma de una falsa autobiografía “casi por descarte”, ya que ese fue el modelo que mejor se adaptaba para narrar la historia.

En cualquier caso, explica que su personaje “se parece al histórico”, dado que está “muy documentado” y defiende que “al igual que los grandes de la historia del arte, Velázquez necesita de lecturas permanentes, porque cada generación debe darle su propia interpretación”.

¿Y qué viene a contar tres siglos y medio después de su muerte?

“Viene a evocar una época importante dentro de la historia de Europa y a reivindicar el ejercicio del creador, del artista, uno de los máximos representantes de la pintura universal, quizá el más importante, y viene a reflexionar sobre el arte y la vida de una persona normal. Era un hombre normal pero un pintor extraordinariamente dotado”, sentencia.

El personaje de Singul lleva una vida sin sobresaltos, “sin misterios ni peripecias”, a pesar de que su posición privilegiada en la Corte de Felipe IV le permitió ser testigo de la España del siglo XVII.

Sin embargo, este Velázquez que trata de dejar lecciones para el futuro y que escribe como consuelo del alma antes de que se apague la luz que hay dormida en el espejo, no está muy interesado por las cuestiones políticas, sino más bien en mejorar.

“Eso no impide que las vea de cerca y que conviva con ellas. Él ve el ascenso, el apogeo y la caída del conde duque de Olivares y lo sobrevive”, destaca Singul, que ve a Velázquez un personaje “melancólico”.

“Es un ambiente que impregna toda la Corte, él se ve en el centro de un mundo, de un imperio, que se está desmoronando. Vive al lado del rey, del conde duque, y es consciente de que el edificio monumental se está desmoronando”, aunque no todavía de un modo terminal, aclara.

A Diego Velázquez, que tomó el apellido de su madre, lo cambia “profundamente” su primer viaje a Italia, “un viaje de estudios”, y en cambio, cuando vuelve al país mediterráneo en 1649 en una comisión real, “ya no tiene nada que aprender: va a enseñar”.

En su primer viaje a Italia “aprendió muchísimo, tras estudiar a Tiziano”, sobre todo, y además entra en contacto con buena bibliografía.

Y es que según cuenta Singul, el pintor sevillano tenía una librería de científico, estaba interesado por la perspectiva, la geometría, las matemáticas... “parecía más la biblioteca de un científico que de un pintor”.

El personaje histórico y el de la novela era también “un perseguidor y un conseguidor”, “obsesionado con mejorar” y con muchas ambiciones personales, sobre todo económicas, porque el rey pagaba, “pero tarde”, y él quería lo mejor para su familia.

“Y reconocimiento -añade- porque era consciente de su maestría. Tenía orgullo y se creía merecedor de honores”.

Quizá fue por “orgullo” o por “capricho” que se permitió autorretratarse junto a una parte de la familia real en “Las Meninas”, pero no para su reconocimiento, porque el cuadro no estaba pensado para su exhibición masiva.

“Era un regalo muy personal para el rey, para su despacho de verano, un regalo muy exclusivo y eso hay que tenerlo en cuenta. Porque hay retratos oficiales, otros hechos para grandes salones, obras que se pintan para capillas, oratorios... pero este es un regalo para el rey, y para sus íntimos”.

“La luz dormida en el espejo. Memorias de Diego Velázquez”, editorial Alvarellos, se presentó la pasada semana en la feria del libro de Santiago, y a finales de este mes el autor lo hará en Madrid y en junio en Sevilla.

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