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Abascal encara el 10N con ambición aupado por la crisis en Cataluña

El secretario general de Vox, Santiago Abascal.

EFE

Madrid —

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El líder de Vox, Santiago Abascal, encara las elecciones del 10 de noviembre con la ambición de quien está convencido de estar llamado a protagonizar gestas incontestables, tras una precampaña en la que ha ido de menos a más aupado por la crisis en Cataluña y quizás también por la exhumación de Franco.

Abascal inició hace un mes la carrera hacia los comicios con el reto de mantener los resultados del 28 de abril. Misión endiablada parecía entonces consolidar los 24 diputados y el 10,2 por ciento del voto. Hoy la mayoría de las encuestas aseguran que no solo afianzará sus apoyos, sino que los incrementará considerablemente.

Una tendencia al alza que le llevaría a reunir hasta 40 escaños, según las más optimistas, y le situaría como líder de la tercera fuerza política del país, por delante de Pablo Iglesias y Albert Rivera y solo superado por Pedro Sánchez y Pablo Casado.

Aunque encuesta tras encuesta se ha apresurado a decir que recela de los vaticinios, inmediatamente después no se ha resistido a hacer valer la predicciones demoscópicas y resaltar que van a más.

Lo demuestran también, ha destacado, sus mítines multitudinarios, en lo que ha vuelto a colgar el cartel de no hay billetes, y la subida de la afiliación, que alcanza las 52.000 personas.

Los buenos augurios solo se han visto empañados por el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que Abascal desdeña y que mantiene a Vox como quinto partido con un porcentaje de votos del 7,9 y entre 14 y 21 parlamentarios.

“No somos muy del CIS, somos más del Cid. A nosotros nos gustan las reconquistas”, ha respondido, confiado en remontar esos datos obtenidos antes de conocerse la sentencia del 'procés' y la salida de Franco del Valle de los Caídos, dos acontecimientos que su partido ha aprovechado para tratar de situarse como el único capaz de hacer frente a independentistas y socialistas.

Tras la pretendida normalización transmitida en sus primeros meses en el Congreso, Abascal ha vuelto a la épica que tantos réditos le ha dado y a postularse como el único que se atreve a decir la verdad.

Cataluña sufre una “emergencia nacional”: hay un golpe de Estado permanente, denuncia, y clama por la declaración del estado de excepción para restablecer el orden público, la suspensión de la autonomía y la detención y puesta a disposición judicial de su presidente “golpista”, Quim Torra.

Propugna así que solo Vox puede hacer frente al “desafío a la unidad nacional”. Los demás no.

Argumenta que la “emergencia electoral” de Pedro Sánchez es “profanadora”, porque “lo importante para él” ha sido “sacar a un muerto de su tumba”. “Es un ”carroñero“, ha dicho del presidente del Gobierno en funciones.

También le ha acusado de formar un “tricentito” con Casado y Rivera. A Iglesias casi ni le menciona y de Íñigo Errejón dice que ha creado un partido al servicio de Sánchez.

Abascal ha pretendido de este modo distanciarse de los partidos a los que ha respaldado en comunidades y ayuntamientos para formar gobierno y, al mismo tiempo, erigirse como rival en exclusiva de Sánchez, situarse en un mismo nivel alejado del resto y basar las elecciones en una contienda PSOE-Vox.

Una intención que ya dejó entrever el 6 de octubre en el mitin de Vistalegre, con el que abrió la precampaña y en el que sorprendió acusando al PSOE de tener una “historia criminal”.

Fue su gran apuesta, a la que se ha sumado después los disturbios en Cataluña y el traslado de los restos del dictador, en el que Abascal ve un propósito último de “deslegitimar” la Transición y hasta la monarquía.

Y junto a ello, sus 'hits' de campaña anteriores: la lucha contra la inmigración ilegal con la construcción de un muro “infranqueable” en las fronteras de Ceuta y Melilla, la recuperación de competencias cedidas a las comunidades autónomas y la batalla contra la “dictadura progre” que frena la libertad de pensamiento y opinión.

Mensajes repetidos en los mítines de Abascal, pero también de su 'número dos', Ortega Smith, y del portavoz en el Congreso, Iván Espinosa, que llevan agendas separadas para que lleguen a más sitios y que consiguen multiplicar a través de perfiles afines que crean un efecto “bola de nieve” en las redes sociales.

“Sin complejos ni miedo a nada ni nadie”, como le gusta repetir al presidente de Vox, convencido de su capacidad de crecimiento y de estar en un buen momento.

Belén Gil Orantos

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