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El agua, el gran reto para la vida y el retorno de los desplazados de Mosul

El agua, el gran reto para la vida y el retorno de los desplazados de Mosul

EFE

Campamento de Hamam Alil (Irak) —

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Cuando se iba replegando ante al avance de las fuerzas iraquíes, el EI aplicó una táctica de tierra quemada, incluido el sabotaje de las plantas de agua. Su rehabilitación es ahora clave para la vida de los más de 320.000 desplazados de los campamentos y el regreso a sus hogares.

“Después de la liberación de Mosul y de los pueblos de alrededor, uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos es la falta de agua. Casi todas las plantas estaban destruidas o habían sido saqueadas”, asegura a Efe, junto a una instalación de tratamiento de agua de emergencia, el responsable en Irak de la ONG Oxfam, Andrés González.

González cuenta que los centros que están a lo largo del río Tigris han sido saqueados: “El EI se llevó los generadores, se llevó las bombas, todos los tubos, el cobre que había...”.

Sin embargo, puntualiza que su rehabilitación es más fácil que la de las plantas de bombeo y tratamiento que hay dentro de Mosul porque “han sido bombardeadas y el nivel de destrucción es muy alto” y, además, “están llenas de minas antipersona y explosivos”.

Por su parte, la ingeniera Laurence Hamai explica a Efe que Oxfam ha reparado 20 de esas estaciones de bombeo y potabilización, además de haber establecido varias otras de emergencia, como en la que han hecho un alto en el camino en su viaje al campamento de desplazados de Hamam Alil, situado a unos 20 de kilómetros de Mosul.

El agua que bombean del Tigris desde esta instalación es transportada en camiones cisterna a Mosul, los campamentos de la zona y una clínica de la ONG Médicos Sin Fronteras.

Tiene una capacidad de 800 metros cúbicos, lo que significa, según Hamai, poder abastecer de agua diariamente a 80.000 personas.

Pero González advierte de que “no es suficiente”: con temperaturas “de hasta 50 grados, el consumo de agua ha aumentado completamente. Hay 320.00 personas en los campos que necesitan agua, gente que quiere regresar a la ciudad de Mosul. El agua es una de las prioridades” en este momento.

Cuando se abre un grifo en el campamento de desplazados de Hamam Alil, los niños se abalanzan a mojarse la cabeza, o a empaparse la gorra para aliviarse del calor tórrido del mediodía.

En este enorme campamento, el agua, gestionada por Oxfam, se deposita en dos tipos de tanques de agua, uno de agua para las tareas domésticas y otro para la potable, que se abre dos veces al día, entre las siete y las doce de la mañana, y entre las cuatro y las seis de la tarde, explican los trabajadores del campo.

Un total de 22.000 personas se abastecen de 291 depósitos llenos con agua no apta para beber y de otros 70 de agua potable, cuenta a Efe el ingeniero en sanidad pública Ismail Kamil, que subraya que al día proveen 40 litros de agua por persona.

Los desplazados, como Mohamed Yasem, de 45 años y padre de ocho hijos, no echan en falta más agua, pero sí comida y una mejor atención en el centro sanitario del complejo humanitario.

Obrero y originario de Sinyar, lleva en Hamam Alil desde el 12 de marzo y aunque agradece las ayudas prestadas por las ONG, se queja de que “son pocas”.

“En cuanto a las ayudas y los productos alimenticios llegan una vez al mes, solamente, y la gente tiene que comprar las cosas de su bolsillo, incluso el hospital no trabaja bien”, declara.

Otros desplazados se acercan a los trabajadores de la ONG para decirles que no tienen trabajo ni nada que hacer, y algunos que no pueden volver a sus hogares porque son árabes y sus pueblos están en zonas controladas por las fuerzas kurdas “peshmerga” que nos les dejan regresar.

Según la ONU, se necesitan 1.410 millones de dólares para cubrir las necesidades humanitarias y de estabilización en Irak a corto y medio plazo.

De esa cifra, 560 millones de dólares para afrontar la crisis humanitaria en todo el país y 850 millones más para iniciativas de estabilización para apoyar el regreso de los tres millones de iraquíes a sus hogares tanto en Mosul y la llanura de Nínive, como en las provincias de Saladino, Al Anbar y Diyala. Jorge Fuentelsaz

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