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La alianza entre Orbán y un poderosos magnate estalla en una “guerra total”

La alianza entre Orbán y un poderosos magnate estalla en una "guerra total"

EFE

Budapest —

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Los 25 años de amistad y de alianza entre el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y el magnate Lajos Simicska han degenerado en una lucha de poder entre dos de las personas más poderosas del país que saca a la luz los oscuros vínculos entre política y economía en Hungría.

Simicska, dueño de diarios y emisoras de radio y televisión acaba de declarar una “guerra mediática total” contra su antiguo amigo y su Ejecutivo.

El “casus belli” ha sido la extensión la semana pasada del impuesto que carga los ingresos publicitarios de los medios a aquellos propiedad de Simicska, que en un principio habían quedado exentos debido a que su facturación estaba por debajo del mínimo.

Al tiempo que aplicaba el impuesto a más medios, Budapest reducía su importe (desde el máximo original del 50 %), una decisión que beneficia principalmente a la filial húngara del canal alemán RTL.

Los analistas ven en esta operación un doble objetivo: apaciguar a la emisora, que había sido muy crítica con Orbán, y dañar el bolsillo de Simicska.

El anuncio del Gobierno sacó de sus casillas a Simicska, quien llegó a llamar “cabrón” a Orbán en declaraciones al portal informativo “hir24” y ha prometiendo que limpiará a sus medios de “todos los orbanistas”.

De momento, los directores de un diario, una emisora de radio y una cadena de televisión propiedad del empresario, han anunciado su dimisión “por motivos de conciencia”, ya que no quieren criticar al Gobierno de Orbán.

En su ataque de ira, el empresario ha llegado a decir que en esta guerra con Orbán caerá uno de los dos he incluso ha especulado con que su vida esté en peligro.

La polémica con el impuesto ha sido sólo la gota que ha colmado el vaso de una enemistad que empezó a fraguarse hace un año, cuando Orbán comenzó a maniobrar contra los intereses de Simicska al entender que su poder económico había llegado a ser una amenaza.

Orbán y Simicska han sido amigos desde antes de la transición política.

Juntos militaron contra la dictadura comunista y juntos colaboraron en el nacimiento y crecimiento del Fidesz, la Alianza de Jóvenes Demócratas, que hoy preside Orbán y que tiene la mayoría absoluta en el Parlamento de Budapest desde 2012.

Simicska facilitaba fondos al partido con sus negocios en los años de las oscuras privatizaciones de empresas estatales y cuando Orbán llegó al poder por primera vez, en 1998, colocó a su amigo como jefe de la Oficina Nacional de Impuestos.

Bajo los Gobiernos de Orbán sus empresas se han beneficiado de los concursos para obras de infraestructuras financiadas por la Unión Europea, convirtiéndose en uno de los hombres más ricos del país, aunque no hay datos fiables sobre su fortuna.

La relación entre el político y el empresario empezó a enfriarse tras la reelección de Orbán el pasado año. Los hombres de Simicska perdieron sus cargos en los Ministerios y sus empresas dejaron de ganar concursos públicos.

La prensa local recuerda que Simicska ha criticado con “rabia” el progresivo acercamiento de Orbán hacia Moscú, que se ha materializado en acuerdos como la construcción de dos reactores nucleares, con un préstamo ruso de 10.000 millones de euros, un proyecto en el que no ha entrado las compañías del empresario.

Simicska ha justificado su antipatía con otros argumentos: que en su juventud la Unión Soviética aún estaba muy presente en Hungría y que los manejos de Rusia le traen “malos recuerdos”.

Está previsto que el presidente ruso, Vladimír Putin, se encuentre el 27 de febrero en Budapest con Orbán, uno de los pocos líderes europeos que ha criticado las sanciones de Bruselas contra Moscú por el conflicto con Ucrania.

El director del Instituto Political Capital, Péter Krekó, considera que este conflicto será una “guerra relámpago” en la que Orbán superará a Simicska.

“Orbán tiene una estrategia, mientras que Simicska es mucho menos prudente”, explica este analista a Efe.

Pese a que Simicska sabe todo sobre el Fidesz, pues fue uno de los hombres de confianza de Orbán durante tres décadas, incluso si el inversor tirara de la manta para exponer prácticas corruptas del partido, esas revelaciones podrían afectar negativamente a ambas partes, añadió el analista.

De todas formas el Gobierno de Orbán se arriesga a perder el apoyo de tres importantes medios de comunicación que hasta ahora apoyaban sus políticas.

“Orbán también tiene algo que perder”, aseguró Krekó en este sentido, recordando que ya pocos ciudadanos confían en los medios públicos, que “apoyan de una forma vehemente” al primer ministro.

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