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Las antigüedades de Mosul, el largo camino para devolverlas a la vida

Las antigüedades de Mosul, el largo camino para devolverlas a la vida

EFE

Mosul (Irak) —

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Borrar la historia con explosivos, fue el principal empeño de los yihadistas en la ciudad iraquí de Mosul, cuyo patrimonio se remonta al siglo VII a. C.. Desde sus cenizas, comienza ahora un largo camino para devolverlo a la vida.

Uno de los pasos en este recorrido, lo ha comenzado a dar la ONG especializada en la protección y conservación de monumentos Gilgamesh, nombre adoptado en referencia al héroe legendario de la mitología sumeria de Irak, y a su epopeya en busca de la gloria y la inmortalidad.

Su trabajo consiste es valorar los daños causados por los terroristas del Estado islámico (EI) en las antigüedades y enviar la evaluación al Gobierno para que este tome las medidas necesarias para protegerlos.

Uno de esos sitios es la muralla de la ciudad asiria de Nínive (VII a. C.), con sus 14 kilómetros de largo, que se extienden en su mayoría por la falda de la colina que rodea el este de Mosul, y que los extremistas horadaron por distintas partes cuando se hicieron con el control de la urbe hace tres años.

Cinco de sus puertas fueron reducidas a pedazos tras ser voladas con explosivos y solo la puerta Shamash (Sol) ha sobrevivido y sigue en pie, levantada en la carretera que une Mosul con Erbil. Otros 15 accesos se salvaron gracias únicamente a que siguen enterrados.

La mezquita del profeta Jonás, conocida también como el templo de Tel al Tuba (Colina de Arrepintiendo) sufrió la sinrazón del EI que reventó y filmó su detonación en 2014.

Levantada sobre la colina que le da nombre, fue fundada durante el imperio Asirio, antes de convertirse en un templo de adoración al fuego en el Imperio Sasánida, en un monasterio, con la llegada del cristianismo a Irak.

Y, finalmente, también fue objeto de destrozo una mezquita sufí, de creencias místicas y ascéticas, que los yihadistas de EI consideran heréticas.

En el lugar que conduce a este templo arruinado, desde donde se divisa casi todo Mosul, el vicepresidente de la ONG Gilgamesh, Faisal Yabr, cuenta a Efe como “Dáesh” (acrónimo árabe del Estado Islámico) se embarcó en “una operación de borrado de la memoria y de imposición de una nueva realidad”.

La barbarie del EI es manifiesta tanto en el este de Mosul, donde está ubicada la muralla de Nínive y otros templos asirios y mezquitas históricas, como en el oeste de la urbe, donde el grupo terrorista hizo saltar por los aires la vieja mezquita de Al Nuri y su simbólico minarete Al Hadba, “el jorobado”.

Este geólogo obsesionado por las antigüedades, fundó su ONG el año pasado para tasar los daños, así como para realizar las primeras intervenciones de urgencia para detener el deterioro, como está haciendo actualmente en el santuario del profeta Jonás.

Gilgamesh ha presentado un informe sobre la situación de las antigüedades de la urbe a la Unesco, que está coordinándose con el Gobierno iraquí y otras organizaciones internacional, con el objetivo de lanzar un plan para la hercúlea reconstrucción de la ciudad.

No solo la ONG Gilgamesh se prepara para la difícil prueba de devolver la vida a las antigüedades de Mosul; en el Instituto Iraquí para la Conservación de las Antigüedades y el Patrimonio, ubicado en Erbil, el arqueólogo Musaab Yasem, ha participado esta semana en un taller ofrecido por expertos estadounidenses para aprender a recomponer el puzzle de destrucción dejado por el EI.

Con 37 años, Yasem, que además es el jefe del Comité para Evaluar los Daños en sitios Arqueológicos de Nínive, fundado por el Gobierno iraquí el pasado mayo, detalla a Efe que en los próximos meses van a empezar a restaurar las antigüedades arruinadas por el EI empezando por la histórica Nimrud, situada al sur de Mosul, para pasar luego a las antigüedades de la urbe y concluir con el casco antiguo.

Yasem calcula que el nivel de destrucción de las antigüedades de Mosul alcanza el 80 % mientras que llega al 90 % en Nimrud, porque la organización terrorista, explica, llevó a cabo un trabajo metódico, “cruel y brutal”.

Yabr, por su parte, también se lamenta de que los días anteriores a la entrada de “Dáesh” en Mosul, la ciudad era un crisol multiétnico, con diferentes religiones y culturas, que el EI convirtió en un territorio de un “solo color: el negro” de su bandera.

Estos estragos tenían como blanco la identidad iraquí, recalca Yabr, que asegura que “Dáesh” estaba convencido de que su supervivencia dependía de la eliminación de todo rastro de la historia.

“Lo único que nos puede unir son nuestras antigüedades y nuestro patrimonio (...). Tenemos que recuperar nuestra identidad o seguiremos desgarrados”, concluye.

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