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Las bandas juveniles se estancan en Cataluña con 2.500 pandilleros

Los Mossos avisan que la manera segura de abandonar una banda es ir a Policía

EFE

Barcelona —

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Las bandas juveniles violentas de raíz latina se han estancado e incluso han perdido efectivos en Cataluña, donde cuentan con unos 2.500 miembros, aunque los Mossos d'Esquadra no bajan la guardia porque algunos grupos se profesionalizan en el crimen organizado a medida que los pandilleros se hacen mayores.

En una entrevista con Efe, el jefe del Área Central de Personas de los Mossos d'Esquadra, el inspector Jordi Domènech, ha destacado que, aunque la expansión y violencia con la que actúan estos grupos en Cataluña no se corresponde con la de sus países de origen, la policía catalana las somete a control para que la situación, que actualmente no genera alarma policial, no vaya a más.

En Cataluña hay actualmente unos 2.500 pandilleros, de los que alrededor de 1.600 están enrolados en las dos bandas más importantes y conocidas, los Latin King y los Ñetas, mientras que los demás se reparten entre otra media docena de pandillas, según los datos que baraja la Unidad Central de Grupos Juveniles Organizados y Violentos.

La cifra de 2.500 pandilleros es sensiblemente inferior a la de 3.500 que los Mossos barajaban en 2011, aunque este descenso no se explica sólo por las bajas, sino porque se ha llevado a cabo un filtraje estadístico del censo más preciso, a raíz de la creación de la nueva Unidad Central, para evitar duplicidades.

En cualquier caso, Domènech ha destacado que en los últimos años se ha notado un estancamiento e incluso un descenso de pandilleros porque cada vez llegan menos inmigrantes de origen suramericano -aunque no todos los pandilleros son suramericanos-, por las campañas de prevención en los institutos y por la represión policial y judicial para desarticular a los grupos violentos.

Según Domènech, los Latin King y los Ñetas son los grupos que generan más sensación de inseguridad ciudadana, porque sus pandilleros son los que ocupan más espacio público, los que se ven involucrados en más peleas y los que protagonizan el mayor número de agresiones y homicidios, aunque en general no incurren en conductas de criminalidad organizada y se limitan al pequeño delito, como los hurtos o el menudeo.

Por contra, las otras bandas, pese a que tienen menos efectivos y no generan tanta alarma social porque son menos visibles, están empezando a profesionalizarse con el crimen organizado, a través de actuaciones lucrativas como el tráfico de drogas y la extorsión.

En este segundo bloque, los investigadores han observado, según el inspector Domènech, que a medida que pasan los años no van renovando a su personal captando a jóvenes, por lo que cuando los pandilleros se hacen mayores, en vez de abandonar, siguen en el grupo para lucrarse con el crimen organizado.

La profesionalización cada vez mayor de estos grupos es lo que ha llevado a algunos de sus líderes a transmitir instrucciones a los pandilleros para que renuncien a cualquier acto de violencia que les dé visibilidad, como las peleas, para centrarse así, con mayor discreción, en la comisión de delitos lucrativos.

Según Domènech, uno de los motivos que explica esta mutación de las bandas es que debido a la crisis económica los pandilleros no encuentran una salida laboral y, cuando se convierten en adultos, se dedican a cometer delitos más graves y más lucrativos que el pequeño hurto y el pequeño tráfico de drogas habituales en los pandilleros de menor edad.

Los Mossos d'Esquadra aplican la “tolerancia cero” contra las bandas violentas, según Domènech, por lo que, además de aplicar medidas de prevención, también han pasado a la ofensiva, con frecuentes identificaciones de pandilleros -especialmente para incautarles armas blancas- y con una mayor presencia policial en las plazas en las que se sienten fuertes, para evitar peleas.

Según las estadísticas policiales, durante los últimos años los homicidios vinculados a las bandas juveniles han supuesto alrededor del 8% de los crímenes anuales cometidos en Cataluña -que de media son unos setenta-, aunque por ejemplo el pasado año sólo hubo tres casos.

En concreto, se trata del de un menor que murió en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) al ser apuñalado en una pelea entre bandas rivales; el de un joven que fue agredido mortalmente en una pelea en una discoteca de Cornellà y el de un joven que murió en Barcelona por las lesiones provocadas por miembros de su propia banda, como castigo ordenado por el líder.

Además, durante 2012 se ha constatado una disminución de los episodios violentos protagonizados por las bandas, especialmente en los periodos en los que están más activas -en verano y en Navidad, cuando no hay clases-, pese a que sigue habiendo una media de una pelea cada quince días.

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