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El bombardero “Memphis Belle” celebra en público 75 años de su última misión

El bombardero "Memphis Belle" celebra en público 75 años de su última misión

EFE

Chicago (EE.UU.) —

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Uno de los símbolos de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, el bombardero B-17 “Memphis Belle”, totalmente restaurado y del que hoy se cumplen 75 años de su última misión, vuelve a prestar servicios, esta vez como atracción del Museo Nacional de la Fuerza Aérea en Ohio.

En la ceremonia de inauguración de la muestra interactiva, montada alrededor de uno de los aviones más celebrados y que sobrevivió a 25 misiones de combate sobre la Alemania nazi, Francia y Bélgica, hubo demostraciones de vuelo de otros B-17, conocidos como “fortalezas volantes”.

También de seis P-51 Mustang, cazabombarderos de largo alcance que fueron vitales en la guerra y que este último miércoles y hoy sobrevolaron la zona, a pesar del mal tiempo.

“Estamos en presencia de un tesoro nacional”, declaró Jeff Duford, curador del museo, el mayor de su tipo en el mundo, ubicado cerca de la ciudad de Dayton.

En su opinión, la muestra del “Memphis Belle” (La Bella de Memphis) tendrá el mismo significado para el público que la bandera izada por la infantería de marina en el Monte Iwo Jima, o que los restos del acorazado USS Arizona, hundido por los japoneses en el ataque a Pearl Harbor, Hawai, el 7 de diciembre de 1941.

“Una verdadera leyenda que representa a los Estados Unidos y a nuestro espíritu”, expresó Duford en un comunicado.

En el Museo de la Fuerza Aérea se destacan otras reliquias, como uno de los prototipos del aparato que pilotaron los hermanos Orville y Wilbur Wright, pioneros de la aviación mundial, o el avión presidencial de John F. Kennedy.

Fueron necesarios varios años de restauración, porque el “Memphis Belle” sobrevivió a múltiples impactos en su fuselaje y motores durante las misiones de bombardeo, pero el peor daño lo sufrió en tierra durante tiempos de paz.

En 1946, mientras estaba estacionado en la base de Altus, Oklahoma, junto a cientos de aviones militares fuera de uso que aguardaban el desguace para ser vendidos como chatarra, fue despojado por vándalos de los asientos de los pilotos, del navegador, los controles y la radio.

En esas condiciones fue adquirido por el alcalde de Memphis, Walter Chandler, alertado por un artículo de prensa sobre las condiciones en que se encontraba el avión, bautizado por su piloto Robert Morgan en homenaje a su novia Margaret Polk, que vivía en la mencionada ciudad de Tennessee.

La intención original era restaurarlo, pero pasaron 60 años sin que la obra fuera emprendida, por falta de fondos, hasta que la Fuerza Aérea decidió hacerse cargo.

Conseguir las partes se hizo muy difícil, relató Duford, porque aunque las empresas Boeing, Lockheed-Vega y Douglas construyeron 13.700 bombarderos de ese tipo, solamente hay unas 100 estructuras todavía en pie.

Algunas piezas fueron fabricadas. Los motores fueron tomados de otros modelos y las torretas que albergaban las ametralladoras de defensa, reconstruidas.

Solamente para reproducir el color original fueron necesarias 25 pruebas de tono.

Duford destacó que los detalles logrados en la reconstrucción son “increíbles”, desde el cableado interior, que en la época era cubierto de tela, a las canastas de madera donde se almacenaban las botellas de oxígeno que usaba la tripulación para volar en una cabina no presurizada.

Las 25 misiones de bombardeo del “Memphis Belle” fueron realizadas durante seis meses desde bases aéreas de Inglaterra, entre 1942 y 1943 y contra fábricas y amarraderos de submarinos, mayormente alemanes.

Su tripulación completó el tiempo de combate requerido el 19 de mayo de 1943 y, antes de regresar a Estados Unidos, fue homenajeada por la casa real de Inglaterra.

En su país, el “Memphis Belle” participó en una gira de promoción y venta de bonos de guerra, incluyendo una parada en la base aérea de Ohio, donde ahora reside de forma permanente.

Su historia fue llevada al cine, primero en un documental realizado en 1944 por William Wyler, “Memphis Belle: A Story of a Flying Fortressy”, y luego en un largometraje de 1990 titulado igual que el aparato y bajo de la dirección de Michael Caton-Jones.

El documentalista Wyler, que fue incorporado a la Fuerza Aérea para realizar su trabajo, acompañó con su equipo varias misiones de bombardeo sobre la Europa ocupada por los nazis. En uno de sus vuelos murió uno de sus camarógrafos.

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