Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La izquierda busca reconstruirse ante el nuevo ciclo político
El PP de Ayuso bloquea la investigación de los negocios de su pareja
Opinión - 'Un español cuenta algo muy sorprendente', por Isaac Rosa
Noticia de agencia

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.

El búnker de Europa: guía práctica para entender una cumbre de la UE

El búnker de Europa: guía práctica para entender una cumbre de la UE

EFE

Bruselas —

0

El diccionario de la Real Academia Española acepta tres definiciones para “búnker”. El vocablo, de origen alemán, puede referirse a un “fortín”; a un “refugio, por lo general subterráneo, para protegerse de bombardeos”; o a un “grupo resistente a cualquier cambio político”.

Cualquiera de esas descripciones puede asimilarse, sin demasiadas acrobacias cognitivas, a la sala en la que periódicamente se reúnen los líderes de la Unión Europea (UE) en lo que formalmente se denomina Consejo Europeo, y cuyo actual presidente -y moderador- es el ex primer ministro de Polonia Donald Tusk.

Para evitar confusiones recurrentes, conviene primero diferenciar entre el Consejo de la UE (reunión de ministros de una cartera de los 28 Estados miembros), Consejo Europeo (reunión de líderes de la UE) y Consejo de Europa (organización internacional con sede en la localidad francesa de Estrasburgo en la que participan 47 Estados y que se dedica a fomentar el Estado de derecho).

El Consejo Europeo en cuestión se convoca en Bruselas al menos cuatro veces al año, aunque son frecuentes las reuniones extraordinarias, a las que se suelen sumar otras dos cumbres informales, una por semestre en el país que en ese momento ejerza la presidencia rotatoria del Consejo, que actualmente le corresponde a Rumanía y, desde el 1 de julio, a Finlandia.

En total, unas 8 cumbres de media al año con un impacto presupuestario de unos 900.000 euros por cita para el Consejo, que reúne en cada cita a unas 6.000 personas (2.000 funcionarios del Consejo, 1.500 periodistas, 600 asistentes de las delegaciones de los Estados miembros, 1.000 empleados de seguridad, equipo médico, cocinas y conductores, más efectivos de la policía belga).

.- ¿PARA QUÉ SIRVE?

En el Consejo Europeo, al que se suele aludir también como “cumbre europea”, se acuerdan las grandes orientaciones políticas de la UE, que después se transformarán en legislación, generalmente a través de los procesos de “codecisión” entre el Consejo de la UE (los países), la Comisión Europea (poder ejecutivo) y el Parlamento Europeo (elegido por los ciudadanos).

Allí es donde en los últimos años se ha marcado el camino a seguir en el rescate financiero a Grecia o en lo relativo a la estrategia de la UE ante la salida del Reino Unido del club comunitario (“brexit”), por ejemplo.

Antes de llegar a esas negociaciones de altísimo nivel, las posiciones de los países y los textos que debaten los líderes se van masticando y puliendo en reuniones previas de embajadores de los Estados miembros (COREPER, en jerga comunitaria), de ministros de los países o de negociadores gubernamentales de primera línea, los llamados “sherpas”.

Y tras las “conclusiones” adoptadas por los líderes, esos asesores y grupos de trabajo siguen reuniéndose durante meses o incluso años, para cerrar los textos que engrosarán el acervo legal comunitario, de forma que el Consejo alberga cada año unas 4.000 reuniones de líderes, ministros o grupos de trabajo.

.- EL EDIFICIO

El Consejo Europeo tiene lugar en un inmueble acristalado de 70.646 m2 con un óvalo en su interior, que es obra del arquitecto belga Philippe Samyn y se llama Edificio Europa, aunque popularmente se conoce como “el huevo” y recuerda al óleo del pintor surrealista belga René Magritte titulado “Las afinidades electivas”.

“No queríamos hacer un huevo, pero necesitábamos salas de diferente tamaño”, explica a Efe un responsable del Consejo, que señala que la base del edificio tenía que ser estrecha porque en el subsuelo se encuentra el túnel del tren de la estación de Schuman.

Estrenado por los líderes en marzo de 2017, ese inmueble de 321 millones de euros reposa parcialmente en el Résidence Palace, un apartahotel de estilo “art déco” inaugurado en 1927 que los nazis ocuparon durante la Segunda Guerra Mundial y que actualmente alberga las oficinas de parte de los medios de comunicación acreditados ante la UE.

.- LITURGIA

Más allá del complejo sistema de equilibrios en la toma de decisiones en la UE, el Consejo Europeo es la gran puesta en escena simbólica de la política comunitaria y, como tal, tiene su propia liturgia.

Antes de la cumbre, que suele celebrarse en jueves y viernes, tanto el Consejo como los Estados miembros explican a los periodistas las claves de la cita en reuniones “off the record” que en argot eurobruselense se denominan “briefings”.

La primera jornada, la del jueves, arranca con breves reuniones políticas de los distintos partidos en Bruselas para que los líderes conservadores, socialdemócratas o liberales se saluden con afines de otros países de la UE con los que comparten grupo parlamentario en la Eurocámara.

A continuación, rebasado el mediodía, empieza el goteo de primeros ministros y presidentes europeos que van llegando al Consejo, en cuya entrada les espera la prensa para preguntar sobre sus posiciones y objetivos, trámite que algunos solventan repitiendo su mensaje en varios idiomas mientras que otros intentan encontrar atajos que les permitan evitar los micrófonos.

“A diferencia de otras cumbres internacionales, no hay un protocolo de entradas por turnos. Llegan y se van cuando quieren”, comenta a Efe una fuente de la institución.

A continuación, los líderes, los presidentes de la Comisión Europea (Jean-Claude Juncker), del Consejo (Donald Tusk) y sus asesores más cercanos, unas 40 personas en total, se encierran en una sala con una mesa circular dispuesta sobre coloridas alfombras y situada en la tercera planta del edificio en la que se debaten, a puerta cerrada, las decisiones más trascendentes para el devenir de la UE.

Tusk se sienta frente a Juncker y alrededor se acomodan los líderes de los Estados miembros, siempre según el orden de las presidencias rotatorias de la UE, de forma que el presidente del Gobierno de España, por ejemplo, se sitúa entre Suecia y Bélgica.

Les acompañan, tras unas mamparas de cristal, equipos de 3 intérpretes por cada una de las 24 lenguas oficiales (que complementa en otras salas un “ejército” de traductores disponibles para retocar los textos, que se negocian en inglés).

Durante la cumbre, los líderes también se organizan a su libre albedrío para celebrar reuniones bilaterales en las que tratan cuestiones particulares con algún Estado miembro en concreto.

Mientras tanto, los cerca de 1.500 periodistas acreditados para cada reunión aguardan en el edificio colindante bajo un techo acristalado indiferente a las inclemencias meteorológicas, a veces hasta ver amanecer.

La cumbre más larga que se recuerda fue la que sirvió para negociar el presupuesto plurianual de la UE en 2013, que se prolongó sin interrupción, comenzó un jueves a mediodía y terminó un sábado por la mañana, aunque también salta a la memoria una cita sobre la crisis griega en 2015 que se prolongó más de 24 horas.

En esas largas horas de espera en las que la información escasea, la prensa aguarda en el colindante edificio Justus Lipsius, sede de las cumbres hasta la inauguración del nuevo edificio.

Los reporteros se tienen que conformar con algún mensaje de WhatsApp de algún consejero presente en la reunión, algún correo electrónico, algún tuit de alguna delegación o alguna charla explicativa de algún asesor que se acerca para dar cuenta de cómo van los debates, en torno al que se arremolinan los reporteros en lo que se conoce como “corrillos”.

Periódicamente, a medida que los líderes van poniéndose de acuerdo en los distintos puntos de la agenda, el Consejo va publicando sus “conclusiones”: las líneas de trabajo que los países le piden a la Unión Europea, que es un club de Estados.

El primer día concluye con una cena de trabajo -en el piso 11- en la que se sirve un menú de tres platos de inspiración euro-francesa que sea fácil de comer, para que los líderes puedan trabajar y tomar notas, y que no contenga ingredientes muy caros.

En los últimos años, el avituallamiento ha solido estar dedicado a diseñar la estrategia de los 27 Estados miembros sobre el “brexit”, por lo que se invitaba a abandonar la reunión a la hasta ahora primera ministra saliente del Reino Unido, Theresa May.

Al término de la cena, y antes de dirigirse al hotel, los presidentes de la Comisión Europea, del Consejo y algunos líderes, no todos, ofrecen alguna declaración o rueda de prensa para explicar lo acordado.

El segundo día, el viernes, la reunión comienza por la mañana y los líderes repiten el ritual de atender a la prensa a su llegada a la cita antes de volver a encerrarse en el “búnker” para debatir el resto de puntos del día y, hacia la hora del almuerzo, despedirse de sus colegas hasta la próxima cita europea del más alto nivel en la que se decide buena parte del futuro de unos 512 millones de ciudadanos europeos.

Etiquetas
stats