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El centenario de la Cheka y la doble moral de Putin

El centenario de la Cheka y la doble moral de Putin

EFE

Moscú —

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El presidente ruso, Vladímir Putin, ignoró el aniversario de la Revolución, pero hace unos días celebró públicamente el centenario de la temible Cheka, organismo precursor del KGB, doble moral que algunos le han echado en cara.

“Putin llamó a los miembros de la Cheka patriotas y servidores de la patria. Eso es un insulto a los millones de represaliados soviéticos”, aseguró a Efe Lev Shlosberg, político liberal.

El opositor se refería al discurso pronunciado por Putin el 20 de diciembre, cien años después de la creación de la Comisión Extraordinaria (ChK), con ocasión del día de las fuerzas de seguridad, fiesta que algunos consideran anticonstitucional.

Putin, antiguo oficial del KGB, destacó que “la gran mayoría de las personas que eligieron esa profesión (...) cumplieron de manera honesta y digna con su deber”.

El discurso y la ceremonia contrastaron con la ausencia de actividades oficiales para conmemorar el pasado 7-8 de noviembre la toma del poder de los bolcheviques, acontecimiento que cambió la historia de Rusia y de todo el mundo.

“No me sorprendió. Putin tiene miedo a una revolución, por eso no quiso celebrar la victoria de los bolcheviques. El Kremlin prefiere una postura híbrida”, comentó a Efe el veterano defensor de los derechos humanos, Lev Ponomariov.

El doble rasero de Putin confirma, dijo, que el Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) “es quien dirige actualmente Rusia”: “ese es el mayor peligro para Rusia. El FSB marca la agenda. Es peor que en tiempos soviéticos. Entonces, el KGB no mandaba, ya que cumplía las órdenes del Politburó. Ahora ya no hay contrapesos”.

Y es que Ponomariov considera que “Putin es parte de esa conspiración que permitió que llegara al poder todo ese grupo” de antiguos miembros del KGB soviético.

“Permítanme informar que el grupo de agentes del FSB enviados a trabajar clandestinamente al Gobierno ha cumplido con su misión”, dijo Putin en otro aniversario un 20 de diciembre de 1999 justo antes de ser designado presidente por Boris Yeltsin.

Menos de dos décadas después, antiguos miembros de los servicios secretos ostentan cargos en la administración presidencial, el Ejecutivo y las principales corporaciones estatales de este país.

“El FSB es el partido gobernante”, agregó Shlosberg.

El director del FSB, Alexandr Bórtnikov, encendió aún más alarmas con una reciente entrevista concedida al diario oficial “Rossískaya Gazeta”, en la que se niega a renunciar a la palabra “chekista” y defiende el trabajo realizado por la policía secreta soviética.

“La Cheka con Félix Dzerzhinski a la cabeza fue fundada como un órgano provisional con poderes especiales en condiciones históricas críticas (...) No se puede juzgar a los miembros de los órganos de seguridad al margen de la sociedad”, dijo.

Aseguró que aunque los años 30 se recuerdan por “la masiva fabricación de acusaciones” en los procesos públicos contra los enemigos del pueblo, los archivos demuestran que había motivos “objetivos” para ello “en una gran parte de los casos penales”.

Aunque recordó que “la mayoría de chekistas” que se excedieron en el ejercicio de sus funciones “fueron castigados merecidamente”, el jefe del FSB estima en poco más de 4 millones los procesados por actividades contrarrevolucionarias o de espionaje militar.

“El resto de cifras son discutibles”, dijo en alusión a los expertos que elevan el saldo a decenas de millones de represaliados.

Esto ha indignado tanto a los sectores liberales, desde activistas de derechos humanos a políticos, como a escritores e historiadores, que un grupo de ellos ha emitido una carta abierta en la que piden la dimisión irrevocable de Bórtnikov.

“Un director del FSB no puede justificar la persecución por motivos sociales, étnicos y religiosos, como ocurrió con los propietarios (Kulak), religiosos y la deportación de pueblos” (chechenes y tártaros de Crimea), comentó a Efe Ponomariov.

En dicha carta se acusa a Bórtnikov de “minimizar” la magnitud del terror rojo entre los años 20 y 50 del siglo XX, incluido las purgas estalinistas de los años 37 y 38.

Ponomariov considera que dichas afirmaciones son un ataque flagrante contra el Estado de Derecho, ya que las represiones organizadas por la Cheka y sus sucesores fueron reconocidas por el Tribunal Constitucional en 1992 como “crímenes masivos imperdonables” y sus víctimas fueron rehabilitadas.

“Lo peor” es que Bórtnikov “proclame que el FSB es heredero de una organización terrorista como la Cheka. Que considere que sus actividades eran legales y justificadas”, señaló Shlosberg.

Eso quiere decir, añade, que “nadie puede garantizar que esos excesos no vuelvan a repetirse”.

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