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No conviene confundir “purular” con pulular ni utilizar muebles de “fornica”

Pascual enseña a amar la lengua en "No es lo mismo ostentoso que ostentóreo"

EFE

Madrid —

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El parecido externo de algunas palabras facilita a veces el que los hispanohablantes se equivoquen y digan “purular” por pulular, mueble de fornica en lugar de formica, destornillarse de risa por desternillarse o incluso que uno vaya al cinecólogo en vez de al ginecólogo.

A estos errores, más frecuentes de lo que parecen, se refiere el filólogo José Antonio Pascual, vicedirector de la Real Academia Española, en su libro “No es lo mismo ostentoso que ostentóreo”, recién publicado por Espasa.

La diversión está garantizada para quien se adentre en este libro, que Pascual (Salamanca, 1942) plantea como “un juego” más que como un tratado serio, y lo hace con la intención de enseñar a cuidar la lengua para lograr que “suene lo mejor posible”. Y si uno se equivoca, no pasa nada. Se aprende del error y listo.

Entre las confusiones que se citan en el libro, algunas “se han blanqueado” y están cómodamente instaladas, como decir “Premio Nóbel” o “élite”. Pascual prefiere decir elite y Nobel, pero sabe que, sobre todo en el primer caso, tiene la batalla perdida.

También hay quien dice “picia” en lugar de pifia (error, desacierto) por esa confusión vulgar que lleva a ciertos hablantes a decir “celpa” por felpa, Celipe por Felipe. “Picia” figurará en la próxima edición del Diccionario, definida como “acción incorrecta que causa daño o perjuicio”.

Peor es cuando la “libido” se contamina del adjetivo “lívido”, y hay quien suelta eso de “la líbido”. Y no conviene olvidar que se enjuga una deuda, no se “enjuaga”, y que a alguien lo ponen en un brete, no “en un membrete”.

Los médicos saben mucho de este tipo de errores. Pascual cita algunos de los que le comenta Fernando Navarro, especialista en terminología médica: en las consultas se oye a veces “cinecólogo” por ginecólogo, “espina del rosal” por espina dorsal, “dolor asiático” por dolor asmático, o se toman “cláusulas verdes” en lugar de cápsulas. O bien te hacen en urgencias un “escarnio” de la cabeza, en lugar de un escáner.

Algunos verbos de la lengua española han perdido el rasgo negativo o positivo que tuvieran, aunque hay “combinaciones imposibles”, dice Pascual, como “sufrir mejoras” o “conseguir derrotas”, y tampoco conviene olvidar que se acarrea daño, no felicidad, y se propina una paliza, pero nunca aplausos.

Y, hablando de combinaciones, hay que recordar que se contrae una enfermedad, no méritos; se incurre en un error pero no en mal comportamiento; se perpetra un crimen, pero no negocios; alguien está plagado de heridas, pero no de triunfos. No se puede tachar de honesto a alguien ni tampoco se perpetra un accidente.

Y al contrario pasa lo mismo: se atesoran cualidades, no desgracias; y se celebra la victoria, no la muerte. No es correcto por tanto “celebrar el trigésimo aniversario de la muerte de Kennedy”.

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