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Podemos modula su discurso: exhibe cesiones y apela a la transversalidad

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Andrés Gil

Pablo Iglesias puso la piel de gallina a su bancada en el debate de investidura, pero hay dudas de que se correspondiera con lo que muchos en Podemos quieren que sea Podemos. Sobre todo si en escasas semanas se entra en una nueva campaña electoral. La cuenta atrás para alcanzar un acuerdo de investidura, que se encuentra bloqueado tres meses después del 20D, el intento por dejar de hablar de sí mismos, y la necesidad de intentar retomar iniciativa discursiva han llevado a que Podemos vire su rumbo argumental.

Ya no es Pablo Iglesias quien puede hacer presidente a Pedro Sánchez de un Gobierno en el que él sea vicepresidente; ahora es el propio Iglesias quien se echa un lado “para no ser un problema ni una excusa”. Ya no es el veto al acuerdo PSOE-Ciudadanos lo que puede abocar a unas nuevas elecciones; ahora es Ciudadanos el interpelado para que facilite un Gobierno de coalición PSOE-Podemos-IU-Compromís en una reunión pendiente entre Sánchez, Iglesias y Albert Rivera, con quien hace no tanto no quería sentarse. Ya no es el partido perseguido por la sombra de la “cal viva”, sino una formación con muchas coincidencias programáticas. Y Podemos, ahora, empezando por su secretario general, reconoce que está dispuesta a “cesiones” y “concesiones” para llegar a un acuerdo para un “Gobierno a la valenciana” susceptible de ser apoyado por Ciudadanos, partido antagónico hasta no hace tanto.

Y esta opción, la de cambiar la presión a Ciudadanos, puede dar una vía de escape al PSOE para no llegar a unas hipotéticas nuevas elecciones de la mano de Albert Rivera.

Podemos está modulando su discurso y está exhibiendo cesiones. Unas son personales, como la renuncia de Iglesias a estar en un hipotético Gobierno para combatir la idea de que aspiraba “a un sillón”. En este caso, no lograron hacer hegemónico su relato de que los ministerios sirven para garantizar “que el PSOE haga en el Gobierno lo que dice en la oposición” frente al opuesto: “En lugar de hablar de programas, hablan de sillones”. El paso atrás de Iglesias intenta desactivar esa percepción.

Pero también hay cesiones programáticas en asuntos económicos, precisamente lo que resulta más divergente con Ciudadanos, anotadas en la libreta que llevaba Iglesias en la reunión con Pedro Sánchez: bajo el epígrafe “cesiones que he trasladado”, el secretario general de Podemos tenía anotadas cuatro medidas que corrigen sus planteamientos iniciales y los acercan a los del PSOE: rebajar la velocidad de la reducción del déficit, una reforma fiscal menos ambiciosa, derogar solo la reforma laboral del PP y limitar el plan de gasto público a 60.000 millones, en lugar de los 90.000 iniciales.

Las imágenes del cuaderno las ha publicado Noticias Cuatro y supondría que Pablo Iglesias ha informado de ellas al líder del PSOE. Sin embargo, fuentes de la dirección de Podemos han asegurado a eldiario.es que son “ideas anotadas” y que “no se ha entrado a ese detalle en la reunión”. “Son ideas en las que estamos trabajando para facilitar el diálogo en el marco de buscar los puntos comunes entre el programa del PSOE y el nuestro, que son muchos”, reiteran las mismas fuentes.

Transversalidad

En Podemos se dibujan tres tipos de ejes de separación: izquierda dentro del régimen o ruptura; transversalidad en el discurso o narrativa de izquierdas; y confluencia o partido único. Y una cuarta dimensión: las relaciones personales. Y en estos días, el eje que más se está visibilizando es el de la transversalidad vs. discurso de izquierdas.

En el debate de investidura, Iglesias recurrió, en un discurso que escribió el mismo, a numerosas banderas de la izquierda y el activismo para diferenciarse de Pedro Sánchez: la memoria histórica, el subcomandante Marcos, las mareas ciudadanas, la historia republicana del PSOE, el 15M... Y echó mano de los GAL para recordar el terrorismo de Estado en tiempos de Felipe González, quien “tiene las manos manchadas de cal viva”.

Ese discurso de Iglesias, netamente de izquierdas pero sin pronunciar una sola vez la palabra “izquierda”, se sitúa en el lado opuesto de la transversalidad discursiva que en otras ocasiones ha trabajado Iglesias y que abandera Errejón. Pero no sólo lo abandera Errejón, sino que en cada una de las últimas intervenciones públicas del número dos de Podemos desde que ha reaparecido este martes tras dos semanas de retiro por la destitución de Sergio Pascual, ha insistido en ello.

En una entrevista en eldiario.es publicada este miércoles, Errejón afirmaba: “Hemos tomado decisiones organizativas duras y bruscas precisamente por anteponer los intereses políticos, ha primado el para qué. Y el para qué es una mayoría popular nueva en España que entendemos que pasa por la transversalidad. Si se nos olvidara, que el objetivo es la transversalidad, podríamos entrar en ese proceso que aleja a los partidos de la gente. [...] La nueva identidad política que tiene que ser transversal y desde abajo. [...] Tenemos que hacer un sobreesfuerzo de recuperar transversalidad y posibilidad de mayorías porque así hemos llegado hasta aquí: no es que cinco millones de personas de repente se hayan vuelto muy de izquierdas en España y de repente han votado a Podemos. Es que hemos sido capaces de poner en juego una identidad política nueva y para mí ese es el camino”.

Por encima de nombres, de familias y de adscripciones personales, el eje que más se está tensando y moviendo en estos días es el de la transversalidad vs. discurso de izquierdas; el primero, encarnado por Errejón y el segundo, practicado por Iglesias en el debate de investidura.

Pero ha pasado un mes desde aquel día. Y hoy el discurso de Podemos se ha modulado: exhibe cesiones, concesiones y una mayor transversalidad.

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