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Un debate que no pone ni quita gobiernos pero que toma el pulso del país

EFE

Madrid —

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El debate sobre el estado de la nación no pone ni quita gobiernos, pero sí sirve para hacer balance de la gestión del Ejecutivo, tomar el pulso del país, conocer la popularidad o el rechazo ciudadano que genera el presidente y sus ministros y ratificar los apoyos parlamentarios con los que cuenta.

Una especie de examen de reválida para el Gobierno y, en parte, también para la oposición, que tendrá lugar los próximos 20 y 21 de febrero en el Congreso de los Diputados.

A pesar de que este tipo de debates tan largos no son seguidos en profundidad por la mayoría de los ciudadanos, más allá del cara a cara entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, la cita de este año está cargada de interés.

Rajoy se estrena como presidente del Gobierno tras participar en seis ocasiones como jefe de la oposición, mientras que Alfredo Pérez Rubalcaba tendrá la oportunidad de dar un espaldarazo a su labor al frente del PSOE tras los últimos reveses electorales.

Otro aliciente, y no menor, es que han pasado casi dos años desde el último debate de este tipo, que tuvo como protagonistas a José Luis Rodríguez Zapatero, ya de retirada en sus últimos meses en el Ejecutivo, y al propio Rajoy, todavía en la oposición, aunque con un pie en la Moncloa, según vaticinaban las encuestas.

El año pasado Rajoy decidió no convocar el debate. Llevaba en el Gobierno apenas unos meses y nunca un jefe del Ejecutivo se ha sometido a una “encerrona” de ese calibre en el Congreso en su primer año de mandato.

Una decisión que en su día levantó polvareda en los partidos de la oposición, que acusaron al presidente del Gobierno de esconderse para no dar explicaciones de los recortes y de las medidas de ajuste, nada populares, que ya iba tomando el Ejecutivo en sus primeros meses de gestión.

Argumentan en el Gobierno que ahora, con un año en el Ejecutivo, Rajoy sí puede hacer balance de lo hecho hasta ahora, y tomar impulso para afrontar los retos y objetivos para el resto de la legislatura, que se presenta difícil y llena de obstáculos, no solo en el campo económico.

Mariano Rajoy afronta su primer debate del estado de la nación como jefe del Gobierno con casi todos los frentes abiertos.

Además de la crisis económica y el drama del paro que lo inunda todo, el presidente del Gobierno deberá dar respuesta al desafío soberanista catalán, a las críticas por los recortes y también a la mala imagen que ha ido cosechando la clase política entre los ciudadanos en los últimos tiempos.

Apenas han sido trece meses de Gobierno del PP y Rajoy ya ha afrontado dos huelgas generales y ha visto como su popularidad caía en picado según las encuestas, por culpa de unas medidas “dolorosas” que, reconoce, no estaban en su programa electoral.

De salir victorioso, el debate del próximo mes de febrero podría suponer un balón de oxígeno para el Gobierno y un nuevo impulso a sus reformas, sin las cuales, insiste el Ejecutivo, España no saldrá de la crisis.

En el otro lado del hemiciclo, en el PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba también se juega mucho, inmerso como está su partido en un proceso de renovación de su proyecto político.

Durante una reunión con los diputados y senadores socialistas celebrada ayer en el Congreso, apenas unas horas antes de conocerse la fecha del debate, Rubalcaba arengó a sus compañeros para lograr una “oposición más eficaz, más firme, mejor coordinada, priorizada y sobre todo tenaz”.

Un mensaje claro de firmeza de la oposición, en la que Rubalcaba se fijó como asuntos prioritarios los desahucios, las preferentes, la renovación de la ayuda de 400 euros a los parados sin prestación, la defensa del sistema público sanitario, y la lucha contra la “ley Wert” y contra la Ley de Tasas Judiciales.

Toda una avalancha de propuestas políticas en las que el PSOE dará la batalla en el Parlamento en los próximos meses y muy especialmente en el debate de política general de febrero.

De cara a esa cita, la más importante del año en el Parlamento, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, emplazó ayer a los partidos de oposición a plantear un debate “fructífero”.

Sáenz de Santamaría confió en que sirva para que los ciudadanos perciban que los políticos son capaces de debatir y llegar a acuerdos sobre sus principales preocupaciones, en lugar de perder el tiempo en “politiquerías”.

Enrique Rodríguez de la Rubia

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