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Las declaraciones de Netanyahu sobre Holocausto minan la amistad con Polonia

Las declaraciones de Netanyahu sobre Holocausto minan la amistad con Polonia

EFE

Varsovia —

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Polonia sigue a la espera de que las autoridades israelíes se disculpen por las declaraciones de su primer ministro, Benjamin Netanyahu, quien ha dicho que los polacos colaboraron con los nazis en el Holocausto, unas palabras que amenazan con minar la buena amistad polaco-israelí.

Estas palabras provocaron un cruce de acusaciones que llevaron a que se suspendiese la cumbre del Grupo de Visegrado (formado por la República Checa, Hungría, Eslovaquia y Polonia), que debía tener lugar esta semana en Jerusalén.

Ésta era primera reunión fuera de Europa del Grupo de Visegrado, y suponía “un gran logro para Netanyahu”, quien podía mostrar así que su país posee aliados en Europa Central, explicó a Efe el periodista diario polaco “Rzeszpospolita”, Jedrzej Bielecki.

“Las autoridades israelíes deben retractarse y pedir disculpas”, ha dicho el viceministro polaco de Exteriores, Szymon Szynkowski, quien como el resto del Ejecutivo de Varsovia se siente molesto por unas declaraciones que el propio primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, ha calificado de “racistas”.

Pero la polémica ha ido más allá, y a las afirmaciones de Netanyahu en una conversación periodistas durante su presencia en Varsovia, donde asistió la pasada semana a la cumbre sobre Oriente Medio organizada por EEUU y Polonia, se sumaron las de su ministro de Exteriores en funciones, Yitzhak Shamir.

“Los polacos maman el antisemitismo de la leche materna”, dijo Shamir en una entrevista días atrás, una salida de tono que provocó que las autoridades polacas se echasen las manos a la cabeza, ya que “Polonia fue la mayor víctima de la II Guerra Mundial”, respondía entonces un molesto Morawiecki.

Jedrzej Bielecki cree que estas declaraciones deben también enmarcarse en “la lógica electoral”, ya que Israel tiene comicios generales el próximo abril, y todavía hay una parte de la sociedad de ese país, sobre todo las familias de quienes vivieron el Holocausto, sensible con esta cuestión.

La situación es más complicada de lo que pueda parecer, ya que “Polonia es amiga de Israel, y de hecho es uno de los pocos países de la UE que defiende la política israelí hacia Palestina, mientras Varsovia intenta ser intermediaria entre la UE y EEUU en el tema de Irán, lo que es fundamental para Netanyahu”, recordó Bielecki.

Esa “amistad” llevó a que Varsovia aceptase ser sede de la cumbre sobre Oriente Medio los pasados 13 y 14 de febrero, en la que se produjo un histórico acercamiento entre Netanyahu y los representantes de varios países árabes, unidos por su rechazo al régimen iraní.

Fue precisamente en el marco de esta cumbre donde Benjamin Netanyahu hizo sus polémicas declaraciones, que según las primeras reacciones de las autoridades israelíes fueron tergiversadas por la prensa.

El Holocausto sigue siendo un tema delicado en las relaciones entre Israel y Polonia, país donde estaban los principales campos de concentración nazi y que antes de la II Guerra Mundial acogía una vibrante e importante comunidad judía.

Desde Polonia se afirma que el país nunca colaboró con la Alemania de Adolf Hitler y que hizo todo lo contrario, ya que el Gobierno polaco en el exilio lanzó la voz de alarma desde el principio para advertir al mundo sobre el asesinato masivo de judíos.

También se han puesto en marcha iniciativas como el museo de historia judía en Polonia de Varsovia o el museo dedicado a la familia Ulma en Markawa, la primera institución de Polonia que recuerda a los polacos que ayudaron a los judíos de el periodo del Holocausto.

“Con estas acciones se intenta explicar cómo fueron las complicadas relaciones polaco-judías a lo largo de la historia, se quiere mostrar que Polonia fue un Estado tolerante, más allá de algunos casos aislados”, afirma Bielecki.

Sin embargo, algunos historiadores, como el profesor Jan T. Gross, también han publicado numerosos trabajos donde se recogen los casos de polacos que asesinaron a judíos que huían de los nazis, o que se aprovecharon de estos judíos para obtener ganancias o incluso se apropiaron de sus bienes.

Para Bielecky, sería conveniente que se crease un grupo de historiadores polacos e israelíes que aborden con “solvencia y rigor” esta cuestión, y pongan fin a un debate histórico que sólo sirve para minar las buenas relaciones entre Varsovia y Jerusalén.

Nacho Temiño

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