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¿Qué nos ha dejado la primera semana del juicio del “procés”?

¿Qué nos ha dejado la primera semana del juicio del "procés"?

EFE

Madrid —

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Desde el más puro alegato político de Junqueras hasta el reconocimiento de Forn de que la independencia no tuvo efectos jurídicos. La primera semana del juicio del “procés” ha mostrado diferentes estrategias de defensa en una causa con una Fiscalía muy contundente, un garantista juez Marchena y un Vox en segundo plano.

1. DEFENSA POLÍTICA vs DEFENSA JURÍDICA

La primera sesión de interrogatorios sirvió para comprobar que no habrá una estrategia conjunta de los procesados en el juicio: Oriol Junqueras optó por la vía “política” y rehuyó el cuerpo a cuerpo con las acusaciones; Joaquim Forn se fajó contra el fiscal para tratar de rebatir los hechos que le imputa.

Junqueras tardó menos de un minuto en establecer las bases de su defensa: Se trata de un “juicio político”, “se me juzga por mis ideas, no por mis hechos”, “me consideró un preso político”.

Líder indiscutible de ERC, tras 469 días en prisión, hizo un alegato político apoyado en la muleta de las preguntas de su abogado. E insistió: No hubo violencia, votar no es delito, buscamos el diálogo pero no había nadie al otro lado.

Pero su estrategia deja elocuentes silencios: Poco dijo sobre la organización del 1-O (del que la Fiscalía le considera máximo responsable) y sobre la DUI, asunto clave en el proceso judicial.

Forn, por su parte, respondió durante tres horas y media a la Fiscalía, a la abogada del Estado, a su abogado y a varias defensas. Solo obvió a Vox. Y no solo eso, sino que entró de lleno en el asunto de la DUI.

Afirmó y recalcó que “los Mossos siempre cumplieron la Ley” y que “no recibieron nunca instrucciones políticas”. Se esforzó en subrayar la diferencia entre el Forn dirigente independentista y el Forn al mando de los Mossos. Y no tuvo empacho en usar la palabra “ilegal” para referirse al referéndum, porque -como él mismo recordó en esa misma frase- así lo decía un auto de una magistrada.

2. ¿QUÉ PASA CON LA DUI?

La Declaración Unilateral de Independencia (DUI), proclamada el 27 de octubre de 2017 e inmediatamente declarada ilegal, es la clave que cierra el círculo de la rebelión que la Fiscalía atribuye a nueve líderes independentistas.

Uno de ellos, Junqueras, apenas la mencionó en el último tramo de su declaración con una respuesta ambigua: al tiempo habló de dar cumplimiento al mandato de las elecciones de 2015, “con una mayoría clara independentista”, como de buscar una salida “de carácter multilateral”.

Al eludir el interrogatorio del fiscal, esquivó preguntas que hubiesen exigido más concreción.

No así Forn, que aparte de admitir el carácter político de la DUI, explicó que tras ella la Generalitat atisbaba dos únicos escenarios: elecciones o el 155 por el que cesarían en bloque, como así pasó. No había una “una tercera opción”. Es decir, le restó cualquier valor jurídico y limitó su significado al de una mera declaración política.

3. ¿HUBO O NO HUBO VIOLENCIA?

Hora y media dedicó Junqueras a defender el carácter pacífico del “procés” y la voluntad dialogante del Govern, contrario a cualquier idea de violencia: “Nadie puede tener duda alguna sobre el hecho de que siempre hemos rechazado la violencia, cualquier forma de violencia”.

Pero frente al “nunca, nunca, nunca” de Junqueras, la Fiscalía cree que la cúpula independentista se valió de “murallas humanas” para impedir la acción policial con los Mossos “al lado de la rebelión”.

Una tesis que negó también Forn, entonces máximo responsable de la Policía autonómica, que afirmó que los Mossos advirtieron de que podían producirse “actos puntuales” pero “no una violencia generalizada”.

Otra cosa es el 1-O y la actuación policial. En su alegato al pacifismo, Junqueras se sirvió del despliegue policial en el referéndum para afirmar que “votar no es delito” pero en cambio “impedirlo por la fuerza sí lo es”.

Mientras que Junqueras habló de “violencia injustificada e innecesaria” y Forn la calificó de “extrema”, la Fiscalía defendió el uso proporcionado y legítimo de la fuerza el 1-O, donde solo hubo dos únicos heridos por la actuación policial.

4. LA FISCALÍA NO DA TREGUA.

El fiscal Javier Zaragoza, conocido por su larga etapa en la Audiencia Nacional, se convirtió en protagonista la segunda jornada del juicio con un duro alegato contra los acusados y sobre todo sus letrados que da cuenta de la carga acusatoria que desplegará la Fiscalía durante el resto del juicio.

Lanzó una cerrada y vehemente defensa de la causa, que presentó como un juicio en “defensa de la democracia y el orden constitucional”, en el que no se persiguen ideas sino hechos, y reprochó a las defensas que lanzasen auténticos “libelos acusatorios” para desprestigiar a la Justicia.

5. MARCHENA

Sereno, amable, y suave en sus formas, Manuel Marchena se ha mostrado firme en determinados momentos tanto con las defensas como con las acusaciones, dispuesto a que nadie pueda cuestionar las garantías del proceso, conocedor de que los acusados lo llevarán a Estrasburgo si son condenados.

Tal vez sus decisiones más llamativas han sido las de permitir la exhibición de lazos amarillos por parte de los acusados y la de permitir hablar en catalán “por razones emocionales”, aunque con traducción consecutiva, no simultánea.

6. VOX FUERA DE LOS FOCOS

Su presencia en el juicio como acusación popular era uno de los temas más polémicos por el empujón que le ha supuesto en su proyección pública hasta ahora y el impacto que puede seguir teniendo en el escenario de permanente campaña electoral que se acaba de abrir.

Sin embargo, el globo de Vox se desinfló ya con su primera intervención en el juicio, cuando su letrado protestó por ver a Jordi Sànchez con un lazo amarillo en su solapa y el juez Marchena, aparte de reprimirle por extralimitarse en su turno, dio vía libre a los acusados para portar este “símbolo ideológico”.

El mismo juez Marchena que dejó claro que no iba a permitir alegatos políticos ni ideológicos ni a defensas ni a acusaciones, algo que contrastó con la primera declaración del juicio, la de Oriol Junqueras.

Miriam Mejías y Raúl Bellerín

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