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El desalojo de campesinos en el norte de Guatemala cumple 19 meses en el olvido

El desalojo de campesinos en el norte de Guatemala cumple 19 meses en el olvido

EFE

Laguna Larga (Guatemala) —

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“Tengo un dolor fuerte en la muela que siento que me baja al corazón y ya no lo soporto”, solloza con un hilo de voz Magdalena Tojá, una de las 490 personas desalojadas hace 19 meses de la comunidad de campesinos Laguna Larga, en el norte de Guatemala, zona limítrofe con México.

Ahora, con unos 40 habitantes menos, los campesinos desplazados por las fuerzas armadas, policiales y el Consejo Nacional de Áreas Protegidas, viven en un campamento sobre la línea divisoria, en tenderetes improvisados con hojas de palma, maderas o láminas.

Pese a contar desde hace 15 meses con medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), los pobladores, en su mayoría indígenas, están en el olvido.

La noche del 2 de junio de 2017 Magdalena Tojá (45 años) dejó el paraíso al que había llegado alrededor de 2004: una humilde casa de madera con techo de lámina erigida en un terreno de 45 hectáreas, con árboles frutales, cultivos de maíz, frijol y chigua (pepitoria), un pozo de agua propio y una letrina; todo frente a una espigada laguna que lo era todo.

Los campesinos huyeron cuando supieron que unos 1.500 policías y militares iban hacia la comunidad a sacarlos.

Establecida en un limbo legal -debido a que los primeros pobladores trabajaron la tierra desde 1984, cinco años antes de crearse la Ley de Áreas Protegidas- Laguna Larga se instaló como tal en el 2000 y a partir de entonces creció hasta contar con escuela oficial, cementerio y delimitaciones del Consejo de Áreas Protegidas.

La noche del desalojo quedará para el recuerdo: a unos 2 kilómetros de distancia, guarecidos entre el monte y la línea fronteriza con México, vieron a distancia el humo y la luz del fuego de algunas de sus casas quemadas por las autoridades.

Ubicados ahora a un costado de una laguna menor, los campesinos no pueden fiarse siquiera del agua que beben, de aspecto pantanoso.

Como Ángel Daniel, de 7 años, uno de los hijos de Magdalena Tojá, decenas de niños con fiebre se encuentran infectados con ronchas en el cuerpo y el cuero cabelludo. Algunos son bebés de meses que excretan líquidos amarillentos en las ronchas que al secar se oscurecen y se marcan.

El trabajo es escaso para quienes se aventuran hacia México -a expensas de ser detenidos y deportados- para trabajar jornadas exhaustivas por 100 o 120 pesos mexicanos (unos 5 dólares) al día.

Sobre la línea que divide ambos países, unos niños corren descalzos sobre lodo y piedras intentando elevar sus cometas hechas de bolsas de plástico.

Pasan a un lado de un vehículo “picop” apodado “El Rey del Lodo”, propiedad de Obdulio Chomá Rivera, de 52 años, estacionado frente a su tenderete. Es uno de los pocos vehículos que sortean el camino que conduce a El Desengaño, la comunidad mexicana con la que comercian.

Chomá y familia están por cumplir 19 años en la comunidad, contando el tiempo en el campamento, desde donde se cuestiona si ha válido la pena la espera, mientras el alimento se reduce a arroz y frijol donado por el Ministerio de Agricultura en noviembre. Un costal de 80 libras de cada grano para 4 meses que se suelen extender a 7.

“Estamos enfocados en retornar, pues el Gobierno propone enviarnos a una finca en Izabal (oriente del país) que sigue ocupada por ganado y hay alternativas. Nos tienen en la miseria”, advierte Chomá a Efe.

Según el subteniente de Caballería y comandante kaibil del batallón de la Brigada Especial Selva, Kevin Siquén, el desalojo lo decidió un juzgado porque la comunidad está “en zona de usos múltiples de una área protegida” y el Ejército acató la orden, que se suma al “combate” al narcotráfico, ya que la laguna era una “perfecta rampa de acuatizaje”.

Pero el sacerdote Rogelio Guevara, del Vicariato Apostólico de Petén, cuestiona el supuesto vínculo con el narcotráfico, pues “¿qué narco se prestaría a vivir en condiciones inhumanas y no querría mejorar sus casas?”.

La organización mexicana Voces Mesoamericanas advierte en su estudio “Des-esperando en la frontera: Informe de la situación de la comunidad Laguna Larga a 6 meses de su desplazamiento forzado”, que la zona fue dada en concesión a una petrolera canadiense.

Además, Guatemala reclama bonos de carbono por contar con mayor extensión de terreno en la zona protegida sin habitantes, un millonario proyecto que busca recuperar el llamado Triángulo de Candelaria, donde está Laguna Larga.

Anochece en el campamento y una luna llena anaranjada aparece. Algunos aparatos eléctricos conectados a paneles solares o baterías de automóvil salen a relucir.

Una televisión proyecta la telenovela mexicana La Rosa de Guadalupe y su volumen compite con el micrófono de un pastor evangélico que, a 10 pasos de distancia, reza para que siga la unidad y por el anhelo del incierto retorno.

Emiliano Castro Sáenz

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