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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Cronología del conflicto entre Susana Díaz y Pedro Sánchez

Pedro Sánchez y Susana Díaz, junto a los barones regionales en el Consejo Político del PSOE en Zaragoza. / Foto: PSOE

Irene Castro

Pedro Sánchez se alzó con la victoria que le llevó a la secretaría general del PSOE con el objetivo de reconstruir y remontar la situación del partido. El liderazgo fuerte que entonces se presuponía al primer líder federal elegido por los militantes parece haber caído en desgracia en un tiempo récord: siete meses. Pero la situación se ha ido gestando poco a poco hasta culminar en el estado de pánico que impera ahora en las plantas nobles de Ferraz ante la posibilidad de que Susana Díaz coja el tren hacia La Moncloa.

Críticas en el primer Comité Federal

Apenas dos meses después de suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba, Sánchez recibió las primeras críticas de los dirigentes del PSOE durante la reunión del primer Comité Federal. Sus ataques al “populismo” de Podemos y su negativa a pactar con un partido que crece en las encuestas llevaron a los miembros del máximo órgano entre congresos del PSOE a darle un toque de atención.

La federación andaluza advirtió del peligro de “anticiparse a hablar de pactos” cuando aún no se sabía dónde se iba a presentar Podemos ni con qué propuestas. El ala izquierda de los socialistas también reprochó que se cerrara una puerta que podría garantizar Gobiernos progresistas. “Nuestra tarea de oposición no es replicar a Podemos, sino mostrarnos como alternativa”, comentó un dirigente que recordaba que el “adversario” real era el PP.

Andalucía se desmarca de la estrategia

El primer desencuentro patente entre el secretario general y la presidenta andaluza, cuyo apoyo facilitó el camino de Sánchez a la victoria de julio, se produjo en octubre. Díaz admitió que tenía “diferencias” con la estrategia que había elegido Ferraz. Entre las críticas de la baronesa se encontraban algunas propuestas lanzadas por Sánchez, como la celebración de funerales de Estado para las víctimas de violencia machista o la supresión del Ministerio de Defensa.

La aparición del líder del PSOE en programas de variedades, como 'Sálvame', tampoco fue plato de gusto para históricos dirigentes socialistas. El entorno de Sánchez recibió con “sorpresa” la “frialdad” de su principal valedora.

Enfado de la 'vieja guardia'

La necesidad de los actuales inquilinos de Ferraz de desmarcarse del pasado ha enfadado a los históricos del PSOE. Sánchez llegó a cargar contra Felipe González al decir que podía estar “más calladito”. La decisión de que Manuel Chaves y José Antonio Griñán tendrían que pagar su defensa legal si resultan imputados en el caso de los ERE no sentó bien en su entorno.

Pero el trato recibido por el exministro Virgilio Zapatero, a quien la dirección expulsó en menos de un mes por haber utilizado la tarjeta 'black' que le dieron por su puesto de consejero en Caja Madrid, enfadó profundamente a la 'vieja guardia'. Zapatero denunció que en el proceso no se cumplieron las “garantías”, pues la decisión estaba tomada antes de que se presentaran alegaciones. Exministros de los Gobiernos de González llegaron a escribir una carta al secretario general, pero no tuvieron respuesta.

“No es el candidato”

La actuación de Sánchez también ha sido objeto de críticas por parte de barones y candidatos que le recriminan que esté trabajando más en darse a conocer ante las generales que en ganar las municipales y autonómicas. “Se ha equivocado porque fue elegido para ser secretario general, no candidato. Está trabajando desde el primer día para ser candidato y no se está encargando de ayudar a los barones y candidatos municipales. Eso ha provocado enfado”, comenta una dirigente.

Sectores del PSOE le acusan de carecer de discurso y no ven con buenos ojos apariciones como la de 'Planeta Calleja', un programa en el que escaló un aerogenerador y un peñón. Frente a la falta de solidez que algunos ven en Sánchez, el liderazgo de Díaz es un valor al alza para otros sectores del PSOE.

El “error” del 135

Renegar de la reforma del artículo 135 de la Constitución, que Sánchez calificó en noviembre como un “error” del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, enfrió las relaciones con el expresidente socialista. “Sabía que una decisión como la que tomé iba a crear algún malestar, pero responderé con una sonrisa”, fue la contestación de Zapatero, cuyo entorno criticó la rectificación.

El exministro Valeriano Gómez, que ha abandonado su escaño recientemente, confesó en una entrevista en eldiario.es que le hubiera gustado abstenerse en la votación de la derogación de ese artículo. El PSOE votó a favor de una propuesta de IU.

Díaz no descarta “coger el tren”

Antes de que acabara 2014 comenzaron los rumores de que Díaz había perdido la confianza en Sánchez, tal y como publicó El Mundo. En plena polémica, la presidenta andaluza abrió la puerta a dar un paso al frente: “Pude ser secretaria general del PSOE el pasado verano. El tren pasó –expresó durante un desayuno informativo–. Si vuelve a pasar el tren, ya se verá y, si no pasa, tampoco pasa nada”. La dirección socialista se mostró molesta ante las palabras de Díaz. Varios miembros de la Ejecutiva se quejaron de que no se les estaba dando tiempo para poner en marcha el proyecto.

Reunión secreta con Podemos

El parón navideño fue la fecha elegida por José Bono, José Luis Rodríguez Zapatero y Emiliano García-Page para reunirse con Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, aunque no ha trascendido hasta ahora. La noticia ha caído como un jarro de agua fría en Ferraz: “No entiendo a santo de qué se reúne Zapatero con los dirigentes de Podemos”, manifestó la secretaria de Empleo de la Ejecutiva.

“Un expresidente del Gobierno no puede aparecer con el secretario general del partido que te quiere hacer desaparecer y no decírselo siquiera al secretario general”, dice un barón que acusa a los presentes en la reunión de “falta de lealtad”. Ellos lo enmarcan en la normalidad de un encuentro “personal”.

Posible adelanto en Andalucía: máxima tensión

La tercera semana de enero ha estado marcada en el PSOE por la posibilidad de un adelanto electoral en Andalucía. Susana Díaz ha reflexionado sobre su decisión sin hacer partícipe a Pedro Sánchez, a quien solo le ha trasladado que “no tiene tomada una decisión”, tal y como aseguraron a eldiario.es fuentes de la Ejecutiva federal.

Sobre el posible adelanto electoral, se empezaron a asentar los rumores de una guerra abierta e impulsada en Andalucía con el objeto de descabalgar a Sánchez del liderazgo.

“Sería un suicidio”, dice un barón cercano a Sánchez sobre la posibilidad de que la líder de la federación más poderosa del PSOE se enfrente al secretario general. “Dividir el partido en dos a cuatro meses de las elecciones sería un desastre”, dice un miembro de la Ejecutiva.

La escalada de tensión ha llegado en estos días al punto de que dirigentes del PSOE pronostican en privado que “Sánchez se irá después de las municipales por la vía de la dimisión o por la vía de una gestora”.

Zapatero y Sánchez no se dan la mano

La distancia entre Sánchez y casi todo el PSOE clásico se hizo patente este jueves en la presentación de un libro de Jordi Sevilla a la que asistían como invitados el actual secretario general del PSOE y el expresidente del Gobierno. Pese a las peticiones reiteradas de los periodistas, Sánchez y Zapatero evitaron darse la mano para la foto.

La enemistad que el expresidente le profesa a Sánchez ya parece no tener solución posible. Hay críticas en el partido para la actitud del expresidente, de quien un dirigente dice: “Se ha metido tanto en el papel de jefe de campaña de Susana Díaz que va a acabar consiguiendo que se note demasiado que la presidenta andaluza quiere deshacerse a toda costa de Sánchez”.

Tregua temporal de silencio

En pleno nerviosismo en las plantas cuarta y quinta de Ferraz, la dirección federal y Díaz han comprendido que el enfrentamiento no beneficia a ninguna de las dos partes. Para los socialistas, llegar a las próximas elecciones en estado de guerra es un lastre que no se quieren permitir. Por eso motivo, ambos sectores se han conjurado para acallar la guerra interna y dejar para más adelante una pelea que todos dan por seguro que continuará.

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