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La división planea sobre las elecciones de Estados Unidos

La división planea sobre las elecciones de Estados Unidos

EFE

Washington —

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Mientras el Partido Republicano asiste a una fuerte división interna tras la aplastante victoria de Donald Trump en las urnas, los demócratas viven una situación similar, pero a la inversa, con un partido unido en torno a Hillary Clinton, pero un electorado dividido que también defiende a Bernie Sanders.

El magnate inmobiliario, que ha roto todo pronóstico, se ha hecho con la virtual nominación de su partido con indiscutibles victorias a lo largo y ancho del país, una candidatura que consolidó después de ganar por un amplio margen hace dos semanas en Indiana, provocando la salida de sus dos últimos rivales, el senador por Texas Ted Cruz y el gobernador por Ohio, John Kasich.

No obstante, pese a ser el ganador incontestable entre los votantes republicanos, movilizando al electorado conservador como no se había visto en décadas, el problema de Trump está dentro del partido al que representa, donde encuentra grandes escollos entre la vieja guardia republicana.

Pese a que el presidente del Comité Nacional Republicano (RNC, en inglés), Reince Priebus, y el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, se apresuraron a erigirse junto al magnate, grandes pesos pesados del aparato del partido como los expresidentes Bush, padre e hijo, o el propio excandidato a la Casa Blanca en 2012, Mitt Romney, se han negado a hacerlo.

Asimismo, y aunque ya ha habido entre ambos una primera toma de contacto, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, aún se resiste a hacer oficial su apoyo al magnate, algo que ocurre también entre otros muchos legisladores que temen perder su escaño en el Congreso si se ponen del lado de Trump.

Algo paradójicamente opuesto ocurre con el Partido Demócrata, donde la exsecretaria de Estado cuenta con el respaldo incondicional de sus correligionarios, pero sigue batallando en las primarias con el senador por Vermont, quien continúa granjeándose victorias como la de esta semana en Oregón, que legitiman su candidatura.

Aunque los números no están a favor de Sanders y la nominación parece asegurada para Clinton gracias a los llamados “superdelegados”, representantes demócratas que pueden dar su apoyo al candidato que ellos consideren en la convención de julio, el senador no ceja en su empeño de continuar en campaña, aupado por sus seguidores.

De hecho, Clinton ha ganado 1.768 delegados a través del voto popular, mientras que el senador se ha hecho con 1.494, unas cifras que reflejadas en el mapa se resuelven con casi un empate técnico en el número de estados que han caído de lado de uno y otro candidato en lo que llevamos de campaña.

La persistencia de Sanders de continuar en liza, pese a tener casi imposible a la nominación, ha elevado la preocupación de los líderes demócratas, quienes temen que una prolongada batalla entre ambos desgaste a Clinton en su lucha final con el multimillonario.

Y es que el senador que se autoproclama socialista democrático y ha llamado a “la revolución política”, ha atraído la atención del electorado más joven y de un segmento demográfico al que la exsecretaria de Estado no ha sido capaz de ilusionar.

Tanto es así que muchos expertos apuntan a que un porcentaje de los votantes de Bernie Sanders, motivados por cambiar el sistema de clases y acabar con los parámetros establecidos que han decepcionado al país en los últimos años, votarán por Trump en caso de que el senador no se haga con la nominación demócrata.

La polarización y la división sobrevuelan pues en este periodo electoral estadounidense, un momento en el que parece que el deseo de los ciudadanos y el de los partidos políticos tienen por destino no cruzarse.

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