La educación acerca la Constitución de Alemania a una nueva reforma

La Constitución alemana, aprobada en 1949 y considerada un modelo que han seguido otros países, ha sido modificada en cerca de 60 ocasiones y ahora se enfrenta a otra reforma, a propósito de la educación, que hoy ocupa a ministros regionales.

Los planes de reforma actual están de momento paralizados debido a algo típico del orden político alemán: una disputa entre el Gobierno central, de un lado, y los 16 estados federados, del otro.

Los ministros de Educación de los gobiernos regionales, reunidos en Berlín, se encuentran de momento en un dilema.

La reforma que ahora está en discusión en principio y a corto plazo favorecería a los “Länder” (estados federados): se trata de crear las condiciones jurídicas para hacer posible una inversión de 5.000 millones de euros en la digitalización de las escuelas.

Sin embargo, los primeros ministros de los 16 estados federados -todos y por encima de diferencias de partido- han manifestado el temor de que la reforma abra las puertas a un deterioro de la autonomía de los “Länder” en material educativa.

Toda reforma a la carta magna exige una mayoría de dos tercios tanto en la cámara baja (Bundestag) como en la cámara alta (Bundesrat), donde están representados los gobiernos regionales.

Los jefes de los gobiernos regionales han anunciado que no ratificarán en el Bundesrat la reforma, ya aprobada por el Bundestag, y que convocarán la comisión mediadora entre las dos cámaras.

El que haya un debate y reservas frente a los planes de reforma es algo que ha sido típico a lo largo de la historia constitucional alemana ya que, cada vez que se plantea una modificación, los actores políticos tienen que hacer un balance entre la necesidad de tomar decisiones pragmáticas y el deseo de no tocar principios claves.

La misma constitución prohíbe expresamente, en el artículo 79, la reforma de algunos aspectos como el orden democrático, federal, republicano y parlamentario, la definición de la República Federal de Alemania como un estado social de derecho, la división de poderes y los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Del resto, las reformas son posibles como lo muestra la historia de las mismas y muchas veces han respondido a cambios coyunturales que hacían necesario adaptar puntualmente la carta magna a nuevas necesidades políticas.

En 1956, por ejemplo, en el marco del comienzo de la guerra fría, se hizo una reforma, acompañada de duros debates, que le daba un marco constitucional al nuevo ejército, que no había estado contemplado en 1949 cuando se pensaba en una Alemania completamente desmilitarizada.

Otras reformas a lo largo de la historia han sido las relacionadas con la adaptación de la Carta Magna a los tratados europeos, en especial al Tratado de Maastrich.

En los años noventa la reforma del artículo sobre el derecho de asilo -que lo limitaba en algunos aspectos- generó una gran polémica.

Más recientemente, una reforma clave fue, en 2009, la introducción en la Constitución del llamado freno a la deuda que exige que el presupuesto federal no tenga un déficit estructural superior al 0,35% del PIB y que los estados federados tengan un presupuesto equilibrado.

La norma contempla excepciones para hacer frente a catástrofes naturales o a una recesión grave.

Pese a todas las modificaciones, como constató el catedrático Christoph Gusy en un artículo para la Central Federal de Formación Política con motivo de los sesenta años de la carta magna, en Alemania nunca ha habido una crisis constitucional.

La constitución que inicialmente se aprobó como algo provisional, mientras llegada la unidad alemana, -por eso se llamaba Ley Fundamental- se ha mantenido en su esencia, incluso después de la reunificación que se selló el 3 de octubre de 1989.

El marco constitucional para la reunificación ya estaba dado, por el artículo 23 que hizo posible que la ahora extinta RDA declarase su ingreso al ámbito de vigencia de la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania.

Rodrigo Zuleta