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El enviado de la ONU advierte de que “el tiempo ya se ha agotado” en Libia

El enviado de la ONU advierte de que "el tiempo ya se ha agotado" en Libia

EFE

Argel —

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El nuevo enviado especial de Naciones Unidas para Libia, Martin Kobler, advirtió hoy a dos gobiernos rivales de que ha llegado el momento de tomar decisiones porque el tiempo para solucionar la guerra que desangra el país desde 2011 “ya se ha agotado”.

Kobler fue así de duro y directo en su primera intervención ante los líderes libios y de los países vecinos, reunidos hoy en el hotel Aurassi de Argel en compañía de representantes de la Unión Europea (UE), la Liga Árabe y la Unión Africana.

“Es hora de actuar con rapidez para poder concluir realmente este acuerdo, incluso aunque todas las partes queden insatisfechas. El factor esencial ahora es el tiempo”, subrayó el diplomático alemán, quien se mostró “convencido” de que el propio pueblo libio desea ese pacto “aunque no haya consenso”.

“Tras doce meses de negociaciones, hay que llegar a un acuerdo lo antes posible para poder acometer los distintos desafíos que afronta Libia, en particular aquellos vinculados a la seguridad y la acción de grupos terroristas”, afirmó.

Kobler defendió los principios establecidos por su predecesor, el español Bernardino León, al que las dos partes rivales criticaron, y reiteró que la solución pasa por la formación de un gobierno de unidad nacional transitorio, secundado por una suerte de órgano supervisor, que prepare nuevas elecciones.

Una idea que en principio los dos gobiernos rivales, el de Tobruk y el de Trípoli, aceptaron a finales de septiembre, pero que más tarde desecharon al imponer León una composición con la que ninguno estaba de acuerdo.

Desde entonces, Libia está sin un gobierno legítimo, ya que el mandato dado por el pueblo en las urnas al Parlamento de Tobruk, aun extendido de manera unilateral por sus diputados, expiró el pasado 20 de octubre.

Además, quedó condicionado por las denuncias de Trípoli contra León por su supuesta parcialidad en favor de Tobruk, críticas que se agudizaron después de que el diplomático español firmara al término de su misión un contrato con Emiratos Árabes Unidos, uno de los países que apoyan a Tobruk.

En la misma línea que Kobler se expresó hoy el ministro argelino de Asuntos Magrebíes, Unión Africana y Liga Árabe, Abdelkader Mesahel, anfitrión de la cita, quien destacó que la ausencia de una solución para Libia incrementa la amenaza del yihadismo en toda la región.

“La ausencia de una solución en Libia y la continuación del conflicto son los dos factores que multiplican las amenazas y los peligros sobre el conjunto de la región y propician el crecimiento de grupos terroristas, especialmente Dáesh (acrónimo en árabe de Estado Islámico)”, afirmó.

“Los libios están llamados a encontrar por sí mismos una salida a la crisis que atraviesa su país”, señaló el ministro argelino en el discurso de apertura del foro, el séptimo de esta naturaleza que celebran las partes de Libia.

Su colega Mohamad Dairi, a cargo de la cartera de Exteriores en el ejecutivo de Tobruk, recogió el guante tendido e indicó que los libios están dispuestos para seguir adelante en el proceso de paz auspiciado por la ONU.

“Estamos al servicio de nuestro país, es nuestro deber de reforzarnos. Tenemos una estrategia unida para luchar contra las amenazas de los terroristas, que ahora se han vuelto más violentos”, agregó.

En la mesa pública no se habló del que parece ser el principal escollo para el acuerdo, la formación de un mando militar conjunto que aúne las fuerzas de las milicias islamistas afines a Trípoli y los soldados leales a Tobruk, ahora enfrentadas sobre el terreno.

El principal punto de discrepancia es el destino reservado al controvertido general Jalifa Hafter, un exmiembro de la cúpula de Muamar al Gadafi que después devino en su principal opositor en el exilio y que ahora dirige las fuerzas de Tobruk.

Hafter, de 72 años, lanzó en mayo de 2014 una ofensiva sobre la ciudad de Bengasi, en poder de las milicias afines a Trípoli, que no ha tenido reflejo en el terreno militar pero ha causado una enorme tragedia humanitaria.

Los combates se suceden también en el oeste de Trípoli y en las ciudades de Derna, en el este del país, y Sirte, uno de los principales puertos de Mediterráneo, que están en gran parte bajo el control de grupos armados afines a la organización yihadista Estado Islámico.

Los radicales han aprovechado durante los últimos meses la pugna política para repeler los ataques sobre su bastión en Derna, entrar en varios barrios de Bengasi, conquistar casi toda Sirte e incluso dominar zonas en torno a Sabratah, ciudad que se encuentra a medio camino entre Trípoli y la frontera con Túnez.

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