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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Los otros catorce Uribetxeberria

Uribetxebarria abandona el hospital Donostia. Foto: Efe.

Borja Ventura

La concesión del tercer grado penitenciario y puesta en libertad de Josu Uribetxeberria no pone punto y final a una historia desagradable para el Gobierno. Más bien al contrario, puede ser el principio de un largo camino. La izquierda abertzale lleva meses haciendo campaña por la liberación de otros catorce presos “gravemente enfermos”, según sus demandas, y la forma en la que ha terminado el caso de Uribetxeberria dará alas a sus reivindicaciones.

Si para ETA fue fundamental mantener la ortodoxia de los presos por su enorme importancia como colectivo, también la izquierda abertzale ha hecho de ellos una de sus principales reivindicaciones. Por eso, además del colectivo Etxerat para las familias de los presos, los abertzales crearon en febrero Herrira como organización para canalizar sus reivindicaciones sobre los presos y “exiliados”, según su documento fundacional, después de que ETA abandonara las armas.

Y es Herrira quien reclama la liberación de catorce presos, cuyos historiales clínicos comparten públicamente para reclamar su liberación. Pero ¿son tan graves sus dolencias como para que sea factible un nuevo caso Uribetxeberria? Según fuentes médicas especialistas en medicina intensiva consultadas, en algunos casos sí. De los catorce expedientes al menos tres revelan problemas de salud bastante importantes, siendo el resto dolencias comunes que no tendrían por qué requerir una excarcelación para ser tratadas o, sencillamente, dolencias que por sí no son graves en una primera etapa.

El caso más grave es el de Iñaki Erro, un etarra con ocho delitos de sangre a la espalda cometidos durante los 'años de plomo' y a quien se ha alargado la condena mediante la aplicación de la 'doctrina Parot'. Según las fuentes médicas consultadas, “tuvo un infarto grave, con lesiones en los tres vasos del corazón” y aunque no se especifica “qué parte del corazón sigue latiendo y con qué intensidad”, dichas fuentes consideran que Erro “es una bomba de relojería, alguien que podría morir en cualquier momento aunque no estuviera en la cárcel”. La forma de saber lo grave que es su dolencia sería mediante una prueba de esfuerzo y, dentro de lo posible, el reposo sería la mejor forma de evitar un mal mayor.

Otro caso grave es el de Aitzol Gogorza, implicado en dos atentados y que fue detenido con el arma con la que se asesinó a una tercera persona. Su dolencia dolencia no es física, sino mental. Según el historial compartido, tiene un trastorno obsesivo-compulsivo grave de tipo violento, lo que ha hecho que haya llegado a tener graves incidentes en prisión y haya sido trasladado a módulos de aislamiento. En su historial aparece un intento de suicidio lo que “en caso de estar asociado a su trastorno, puede indicar que su trastorno mental es grave”, afirman las fuentes consultadas. Gogorza fue el primer preso etarra acercado a Euskadi por el Ejecutivo de Rajoy.

Jesús María Hernando es el tercer preso de la lista que las fuentes médicas consultadas consideran grave. Sufre “un trastorno previo a la esquizofrenia, además de un tipo en el que se producen alucinaciones, lo que le convierten en alguien a quien habría que dar un tratamiento muy concreto”. Aunque dichas fuentes no quieren pronunciarse acerca de la conveniencia de excarcelar o no a ningún preso, sí señalan que una persona con este cuadro médico, que además intentó suicidarse, “debería estar en un centro psiquiátrico”.

Gravedad más difusa

En la lista hay otros presos con menores riesgos para su salud, entre ellos históricos como Josetxo Arizkuren 'Kantauri', autor de una veintena de asesinatos y varios secuestros, aquejado de “una enfermedad en las arterias del corazón que hace que no llegue oxígeno suficiente”. Según el propio historial, “no hay alteración del pulso” y “se ha tratado con la implantación de un stent, un muelle para dilatar la arteria” algo que, según el especialista consultado “tiene mucha gente sin que eso dificulte su vida diaria”. “Ahora bien”, matiza “para saber el avance exacto de la enfermedad habría que hacerle una prueba de esfuerzo”.

Otro histórico de la lista es Isidoro Garalde 'Mamarru', uno de los que adiestraban a los nuevos terroristas. Según su historial, sufrió un infarto “pero el hecho de que no se especifique qué lesiones tuvo da que pensar que fue algo controlado y que no necesariamente puede repetirse”. Menor gravedad reviste José Ramón López de Abetxuko, encargado de alojar y guarecer a los etarras huidos a Francia, que sufrió “una arritmia con fibrilación auricular”, es decir, que una parte de su corazón quedó afectada. “El tratamiento es quemar la parte muerta del músculo y, como mucho, ponerle un marcapasos como el que llevan miles de personas”, indica el experto en medicina intensiva.

Junto a él hay otros dos presos etarras con problemas cardíacos en la lista. Son Inmaculada Berriozabal, con diabetes e hipertensión en un estadio indeterminado “que podría implicar desde mareos a un derrame” o José María Pérez, que sufrió un infarto “que se trató implantando un muelle dilatador en un vaso arterial aunque quedó afectado gravemente el vaso principal”.

José María Mendinueta, condenado por cinco intentos de asesinato y cuya condena fue alargada aplicando la doctrina Parot, tiene una enfermedad autoinmune “que le ha producido una inflamación en las articulaciones al final de la columna, además de padecer una hernia”, por lo que según el análisis médico “su gravedad dependerá del tiempo que lleve así y de su capacidad de movimiento”.

También sufre una dolorosa afección Garikoitz Arruarte por una enfermedad autoinmune que contrae sus articulaciones hasta que estas “se van anquilosando”. “Eso produce dolores y alteraciones en los cartílagos, pero con un correcto tratamiento puede hacer vida normal”.

Iñaki Etxeberria, 'Mortadelo', antiguo miembro del 'comando Madrid' es, según su historial, “casi tuerto del ojo derecho y casi ciego por un glaucoma en el izquierdo”, lo que condiciona la vida normal “pero no reviste gravedad alguna para la salud”. José Miguel Etxeandia es otro caso de trastorno obsesivo-compulsivo, pero que en este caso, y dependiendo de cuál sea tu compulsión“, las fuentes médicas consultadas consideran que ”no reviste mayor gravedad si un psicólogo le ve con regularidad“.

Completan la lista dos cánceres aparentemente sin complicaciones, uno de próstata “tratado y sin metástasis” de José Ángel Biguri, y otro de mama “de un tipo frecuente y no muy avanzado, lo que augura una esperanza de vida muy larga” de Gotzone López de Luzuriaga.

Una posible brecha en el PP

Uribetxeberria, enfermo de cáncer terminal, es el último caso de terrorista liberado por su salud, pero ni mucho menos el primero. Hasta 23 como él han sido liberados en 16 años, más de uno al año. Junto a ellos, otros once están en prisión atenuada por el mismo motivo.

De hecho uno de los ministros de Interior que más etarras liberó por esa causa ha sido el principal foco de problemas para el Gobierno: Jaime Mayor Oreja. El que fue presidente del PP vasco, ahora europarlamentario, protagonizó una tensa escena en la primera Ejecutiva del PP tras el verano cuando se enfrentó al actual ministro de Interior para reprocharle el trato que se estaba dando a Uribetxeberria. Y junto a él la recién dimitida Esperanza Aguirre. Tuvo que ser el propio presidente del Gobierno el que medió en favor de lo que se había hecho, pero eso no fue suficiente.

Mayor Oreja ha seguido con sus críticas, asegurando que la liberación del etarra no responde a motivos legales ya que la ley, justo una que él mismo redactó, dice que el Gobierno tiene la opción de liberar a un preso gravemente enfermo, pero no la obligación. Con esos mimbres le ha bastado para decir que lo hecho obedece a una “decisión política”, algo que han repetido los medios de comunicación afines a esa línea ideológica del PP y que otros ministros como el de Justicia se han esforzado en rechazar.

El exministro de Interior asegura que nada tiene que ver la decisión sobre Uribetxeberria con las que él tomó durante el Gobierno de Aznar, cuando se acercaron y liberaron a un buen número de presos con el aplauso de medios que cambiaron radicalmente de actitud durante el Gobierno de Zapatero. Sin embargo, a la luz de los hechos, muchos de los terroristas cuyas liberaciones él mismo firmó no eran enfermos terminales ya que, a día de hoy, más de una década después, la mayoría sigue viviendo.

Una de las especulaciones que se abrió tras el reciente adiós de Esperanza Aguirre era precisamente esa, que la expresidenta de la Comunidad de Madrid estuviera profundamente en contra de algunas de las decisiones del Gobierno en materia antiterrorista y económica, y que eso le hubiera llevado a marcharse. Especulación verosímil o no, el caso Uribetxeberria enfrentó al Gobierno con las asociaciones de víctimas, uno de los tradicionales feudos del centroderecha español, y amenaza con ahondar el malestar en sus propias filas. “Descontento” fue de hecho la palabra elegida por Aguirre para echar más leña al fuego respecto al caso Uribetxeberria.

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