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La imposible neutralidad del rey ante Cataluña

El mensaje del 3-O, la difícil investidura...10 momentos de 5 años de reinado

EFE

Madrid —

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Más allá de sus intervenciones con motivo de las fiestas navideñas, Felipe VI sólo ha dirigido un mensaje solemne con carácter excepcional a los españoles en sus primeros cinco años de reinado que se cumplen el próximo 19 de junio.

Eso ya da fe de la trascendencia de ese momento. Fue el 3 de octubre de 2017 cuando el rey, dos días después de la celebración del referéndum ilegal por la independencia en Cataluña, decidió que era hora de que la jefatura del Estado dejara clara su posición.

Y lo hizo llamando la atención sobre la gravedad de la situación y acusando a los dirigentes de la Generalitat de una “deslealtad inadmisible”, de incumplir la Constitución y el Estatut, de socavar la convivencia al provocar una sociedad fracturada y enfrentada, y de situarse al margen del derecho y la democracia.

A su juicio, pretendían quebrar la unidad de España y la soberanía nacional y, por ello, los legítimos poderes del Estado debían asegurar el orden constitucional.

Sus palabras provocaron numerosos elogios y algunos reproches de los protagonistas del revuelto escenario político de este lustro, pero fueron un punto de inflexión en el rechazo a su figura por parte del independentismo.

Le achacaron que se hubiera puesto claramente de una parte, pero para Zarzuela era la única que podía contar con el respaldo del rey, la de la defensa de la Constitución, y no cabía ser equidistante. Su neutralidad, entienden, era y es imposible.

Los antecedentes de la actitud de los dirigentes soberanistas en los años previos a la abdicación de don Juan Carlos ya hacían presagiar que este problema se iba a enquistar.

Consciente de ello, en su discurso de proclamación el nuevo monarca ya abogaba por no romper nunca los puentes de entendimiento, reafirmaba su fe en la unidad de España y subrayaba que en ella caben todas las distintas formas de sentirse español.

Pero, por el contrario, la brecha fue creciendo hasta que por vez primera en democracia el Gobierno decidió aplicar el artículo 155 de la Constitución y la justicia actuó sentando en el banquillo a varios líderes independentistas encabezados por Oriol Junqueras que están ya a la espera de conocer la sentencia tras el juicio por el 'procés'.

Las visitas que el rey ha realizado a Cataluña han sumado una escalada de desplantes, con Carles Puigdemont primero y después con Quim Torra a la cabeza.

Su presencia en el Mobile World Congress, en el Salón del Automóvil, en la inauguración de los Juegos del Mediterráneo... todas ellas han estado acompañadas de gestos de desprecio de los responsables de la Generalitat, pero no han impedido que Cataluña sea la comunidad que más ha visitado (36 veces) en los cinco años transcurridos desde que asumió el trono.

La actitud de esos dirigentes ha sido secundada por otras autoridades como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y por unas bases soberanistas que se han prodigado en protestas ante la presencia del jefe del Estado en territorio catalán.

Unas protestas que se hicieron notar incluso en la manifestación del 26 de agosto de 2017 en Barcelona a la que acudió el rey para expresar su solidaridad con las víctimas de los atentados perpetrados nueve días antes en esta ciudad y en Cambrils.

La quema de fotos del rey, su reprobación y la comisión de investigación sobre la monarquía aprobadas por el Parlament e impugnadas por el Gobierno ante el Tribunal Constitucional, y la entrega de los premios Princesa de Girona fuera de esta ciudad ante la negativa de su ayuntamiento a ceder el espacio habitual para ello fueron otros desaires.

En Madrid también han querido dejar patente su rechazo no asistiendo a los actos solemnes del Congreso que han contado con la presencia del rey o excluyéndose algunos de las sucesivas rondas de consultas que ha tenido con los líderes políticos ante las complejas investiduras de un presidente del Gobierno vividas desde 2015.

ERC ha mantenido esa actitud y no ha participado en los recientes contactos de Felipe VI con los líderes políticos después del 28A, mientras que Junts per Catalunya sí lo hizo tras un intento fallido de estar representada por uno de sus diputados en prisión, Jordi Sánchez.

Finalmente fue otra diputada, Laura Borrás, quien acudió a Zarzuela para trasladar al monarca que los catalanes no tienen rey y hacerle llegar un mensaje de Carles Puigdemont de que le gustaba más como príncipe de Girona que como monarca.

Ella misma comentó la respuesta del jefe del Estado: a mí también me gustaba más Puigdemont como alcalde de Girona que como president.

La monarquía española asume que la digestión de esta crisis va a ser larga y que ha puesto a la Corona en una situación delicada, pero hay confianza en que se pueda encontrar una solución después de que el país haya superado en su historia otros momentos muy complicados.

Esencial para ello es la convivencia, una palabra clave a la que el rey viene apelando en la mayoría de sus intervenciones en las que se refiere directa o indirectamente a la situación en Cataluña.

Fue por ejemplo la base de su último mensaje de Navidad: una llamada a la convivencia, pero fundamentada siempre en el respeto a la Constitución, y a impedir que renazcan el rencor y el resentimiento.

Esa larga digestión de la crisis aventura que las alusiones a Cataluña puedan estar presentes en bastantes más mensajes navideños.

José Miguel Blanco

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