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Una cúpula casi inexistente, al frente de un desarme de ETA con “mediadores”

Una cúpula casi inexistente, al frente de un desarme de ETA con "mediadores"

EFE

Madrid —

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Una cúpula casi inexistente se pone al frente, junto a los “artesanos de la paz”, de un desarme de ETA sobre el que aún se mantienen muchas incógnitas, como la cantidad de armamento a entregar y cómo se escenificará el acto previsto el sábado en Baiona.

Serán ellos quienes, según las previsiones, escenifiquen la entrega, bien ofreciendo las coordenadas de los zulos, exhibiendo algunas armas o de la forma que hayan acordado y que a día de hoy no han desvelado.

En cualquier caso, lo lógico es que todo esté acordado con la cúpula de la banda, totalmente diezmada por los sucesivos golpes policiales, apenas inexistente y probablemente encabezada por Mikel Barrios, según han indicado a Efe fuentes de la lucha antiterrorista.

Más que por su ascendencia, añaden las fuentes, Barrios se habría visto obligado a ocupar el puesto que “quedó libre” en la dirección de la banda cuando fue detenido por la policía francesa y la Guardia Civil Mikel Irastorza, capturado el pasado mes de noviembre.

Barrios, nacido en Pamplona, formó parte de la organización juvenil Segi y su fotografía permanece en el cartel de los etarras más buscados como adscrito en su día a los “taldes de reserva” de ETA fuera de España.

Las fuentes consultadas no añaden ningún nombre más en esa cúpula, que ahora estaría al frente de apenas una decena de “liberados”.

Porque el organigrama de la ETA de hace casi cuatro años se ha ido borrando merced a los golpes policiales.

De la más gruesa lista de nombres de antaño han quedado ahora unos pocos huidos, como José Luis Eziolaza, alias “Dienteputo”, Oier Egidazu, Anartz Arrbari o Eneko Agirresarobe; también el histórico Juan Antonio Urrutikoetxea “Josu Ternera”, al parecer enfermo y “jubilado”.

Y para llegar a esta situación agónica, ETA ha tenido que sufrir un buen número de desmantelamientos de sus cúpulas en sucesivas operaciones de las fuerzas de seguridad, que ya en 1969, y con el Casco Viejo de Bilbao como escenario, tuvo que encajar su primera desarticulación.

1984 fue testigo de otra “derrota” de la cabeza de ETA. José Luis Ansola Larrañaga, conocido como “Peio el Viejo” y Eugenio Etxebeste, alias “Antxon”, fueron apresados.

Más conocidos por su alias que por sus nombres, también cayeron en años sucesivos dirigentes como “Santi Potros” o “Alain Delon”, pero fue en 1992, ahora hace justo 25 años, cuando ETA recibió el mayor golpe en su dirección.

La Guardia Civil y la policía francesa detuvieron en marzo de ese año a etarras que han pasado a engrosar la lista de terroristas más conocidos.

Fue en Bidart y allí cayeron Francisco Múgica Garmendia “Pakito”, José Luis Álvarez Santacristina “Txelis” y José María Arregi Erostarbe “Fiti”, es decir, los que formaban parte del colectivo “Artapalo”.

Ya en 1999 fueron apresados seis etarras de la cúpula, entre ellos el considerado jefe de los comandos “ilegales” José Javier Arizkuren Ruiz, “Kantuari”; un año después, la localidad de Bidart volvió a ser escenario de un detención importante, la de Ignacio Gracia Arregi, “Iñaki de Rentería”.

Desde esas fechas, el goteo de detenciones de dirigentes de la banda ha sido constante, desde Juan Ibon Fernández de Iradi “Susper”, hasta Mikel Albisu “Mikel Antza”, Garikoitz Aspiazu “Txeroki” o Mikel Kabikoitz Karrera Sarobe “Ata”, considerado en 2010 el máximo dirigente de la banda.

Poco a poco ETA fue diezmándose, su apoyo social fue cayendo en paralelo y no tuvo más remedio, como subrayan las fuentes, que declarar el fin de la violencia. La banda no ha vuelto a matar en España desde el 30 de julio de 2009, en una acción en Mallorca que causó la muerte a dos guardias civiles.

El 20 de octubre de 2011 tres encapuchados leyeron el comunicado que ponía fin a décadas de asesinatos y precisamente dos de esos etarras -David Pla e Iratxe Sorzábal- fueron detenidos en septiembre de 2015 en la desarticulación por la Guardia Civil y las fuerzas de seguridad francesa de la última cúpula medianamente nutrida.

Tras ésta pseudocúpula, la dirección pasó a manos de Mikel Irastorza y ahora a Mikel Barrios.

Una larga historia de caídas y recuperaciones que parece ha llegado a su final. ¿Sin contrapartidas? Las fuentes consultadas creen que, al menos de momento, ETA no las va a recibir y, probablemente, ni siquiera las espere en el corto plazo.

A 8 de abril de 2017 lo más probable es que el desarme anunciado sea el gesto desesperado de una banda que ha sufrido la presión policial y que deja en el tejado del Gobierno la gestión del nuevo escenario.

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