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ENTREVISTA Secretaria de Organización de Podemos

Lilith Verstrynge: “En 2015 Podemos respondió a la indignación y ahora toca responder a la desafección política”

La secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, durante la entrevista con elDiario.es.

Aitor Riveiro

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La primera secretaria de Organización de Podemos atiende a elDiario.es el día de su 29 cumpleaños. Lilith Verstrynge (Madrid, 1992) será una de las mujeres que pilote el cambio generacional en un partido que, apenas siete años después de su fundación, ha puesto un marcha una renovación casi completa de su primera línea. Junto a la secretaria general, Ione Belarra, y la número dos, Irene Montero, Verstrynge tiene dos años para poner a punto una maquinaria territorial que, hasta ahora, ninguno de sus predecesores en el cargo ha logrado afinar. 2023 se asoma plagado de elecciones y no se pueden permitir un resbalón. Aunque ha trabajado fuera del foco en el partido casi desde su fundación, su nombre comenzó a moverse cuando fue nombrada asesora del grupo parlamentario. Mujer, joven y en Podemos: carne de bulo y de acoso en redes.

Pero esta historiadora, entre otras titulaciones, formada en Francia pasó pronto esa pantalla. La tarea que tiene por delante es demasiado compleja. De hecho, es la cuarta persona que ocupa la secretaría desde 2014. Se impone el mismo reto que sus predecesores: lograr el enraizamiento territorial de Podemos. Su receta: cuidar a los territorios y a las bases. “No es tanto una cuestión de ilusión, sino de devolverles la implicación y la capacidad política”, dice. “Es importante también ir donde aparentemente no te necesitan”, apunta.

Verstrynge cree que desde la fundación de Podemos ha cambiado la pregunta a responder: “En 2015 Podemos respondió a la indignación y ahora toca responder a la desafección política”, asegura. Defiende la estrategia impulsada por Pablo Iglesias de entrar a los gobiernos, también al de coalición, perfectamente consciente de las contradicciones que supone. Pero asegura: “Si Unidas Podemos no hubiese estado en un espacio de gobierno muchas de las cosas que hemos conseguido no habrían estado ahí”. También deja recados al PSOE, al que señala por no cumplir el acuerdo de gobierno, y defiende llevar los conflictos políticos al escenario público: “Creo que tiene que ver con la nueva manera de hacer política”.

Lleva unas semanas en el cargo, ¿qué diagnóstico hace? ¿Cómo está Podemos?

El diagnóstico los estamos haciendo. Ha venido bien que la designación fuese en julio porque permite ir tomando contacto e ir visitando y hablando con los territorios para poder tener en septiembre algo más riguroso. 

Queda mucho por hacer. Hay cosas que mis predecesores han hecho bien, pero toca centrarse en las debilidades, ver dónde hay que reforzar, dónde hay que centrarse. Eso pasa por dos objetivos principales; uno más a corto plazo, que tiene que ver con las elecciones autonómicas y municipales, para las que el partido tiene que estar fuerte; y otro más a largo plazo, asegurar que Podemos como espacio político permanezca en el tiempo. 

¿Y eso cómo lo piensa hacer? 

Con las convocatorias electorales continuas no hemos tenido el tiempo ni la posibilidad de construir partido y estructura territorial. Ahora es un buen momento y tenemos tres retos. El primero, consolidar lo que hay y construir donde no hay. Tenemos que salir de ese principio de reacción en el que te llaman, y vas a apagar un incendio y haces política una vez estás en el terreno. Es importante también ir donde no te llaman, donde aparentemente no te necesitan. No hay que inventar la rueda, sino aplicar cosas que ya existen y que se hacen en otros partidos y en otros espacios. 

El segundo es más político, aunque tiene que ver con la construcción territorial, y es hacer frente a la idea de desapego o desafección política que tiene la gente en este momento. Voy a citar a un francés de estos que me gustan, el escritor Christophe Guilluy, que dice que hay desafección política generalizada a nivel global debido a la secesión de las élites, que lo que hacen es separarse del pueblo y hacer su vida de manera paralela. En 2015 Podemos tenía un reto muy importante, responder a la indignación y ahora toca responder a la desafección política. Es mucho más complicado porque es mucho más profundo.

Y el tercer reto creo que tiene que ver con identificar liderazgos y perfiles que a lo mejor no forman parte de las órbitas de los partidos, pero que hacen política en su día a día y que también tienen un lugar importante dentro del paraguas de Podemos.

Mencionaba las debilidades de Podemos, ¿cuáles son?

La primera debilidad tiene que ver con el tiempo limitado de existencia. Son siete años y aunque parece una vida en realidad es un tiempo muy reducido. Y la segunda tiene que ver con el tiempo también, pero con las prisas. Se han producido convocatorias electorales que no han permitido que Podemos pueda desplegarse para llegar a todos los rincones de España.

Uno de los objetivos que ha citado es que Podemos sobreviva. ¿Cree que está en riesgo la supervivencia de Podemos? ¿Puede deshacerse, desgajarse, desaparecer?

No, porque el proyecto político en sí es muy sólido. Pero todos los partidos necesitan de una organización territorial. Es simplemente una manera de afianzar el partido y el espacio, y sobre todo de llegar a otras personas y a otras partes de nuestro país.

Todos los secretarios de Organización, todos los dirigentes, han sido conscientes de que uno de los problemas de Podemos ha sido la implantación territorial. Desde 2015. Y estamos en 2021 y Podemos arrastra el mismo problema. ¿Es solo un problema de tiempos, de hacer tantas cosas a la vez? ¿O tiene también que ver con el tiempo político y con el con el tiempo que vivimos? Poniendo el ejemplo de Francia, Emmanuel Macron tampoco ha sido capaz de enraizar un partido y tiene problemas, aunque es el presidente.

Creo que en el caso de Macron es distinto, aunque también es un partido muy joven. Una cosa son las presidenciales y otra cosa las elecciones regionales y municipales; la oferta política en unas y en otras es muy diversa y muy plural. No sería comparable la situación de Podemos con la situación del partido de Macron, que es más un producto comunicativo que a través de alianzas políticas consigue construir a nivel territorial. Nosotros podemos tener esa parte de comunicación, pero creo que nosotros sí somos un partido establecido con representación en muchas zonas de España.

Sí creo que es una cuestión de tiempo, quizás también de trabajo, de dedicación y de objetivos concretos que a lo mejor podría ser lo que ha faltado. Hemos hablado mucho en términos generales. Ahora toca ir a lo concreto, al detalle.

Ha viajado ya por algunos territorios, ¿qué le comentan, qué le demandan, qué necesitan?

La gente está muy ilusionada con la nueva etapa y con la nueva dirección. Eso es muy importante. Pero venimos de una dinámica en la que se hablaba de devolver la ilusión a los territorios, y yo creo que no es tanto una cuestión de ilusión, sino de devolverles la implicación y la capacidad política. Se demanda la posibilidad de hacer, de trabajar en conjunto. También una cuestión de territorializar los éxitos, que no sea algo del Gobierno estatal y que por tanto se celebre en Madrid, sino que también se pueda llevar y acompañar al resto de territorios. Y entender las cosas que se consiguen aquí como lo que son, logros que afectan y que benefician a todos los territorios.

El esquema organizativo que plantearon en la IV Asamblea de Podemos es muy similar al que diseñó el anterior equipo, el de Alberto Rodríguez, aunque introduce cambios. ¿Cuáles son? ¿Cómo se puede recuperar a mucha de la gente que estuvo en los círculos en los inicios?

Hay dos tareas. La primera tiene que ver con terminar de desarrollar ese modelo organizativo que viene a propuesta de Alberto Rodríguez, que desarrollar e implementar. 

La segunda está muy relacionada con el nuevo momento político, esos nuevos liderazgos encabezados por mujeres. Son perfiles muy diferentes, con maneras de entender y de hacer política diferentes, lo que permite llegar a más gente. Es algo esencial a la hora de volver al objetivo original que tenía Podemos como partido, que es el de ganar. 

Nunca hemos abandonado esa pulsión de entender Podemos desde la victoria. Para eso debemos dirigirnos también a esas personas que a lo mejor nunca han confiado en nosotros, que todavía hoy siguen sin confiar en nosotros, a pesar de que formamos parte de un gobierno. Ahora falta demostrar que aparte de estar en el Gobierno, somos capaces de estar en el día a día, en sus zonas, en sus casas, en sus territorios, pueblos, comunidades autónomas, etcétera. Es una cuestión de que nos vean, de que presencialmente podamos compartir la vida con esas personas, sean inscritos, militantes o personas que todavía no han dado su confianza al espacio político.

Otra de las cuestiones pendientes sobre todo a nivel territorial es asentar la alianza con IU para que Unidas Podemos funcione más allá de una coalición electoral, que no haya dos partidos que van cuatro años por libre y luego se presentan juntos a las a las elecciones. ¿Cómo quieren vencer las resistencias que hay en algunos territorios entre las militancias?

El trabajo entre las diferentes fuerzas que componen el espacio político lleva haciéndose desde hace mucho tiempo a través de las mesas federales y las mesas territoriales. Próximamente será también con Alianza Verde, la fuerza política que encabeza Juantxo López de Uralde. 

Los objetivos políticos son los mismos. A través del diálogo, de la conversación y del debate político debemos pensar cómo preparar el escenario político de cara a las elecciones que vienen. Lo importante ahora mismo no es hablar de listas electorales, sino de esos objetivos. Tiene que haber una militancia que trabaje en conjunto, sea del partido o del espacio político que sea, y que empuje para crecer territorialmente y llegar a más gente.

En el trabajo diario, en el día a día, en los pueblos, en los barrios, en las asambleas locales, no en todas, o no siempre, funciona la colaboración entre entre militancias. En las recientes elecciones en Madrid hubo problemas por abajo. ¿Cómo se pasa de que Unidas Podemos sea una coalición que se cierra por arriba a que por abajo también se sienta que hay una coalición y no una mera suma de siglas electorales?

Con el trabajo diario. Tiene que ver con que se vean, con que hablen y hagan política en común. Y en muchos sitios se está haciendo, quizás en otros todavía es algo que lleve su tiempo, como toda colaboración. Tienen que pasar un proceso de entendimiento en el que todo el mundo comprenda cuál es su papel, cuál es su rol, qué tiene que hacer cada uno y cómo pueden sumar y aportar. Pero clarísimamente tiene que ver con el trabajo diario, con estar en el mismo sitio juntos, trabajando, colaborando.

Yolanda Díaz ha planteado recuperar el Podemos de 2016, por decirlo de alguna forma, en el que algunas partes que se han ido desgajando o gente que estuvo ahí vuelva. Mencionaba la vicepresidenta en una entrevista el domingo a Ada Colau, que forma parte del espacio político, pero mencionó también a Mónica Oltra [Compromís] o a Martinho Noriega, que fue alcalde de Santiago. ¿Comparte la dirección de Podemos este planteamiento?

Uno de los legados políticos que nos ha dejado Pablo Iglesias es la construcción de un espacio amplio, que esté estructurado y que esté engranado entre sí, que fue la mayoría de gobernabilidad, que impulsó y que apoyó al Gobierno y que también impulsó y apoyó los Presupuestos Generales del Estado.

Ese espacio está y existe, y tiene que ver con una nueva articulación que permita una política de cooperación entre partidos y espacios. Eso es ahora mismo lo central y creo que tiene que ser la hoja de ruta y la dinámica que tenemos que continuar.

Cooperación, pero en espacios independientes, entiendo, o en espacios políticos que a posteriori pueden llegar a pueden llegar a un acuerdo programático o de gobernabilidad.

Somos espacios diferentes, somos partidos políticos diferentes. Pero esa cooperación se ha dado ya en otros ámbitos, también en los parlamentos autonómicos. Todas esas dinámicas tienen que seguir impulsándose y fomentando.

¿No ven posible, por ejemplo, una alianza con Más País de cara a las próximas elecciones generales?

Como te he dicho antes, no toca hablar de alianzas o de listas electorales, sino de construcción del proyecto en común. No creo que eso sea lo principal. No podemos hablar ahora de si con este sí o con este no.

Y de cara a las elecciones autonómicas, que son antes y que dicen que ya están preparando el terreno. Con Compromís, con Adelante Andalucía, con la nueva Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez o con Más Madrid, con quien ya hubo un amago de alianza. ¿Eso sí se podría intentar?

El objetivo que tenemos nosotros como espacio político, como Podemos, tiene que ver con reforzar nuestra organización y nuestro partido. Y por tanto tiene que ver también con ampliar el espacio, pero ampliar nuestro espacio. Y te hablo como secretaria de Organización de Podemos.

Más allá de eso, insisto en que toda cooperación y todo proyecto común se tienen que seguir desarrollando como hasta ahora. Pero te diría lo mismo a nivel estatal, también con Esquerra, puede pasar con Bildu, incluso ha pasado con fuerzas como el PNV. Creo que es esa articulación la clave que nos va a permitir llevar esas políticas sociales más adelante. No es una cuestión de aglomerarse y juntar a todo el mundo en un mismo espacio político, sino una cuestión de entenderse, de escucharse y de comprender y ver cómo podemos hacer política juntos.

Hablando de hacer política, el curso político está prácticamente terminado. Yolanda Díaz ha dicho que comienza una nueva legislatura. Dando por cierto que hay como una especie de parteaguas este verano marcado por el avance de la vacunación, etcétera. ¿Qué balance hacen de la primera parte de la legislatura, de la primera experiencia de Podemos en el Gobierno?

Creo que el balance es bastante ambivalente. Tenemos que hacernos cargo de las insatisfacciones y las frustraciones que ha podido generar no ser una fuerza mayoritaria dentro del Gobierno y que muchos de los retos que nos planteábamos como fuerza política no han llegado a sus máximos. Tenemos la representación que tenemos, 35 diputados, y hay cosas que quedan pendientes por las que hay que insistir, negociar y persistir hasta que se consigan. 

Y tenemos una parte más positiva. Si no hubiésemos estado dentro del Gobierno de coalición muchísimas políticas no hubiesen salido adelante. Y te las puedo enumerar. El ingreso mínimo vital, el Salario Mínimo Interprofesional, la ley del 'solo sí es sí', los ERTE, la ley trans, que es un ejemplo claro de cuáles son las dos posiciones dentro del Gobierno. Somos dos partidos diferentes, con una hoja de ruta y un programa diferente. Y aunque haya un acuerdo de gobierno, parece que una de las dos partes le cuesta un poco más cumplir con ese acuerdo de gobierno

La tarea es, en la medida de nuestras posibilidades, pero sin desistir en el intento y con todas nuestras fuerzas y energías, hacer que se cumpla ese acuerdo de gobierno. También en la Ley de Vivienda o en la reforma laboral.

Sobre la Ley de Vivienda, Ábalos habló intentar tenerla lista a nivel gubernamental en el verano. ¿Realmente estará lista en los próximos meses?

La ley debería llevar lista ya muchos meses. La negociación que está llevando a cabo el Ministerio de Derechos Sociales tiene que culminar en un mínimo, porque es un mínimo, que es lo firmado dentro del acuerdo de gobierno. Por tanto, cuanto antes las partes que tengan que ceder o que tengan que asumir que eso es lo firmado lleguen a ese punto, antes estará la ley. Esperemos que muy pronto, sí.

¿Hay unidad de acción dentro de Unidas Podemos? ¿Todas las partes están de acuerdo en que lo que se escribió en el acuerdo de gobierno y sobre todo en el acuerdo de presupuestos, que es más explícito en cuanto a la bajada de precio del alquiler, es una condición sine qua non sin la que la ley no recibiría el apoyo de sus de sus diputados y del espacio político?

Creo que no solamente es un consenso dentro del espacio político y de Podemos, sino que también lo es en la sociedad. No tendría sentido que no lo fuese a nivel de nuestros ministerios? Sí, lo es.

La presencia de Unidos Podemos tiene un reverso, porque han tenido que asumir políticas con las que casi podrían ser antagónicas. Se me ocurre la fusión de La Caixa y de Bankia como uno de los ejemplos claros de una decisión que probablemente Unidos Podemos no habría aceptado si hubiera sido consultada previamente. ¿Acertaron en la decisión de entrar en el Consejo de Ministros con esta correlación de fuerzas? Desde fuera no habrían tenido que asumir el cambio en la facturación de la luz, la huida del rey emérito a Abu Dabi y hubieran podido influir igualmente en otras leyes.

Yo nunca he entendido a esa parte del espectro político de la izquierda española que no quiere gobernar porque entiende que significa asumir contradicciones. Claro. Gobernar significa asumir contradicciones y si gobiernas en coalición y eres la fuerza minoritaria, esas contradicciones van a ser fuertes. Pero al final nos tenemos que quedar con que si Unidas Podemos no hubiese estado en un espacio de gobierno muchas de las cosas que hemos conseguido no habrían estado ahí. Me faltaban dos por enumerar qué cosas son súper importantísimas. La ley de eutanasia y la ley de cambio climático. ¿En qué momento nos podríamos imaginar que una ley de eutanasia hubiese llegado a nuestro país si no hubiese estado Unidas Podemos dentro del Gobierno? 

Podemos tiene una cosa muy concreta y muy especial, que es en el fondo lo que hace que los grandes poderes nos tengan un poco más de respeto, y es su doble pulsión. Tiene esa comprensión de que hay que gobernar y de que, para cambiar las cosas y la vida de la gente, tienes que formar parte de un gobierno. Que no basta con ser oposición desde la comodidad del Parlamento.

Y la segunda pata tendría que ver con no renunciar a nuestro propio programa. El caso concreto de la luz es un ejemplo perfecto. Tú puedes negociar en el Consejo de Ministros la reducción del IVA, pero a la vez puedes exigir y empujar de tal manera que el mensaje de que España necesita una empresa pública de electricidad vaya calando hasta que llegue el momento en el que eso se consiga.

Este martes Unidas Podemos exigió explicaciones sobre las cargas policiales que hubo en Madrid tras la manifestación por el asesinato de Samuel en A Coruña. Pero un rato después la portavoz del Gobierno sale en la rueda de prensa al Consejo de Ministros y respalda la actuación policial y lo achaca a altercados que fueron provocados por una parte minoritaria de los manifestantes. ¿Cómo convences a quien sociológicamente podría estar en ese espacio de que tu presencia en el Gobierno te impide o no es suficientemente fuerte como para exigir responsabilidades, o para que el ministro de Interior reclame a la delegada al Gobierno de Madrid explicaciones?

El Estado reparte legalidad y legitimidad. Y aunque tú formes parte de ese Gobierno de coalición como miembro minoritario, tú desde dentro de ese propio Gobierno puedes poner en duda la legitimidad de ciertas cuestiones concretas o de ciertas decisiones concretas. Y esto lo hemos hecho desde el principio. Lo ha hecho Pablo Iglesias, lo ha hecho Ione Belarra y lo ha hecho Irene Montero. Creo que es una gran lección política entender la etapa política que hay ahora mismo encima de la mesa en nuestro país termina con el bipartidismo y empieza con una manera de hacer política en la que los debates, el conflicto y las contradicciones están encima de la mesa, y resolverlos también forma parte de esa política que existe ahora. 

No hay que tener miedo a poner en duda la legitimidad de ciertas acciones dentro del Gobierno. Decirlas, debatirlas y denunciarlas también con el objetivo de que dejen de pasar o de que mejoren. Y si ese debate llega a la agenda pública porque es un debate importante, pues bienvenido sea, siempre y cuando permita mejorar esa situación o cambiarla. En este caso concreto, en el de las cargas, también.

Pero esos matices llegan a la ciudadanía? ¿Somos capaces de discernir qué parte es una propuesta suya, qué es algo que se ha negociado, qué es una imposición...?

Creer que la ciudadanía no es capaz de discernir es un principio que nosotros nunca vamos a aplicarnos. Nosotros tenemos que confiar en la ciudadanía. Es algo que forma parte de la identidad de Podemos, si no confías en la ciudadanía española, como partido político estás perdido. Esa capacidad de discernir existe, la tienen y sin duda la aplican. 

Quizá hace falta tiempo para que el mensaje termine de llegar a los sitios a los que no haya podido llegar. Pero en el momento en el que el conflicto está encima de la mesa el ciudadano de a pie puede ser capaz de ver qué defiende cada uno y en función de eso, tomar una decisión.

Pero para eso hay que poner el conflicto encima de la mesa, que es una estrategia política que podemos utilizar de forma habitual, lo que Pablo Iglesias ha dicho en alguna ocasión de que iban a decir “la puñetera verdad”. ¿Seguirá esa estrategia durante toda la legislatura? 

Que el conflicto forme parte del panorama político no es simplemente un trabajo nuestro. Creo que tiene que ver con la nueva manera de hacer política. Ya no estamos en un momento en el que las cosas se deciden a puerta cerrada en despachos y sin contar con la opinión pública o con los ciudadanos. Ahora las cosas se deciden también en el panorama público, y eso forma parte también de la implicación de la ciudadanía en la política.

Hay que distinguir entre la confrontación y el conflicto, que son herramientas políticas y que son una herramientas legítimas que se han utilizado siempre en pos de conseguir o de conquistar derechos, y hay otra cosa que también nos achacan, pero que no tienen nada que ver con el conflicto y la confrontación, que es el ruido. El ruido no tiene que ver con la resolución de conflictos o con el debate de ideas. El ruido tiene que ver con una serie de discursos y de violencia dialéctica que proviene sin duda de otro espacio de la política española y que alienta o impulsa comportamientos o violencias en el día a día y en la vida de la gente. Puedes tener conflicto y puedes tener confrontación con un estilo sosegado. Puede ser Yolanda Díaz y no ser Pablo Casado. Pero cosas como los ERTE, el SMI o la reforma laboral no son cosas que se consigan pidiéndolas por favor, se consiguen con conflicto político.

Hablaba al principio de que ha cambiado el ambiente político, el ambiente social, de la indignación de la década pasada por la crisis de 2008-2010. Y dice que ahora hay una desafección política. ¿Cómo se le da la vuelta a eso? ¿Cómo se combate el giro reaccionario?

El giro reaccionario se combate con el debate político y con la confrontación de ideas. Sin tener miedo a decir o a señalar ciertas cuestiones y a resolverlas. Incluso sin tener miedo a utilizar ciertos términos que quizás ya están asociados a ese espacio reaccionario. Y esto creo que es algo que Podemos ha hecho siempre. Quizá en algún momento se le reconocía más, en otros momentos se le ha reconocido menos, pero siempre ha estado ahí.

Y en cuanto a la de la desafección política, tiene mucho que ver con esta idea que ponen en marcha esos grandes poderes, que es el clásico de “hagan como yo, no se metan en política”, que lo veíamos en su momento, en la época de Franco, pero que lo vemos todavía a diario en discursos y en intervenciones del PP. A quien más le beneficia que la ciudadanía no se implique en política es a esos grandes poderes, porque cuanta menos política en manos de la ciudadanía, más política en manos de la gente con poder.

La desafección política es un problema que no afecta solamente a España. Tiene que ver con los niveles de abstención, por ejemplo, también en Francia. Y quizá el problema es saber cómo dirigirse a la gente también y cómo solucionar. Salir del ruido, como decíamos antes, y entrar en las cosas que de verdad le preocupan a la gente.

Uno de esos términos de la derecha o del espacio reaccionario que Podemos intentó apropiarse, o resignificó, en sus orígenes, fue el de soberanía. Una soberanía que hablaba de soberanía energética, de soberanía económica, de soberanía popular. El término ahora ha sido otra vez recuperado por la derecha y por la ultraderecha, que incluso habla de las élites globalistas, que es una expresión que una cierta izquierda de hace 15 años podría perfectamente haber haber utilizado, o hace 20 años en pleno auge de la globalización. ¿Puede ser la idea de soberanía una palanca para para la izquierda?

Yo creo que en siete años no hemos dejado de hablar de soberanía, de patriotismo, ni de republicanismo. Son cuestiones que siempre hemos defendido y que siempre hemos llevado como bandera. 

La soberanía no solo tiene que ver con lo que digas y con la crítica a las élites globalistas. Tienen que ver con lo que hagas. Y en el caso concreto del partido que se refiere a la soberanía y a las élites globalistas, tiene unas políticas totalmente contrarias a la idea de soberanía en sí. Tienen que ver con con la apertura al capital y toda esa idea del sistema liberal en el cual no hay ningún tipo de protección, no hay ningún tipo de autogobernanza y de un Estado soberano. En el caso de Podemos llevamos siete años hablando de esto. Las políticas que defendemos sí representan la soberanía. Son políticas patriotas, que es otro de los términos que se dice que se intenta resignificar. Son valores y pilares que tienen mucho que ver con con el espacio político que representamos. Ya no hablo de izquierdas o derechas, tienen que ver con nuestro espacio político.

Hablando de republicanismo. Tienen una secretaría nueva, de Horizonte Republicano. ¿Qué horizonte es ese? ¿Reinará Leonor, por ejemplo? 

Yo espero que no. Yo soy republicana. Aquí, en Francia y lo seré donde viva y donde tenga que defenderlo. Los países no tienen que vivir tutelados ni estar bajo el yugo de ningún rey o de ninguna persona que esté puesta ahí por la gracia de Dios.

El horizonte republicano del que hablamos tiene que ser capaz de atravesar los límites. Tiene que ser muy respetuoso con el pasado y con la memoria republicana en nuestro país, porque nos ha traído muchos aprendizajes y muchos derechos que todavía hoy disfrutamos y gozamos. Pero a la vez creo que se tiene que entender la novedad y la adaptación al tiempo en el que estamos. Y eso significa que tiene que ser una república que represente a gente de cualquier ideología y de cualquier parte. Y eso es polémico, pero creo que esa es la tarea principal que tenemos a la hora de construir una república.

Vídeo: Nando Ochando.

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