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Lo que no se vio en televisión del debate de 'Salvados' entre Albert Rivera y Pablo Iglesias

Un momento del debate entre Albert Rivera y Pablo Iglesias en Salvados.

Andrés Gil

  • “Podíamos haber destrozado a cualquiera de los dos”, ha reconocido Évole en La Cafetera, “pero estoy contento porque ninguno se sintió manipulado ni se había sacado ninguna frase de contexto. Me dijeron se habían sentido muy cómodos”

Viernes 9 de octubre. 9.15 de la mañana. Nou Barris, Barcelona. En las municipales ganó Ada Colau; en las catalanas, Ciudadanos. Pablo Iglesias y Albert Rivera están a punto de comenzar el cara a cara de Salvados, que la Sexta emitió este domingo.

“Muchos han descubierto Nou Barris hace 15 días”, escribía el director de Salvados, Jordi Évole, en El Periódico de Catalunya: “Nou Barris es unos de esos barrios invisibles, que no sale en las guías turísticas para que acuda hasta allí ninguno de los millones de turistas que pasan por Barcelona. Y parece que tampoco sale en las guías de algunos partidos, excepto si es campaña electoral”.

“Albert viene en el coche y recoge a Pablo y van solos charlando”, recuerda uno de los miembros de Podemos que acompañaba al secretario general del Partido. “Llegamos el día anterior y dormimos en el propio barrio”, explica: “Luego pasean por la calle grabando y ahí se acerca mucha gente, los saludan, se hacen fotos... ”.

“Andamos por la calle, sin que ninguno de los dos lleve medidas de seguridad (y si las llevaban yo no me enteré)”, cuenta Évole, “con los vecinos acercándose, amables, algunos entusiastas, pidiendo selfies, haciéndoles propuestas, informándoles del abandono del barrio, y repitiéndoles una frase que les va a pesar como una losa: 'No nos falléis'. Hay momentos en los que se hace difícil la conversación porque a los diez minutos los vecinos ya son una multitud que no quiere perderse la anomalía de ver a dos líderes políticos en su barrio”.

“Fueron bastantes horas”, explican en Podemos. “Arrancamos a las 9.15 y terminamos a las 16.00”, explican en Ciudadanos.

Después del paseo llegan al bar Tío Cuco, donde se va a grabar el debate. “El Tío Cuco es un bar de Canyelles”, escribía Évole, “uno de los barrios de Nou Barris. Está en la calle de Antonio Machado, por debajo de las calles Miguel Hernández y Federico García Lorca. El plato estrella del Tío Cuco es 'Nuestro delicioso bikini [sándwich mixto]'. Ese es el reclamo colgado en la pared en una pizarra cedida por esa cervecera catalana que lo patrocina casi todo”.

El bar se fundó en 1976. La actual dueña, Cecilia Miguel, cuya famiiia es originaria de Salamanca, ha explicado en Al Rojo Vivo: “Mi abuelo era el tío Cuco, era su apodo. Mi padre lo heredó de él y seguimos usando el nombre”.

En el bar, se sientan en una mesa redonda con tres sillas. Iglesias y Rivera, cara a cara, con Évole en medio. Y empiezan a grabar.

“Los vecinos del barrio empezaron a avisarse y a bajar”, recuerdan los miembros del equipo de Iglesias. “Y estuvieron fuera durante la grabación. Debatían, charlaban... Se alegraban de verlos por ahí. Incluso uno se acordaba del mitin de Pablo con Ada allí”.

En lo que luego pudo verse en televisión, “se quedan cosas en el tintero, por ejemplo, el recordatorio de Pablo de que Sánchez le acepto a Évole un debate con él...”, detallan en Podemos: “Incluso una reflexión más larga sobre que todos los elementos de la economía van juntos y no se puede hablar de cambiar el modelo productivo sin hablar de reforma fiscal, de igualdad... Y el debate más matizado sobre si redistribuir ya la riqueza que de hecho hay, con voluntad política de generar riqueza, en oposición a generar primero riqueza y luego repartir. Siempre hay cosas que quedan fuera, y más aún en un debate, es normal. No tenemos queja ninguna”.

El jefe de postproducción de Salvados, Teo Pérez, explicó el domingo en Twitter sobre el montaje: “Sólo nos cargamos la postura ante desahucios. El resto está todo más corto”. “Fueron muchas horas de grabación”, reconoce un miembro de Ciudadanos que acompañó a Rivera, “pero salieron todos los temas. Había que condensar en 75 minutos, aunque el debate habría dado para dos programas”.

Évole ha explicado este lunes en Al Rojo Vivo a Antonio García Ferreras: “Después de una campaña dura entre los dos, como la catalana, han salido más amigos de lo que eran. Se respetan mucho más. Les propusimos un debate editado y lo han aceptado, lo cual demuestra una confianza avalada por que hace un año estuvimos con los dos por separado y vieron que en esa edición no se había tergiversado nada. Con la edición te evitas momentos de afinidad, o el 'déjame hablar a mí', 'no me interrumpas'”.

“No se puso límite más allá de sentido común”, ha contado Évole en La Cafetera, de Fernando Berlín: “Me llamó la atención que el escenario del debate no lo descubrieron hasta el mismo día. No hubo el paseíllo por el terreno de juego. Hasta ese extremo llegó el grado de libertad para hacer el cara a cara.  En los primeros momentos te tanteas, estábamos apoyados en la barra y hablando de los equipos vi que Albert Rivera buscaba alguna chica en su equipo que no hubiese venido. Eran tres chicos por parte de Ciudadanos y tres por parte de Podemos. Los equipos de comunicación no cabían en el bar, se tuvieron que salir. Estaban con un pinganillo y fueron escuchando lo que iban diciendo”.

“El bar era pequeño y por problemas de plano no pudimos estar dentro”, explica una persona del equipo de Rivera, “y los equipos de los dos seguimos el debate con el audio. Hicimos un par de paradas para comer algo y aprovechamos para hablar con ellos”.

“Me dijeron que habían estado muy cómodos”, recuerda Évole en La Cafetera, “que lo habían pasado muy bien y que pasase lo que pasase, creían que se abría una nueva etapa en el debate político. No se le escapa a nadie. Se dejaron la piel en el debate. Creo que ellos han hecho un ejercicio de generosidad muy importante, y de confianza. Podíamos haber destrozado a cualquiera de los dos. Pero estoy contento porque ninguno se sintió manipulado ni se había sacado ninguna frase de contexto. Confiaban en el formato y el equipo. Estoy muy agradecido de esa confianza”.

La audiencia respondió: el programa logró este domingo un 25,2% de cuota de pantalla, nueve puntos por encima de la media en la temporada anterior.

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