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Marcelo Rebelo de Sousa, emotividad para repetir como presidente de Portugal

Marcelo Rebelo de Sousa, emotividad para repetir como presidente de Portugal
Lisboa —

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Lisboa, 2 ene (EFE).- Satisfecho con ser visto como el “presidente de los afectos” y accesible, Marcelo Rebelo de Sousa emprende este mes una carrera que muchos prevén fácil para ser reelegido jefe de Estado de Portugal, un cargo al que en el último lustro ha dado un sello de emotividad.

“Soy como soy. No cambié. No es por el interés. Yo no doy besitos buscando votos. Yo ya era besucón por naturaleza. Ya era como era, así de extrovertido. Ahora no me voy a hacer introvertido para dar un aire presidencial”, decía en 2018 el conservador Rebelo de Sousa.

Llevaba entonces dos años en el cargo y sus efusivos saludos ya eran la marca de su Presidencia, tanto que la distancia impuesta por la covid en un primer momento abrió en Portugal el curioso debate de si, desposeído de uno de sus hábitos favoritos, el presidente perdería popularidad.

La circunstancia no parece haberle afectado. El próximo día 24 Rebelo de Sousa, de 72 años, busca la reelección para otros cinco años, algo que prácticamente se da por seguro, con encuestas que le auguran una intención de voto del 70 % pese a que su mandato no ha estado exento de vaivenes.

PROFESOR, TERTULIANO, ADICTO AL SELFI

Conocido simplemente como “Marcelo” -una excepción en un país donde los políticos son nombrados por sus dos apellidos-, el jefe de Estado luso no tuvo que darse a conocer para aspirar al cargo que ocupa desde 2016.

Catedrático de Derecho en la Universidad de Lisboa, fue presidente del partido PSD (centroderecha) entre 1996 y 1999 y durante 15 años comentarista en diversos programas. De sobra famoso en un país al que asombró con su dominio del lenguaje televisivo.

También con su empatía y gestos que no se habían visto en otros presidentes de Portugal, y que sus críticos tachan de calculado populismo: Rebelo de Sousa puede ser visto -y parado por cualquiera- cuando va a nadar a la playa y se hace selfis con todo el que se lo pida.

Incluso ha intervenido por teléfono en el estreno de programas de televisión solo para desear en directo suerte a los presentadores, y ha sido noticia internacional por ayudar a rescatar a dos bañistas el pasado verano o simplemente ser visto en bermudas en un supermercado.

Pero la prueba definitiva ante los portugueses, y que marcó su Presidencia, llegó con la peor tragedia de la historia reciente del país, los incendios de junio y octubre de 2017, en los que murieron más de cien personas.

Rebelo de Sousa se desplazó al lugar en cuestión de horas y consoló a vecinos que lo habían perdido todo, instó públicamente al Gobierno a tomar medidas urgentes e incluso pasó unas vacaciones en la zona para reactivar el turismo tras el desastre.

UN PRESIDENTE QUE INTERVIENE

Los fuegos de 2017 dejaron claro que Rebelo de Sousa era un presidente que daba un paso al frente ante el Ejecutivo cuando lo consideraba oportuno, exhibiendo públicamente su disconformidad sin que ello implicara que, a nivel general, dejase de dar gran cobertura y apoyo al primer ministro, el socialista António Costa.

El propio Costa, que fue alumno suyo en la universidad, le ha elogiado en repetidas ocasiones. Su relación ha sufrido altibajos en estos cinco años, sobre todo desde los incendios de 2017, cuando un discurso al país de Rebelo de Sousa precipitó la dimisión de la entonces ministra de Administración Interna -equivalente a Interior-, Constança Urbano de Sousa.

Su estilo presidencial, marcado por una crítica indirecta que añade una enorme presión al Gobierno al dejarle expuesto ante la opinión pública, ha trazado varias líneas rojas desde entonces, la última el pasado diciembre.

Entonces el destinatario fue el actual ministro de Administración Interna, Eduardo Cabrita, bajo una lluvia de críticas por la muerte de un ciudadano ucraniano tras recibir una paliza mientras estaba custodiado por inspectores de fronteras.

“Es necesario saber si es un caso aislado o si es un problema de todo el sistema”, sostuvo Rebelo de Sousa, lo que bastó para que se desataran las especulaciones sobre una posible dimisión de Cabrita.

MENOS EMOCIÓN, MÁS PRESIDENCIALISMO

“No voy a salir en medio de una caminata tan exigente y dolorosa”, aseguró a principios de diciembre al anunciar su candidatura a un segundo mandato en plena crisis por el coronavirus, una creciente crispación política y un ascenso de los populismos.

Lo prometió desde un atril montado en una pastelería cercana al palacio presidencial; una elección que generó ciertas chanzas, como la de desnudarse el pasado otoño de cintura para arriba para recibir la vacuna de la gripe, algo que dejó estupefactos a varios comentaristas que pidieron recato.

La contención del “presidente de los afectos” llegó con el anuncio de candidatura para un nuevo mandato, al que da una impronta más seria y grave para vencer a sus ocho rivales.

Entre ellos, la socialista Ana Gomes, eurodiputada entre 2004 y 2019, que no cuenta con el apoyo explícito de su formación -el propio Costa es favorable a otro mandato de Rebelo de Sousa- y el ultraderechista André Ventura, líder y diputado único del partido Chega y acusado de fomentar el racismo y el populismo.

Si los sondeos aciertan, el presidente revalidará mandato con más del 50 % de votos y por tanto sin necesidad de ir a una segunda vuelta, que tendría lugar el 14 de febrero.

La toma de posesión del presidente de Portugal para el periodo 2021-2026 tendrá lugar a principios de marzo.

Cynthia de Benito

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