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530 marroquíes pidieron asilo en España en 2017

530 marroquíes pidieron asilo en España en 2017

EFE

Rabat —

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Un total de 530 marroquíes pidieron el pasado año asilo en España alegando riesgos de persecución por sus ideas o su condición étnica o sexual, según cifras aún no oficiales del ministerio español del Interior a las que tuvo acceso Efe.

Esta cifra supone el 11% del total de marroquíes que entraron a las costas de España de forma irregular y que supusieron 4.809 personas, la quinta parte de las 23.413 entradas por mar registradas en todo el año y que han supuesto un “pico” en los últimos años, según cifras de la Agencia Europea de Fronteras (Frontex).

El número de peticionarios marroquíes de asilo es bajo comparado con los 10.000 venezolanos, los 4.300 sirios o los procedentes de otros países en conflicto como Colombia o Ucrania, y de alguna manera desmienten la supuesta “oleada” de rifeños huyendo de la represión en su país.

Es imposible saber cuántos de los peticionarios son originarios del Rif, ya que las estadísticas del ministerio del Interior nunca detallan el origen provincial de cada uno, ni tampoco las razones que invocan para pedir el asilo.

El año 2017 estuvo marcado por una gran inestabilidad en Alhucemas y el Rif (norte de Marruecos) durante el primer semestre, que continuó con una tanda de detenciones y juicios a los líderes de las protestas y los participantes en manifestaciones, que han llevado a la cárcel a más de 400 personas.

Ese hecho hizo pensar que las salidas de rifeños por motivos políticos o étnicos se habían disparado, pero las cifras matizan esta idea: si en 2017 hubo 530 peticiones de marroquíes admitidas a trámite, no suponen una gran escalada con respecto a años anteriores: en 2016 fueron 345 y en 2015 fueron 413, según las cifras oficiales comunicadas por el ministerio español del Interior.

En 2016 el ministerio admitió a 206 marroquíes la condición de “protección subsidiada”, y solo a 10 de ellos les otorgó el estatus internacional de asilo político.

Tanto a los primeros como a los segundos se les otorga un documento de viaje, permiso de trabajo y de residencia, y durante unos meses un subsidio de ayuda, según explicaron a Efe fuentes de Acnur.

Siendo Marruecos un país aliado clave para España, la concesión de asilo político supone admitir que existen en el país riesgos de persecución de personas por diversas causas; de hecho, cuestiones como la homosexualidad, el activismo religioso no musulmán o la defensa del secesionismo en cualquier región marroquí están prohibidas y penadas por la ley.

Fuad -nombre ficticio a petición suya- es un rifeño de 26 años huido a principios del pasado enero en una patera junto a otros catorce hombres de su misma región que arribaron a las costas malagueñas a principios de enero.

Todos ellos solicitaron el asilo político, unos por militar en el movimiento rifeño “Hirak” y otros por “sentirse amenazados”, según relata a Efe por teléfono desde Málaga.

Asegura que era un conocido militante del Hirak en su pueblo y que la policía marroquí fue a buscarlo a su domicilio familiar al menos en siete ocasiones, hasta que lo detuvieron, acusándolo se separatista y de sembrar la discordia entre sus paisanos.

Aprovechando un descuido de la Gendarmería, logró escapar de la comisaría, y de inmediato decidió huir a España en una patera compartida con otros paisanos por la que pagaron 700 euros cada uno.

Fuad llegó a España, fue detenido en un primer momento en un cuartel de la Guardia Civil y ahí fue asistido por abogados de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), con quienes presentó las supuestas “pruebas documentales” de su activismo y de su persecución.

Según él, los abogados “estaban perfectamente al corriente de la situación en el Rif”, y lograron ponerle en libertad a las 24 horas.

Actualmente, Fuad reside en un hotel y tiene garantizado techo y comida, suministrados por CEAR, mientras espera la tramitación de su caso.

Según dijeron a Efe fuentes de Acnur en España, la resolución de las peticiones de asilo no deberían superar por ley los seis meses, pero con frecuencia tardan un año y a veces dos. Fuad y sus catorce paisanos tendrán que esperar.

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