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Entre la mística de la revolución y la mirada de Greta Garbo

Entre la mística de la revolución y la mirada de Greta Garbo

EFE

Madrid —

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La foto de Marina Ginestà en la terraza del Hotel Colón de Barcelona en los primeros días de la Guerra Civil española es de esas imágenes que se convierten en símbolos, como la del miliciano fotografiado por Robert Capa en Cerro Muriano o la del beso del marinero y la enfermera en Times Square.

Marina murió hace dos días en París, ciudad en la que la encontró en 2008 el documentalista de EFE Julio García Bilbao, sacando así del anonimato aquel rostro, portada de libros y cartel de exposiciones, que representa como pocos la ingenuidad y la confianza con la que afrontó la juventud republicana el conflicto.

“Dicen que en la foto del Colón tengo una mirada arrebatadora; Es posible, porque convivíamos con la mística de la revolución del proletariado y las imágenes de Hollywood, de Greta Garbo y Gary Cooper”, decía la propia Marina en una entrevista con la Agencia EFE hace casi seis años, justo cuando descubrió que esa fotografía existía.

El retrato, que forma parte de una serie de veinte imágenes que se conservan en el archivo gráfico de EFE, es obra del fotógrafo alemán Hans Guttmann -de seudónimo Juan Guzmán-, que siguió “empotrado” con la Brigadas Internacionales la Guerra Civil en el noreste de España.

Es la azotea del Hotel Colón, una chica vestida de miliciana posa con los tejados de Barcelona a sus espaldas; lleva el fusil colgado al hombro y tiene la mirada desafiante y una media sonrisa; la barbilla un poco levantada refuerza lo arrogante de la pose; tiene el pelo bastante corto, pero la brisa agita un par de mechones sobre su mejilla.

Hasta ahí, la foto, que ha sido portada del libro “Trece rosas rojas”, de Carlos Fonseca, que se incluye en la publicación de la Agencia EFE “Imágenes inéditas de la Guerra Civil” y que sirvió de cartel de una exposición sobre Guttmann en Berlín.

Como en tantas otras ocasiones de fotos icónicas, en las que rostros anónimos se han colado en la memoria fotográfica de la gente, alguien se preguntó qué había detrás.

Ese alguien fue el documentalista Julio García Bilbao, quien, tras seguir numerosas pistas, dio con el nombre de la joven y consiguió contactar con ella y su familia.

Marina tenía 17 años aquel 21 de julio de 1936, era militante de las Juventudes del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) que había fijado su sede en el Hotel Colón y, según ella misma contó años después, fue la primera y última vez en la que llevó un fusil, ya que el resto de la guerra lo pasó como traductora y periodista en una retaguardia antes de tener que marchar al exilio.

Además de su mirada y su gesto altivo, sus propias palabras explicaban en 2008 cómo se sentía cuando miraba al objetivo de Guttman:

“Es una buena foto, refleja el sentimiento que teníamos en aquel momento. Había llegado el socialismo; los clientes del hotel se habían marchado; había euforia. Nos aposentamos en el Colón, comíamos bien, como si la vida burguesa nos perteneciera y hubiéramos cambiado de categoría rápidamente”.

Marina contaba en 2008 que aquel sentimiento duró poco. Tras aquella de la azotea del Colón, vinieron otras fotos que hasta anteayer estaban en su memoria: la de un hospital barcelonés al que acudió a identificar cadáveres, la pérdida de su novio en los Pirineos camino del exilio francés, el barco hacia México cuando los nazis llegaron a París...

Luis Sanz.

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