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La muerte del líder político hutí, un duro golpe para los rebeldes yemeníes

La muerte del líder político hutí, un duro golpe para los rebeldes yemeníes

EFE

Saná —

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Los rebeldes yemeníes hutíes anunciaron hoy que su líder político, Saleh al Samad, murió en un bombardeo de la coalición árabe liderada por Arabia Saudí el pasado jueves en el noroeste del país, lo que supone un duro golpe en la contienda del grupo insurgente contra el Gobierno por el control del país.

En un comunicado reproducido por el canal de televisión Al Masira, portavoz de los rebeldes, la milicia confirmó “la muerte del presidente Saleh al Samad en un bombardeo de la aviación enemiga el (pasado) jueves en la provincia de Al Hudeida”, a orillas de mar Rojo.

Al Samad, que era el presidente del Consejo Supremo Político -el principal órgano ejecutivo de los rebeldes yemeníes hutíes en la capital, Saná-, era considerado el número dos del movimiento hutí y el segundo más buscado, de una lista de cuarenta individuos, por Arabia Saudí.

Poco después del anuncio, el líder de los rebeldes hutíes, Abdelmalek al Huti, señaló en un discurso televisado en el canal Al Masira que pese a la muerte del responsable, las instituciones del movimiento “continúan trabajando”.

De hecho, los insurgentes designaron rápidamente a Mahdy Mohamed Husein al Mashat, quien era jefe de la oficina de Al Huti, como el sucesor de Al Samad.

En el discurso, el líder declaró que la muerte de Al Samad “no quedará sin castigo” y responsabilizó a “Arabia Saudí y a Estados Unidos de este crimen y de todas sus consecuencias”.

Hasta el momento, la coalición árabe no ha confirmado que haya acabado con la vida del líder y de otros seis hutíes que lo acompañaban.

A pesar de que Al Huti no especificó cuáles serán las consecuencias, los rebeldes realizan continuamente desde hace varias semanas lanzamientos de misiles balísticos contra el territorio saudí.

En este sentido, Al Samad dijo hace un mes ante una concentración multitudinaria de simpatizantes de los hutíes en el sur de Saná que este tipo de ataques es un “mensaje de paz”.

Según la agencia de noticias Saba, controlada por los rebeldes, Al Samad era el “hombre” que presidió el Ejecutivo “en circunstancias excepcionales y críticas” y aseguró que, a pesar del riesgo, “siempre acudía a Al Hudeida para supervisar las maniobras militares y los cursos de formación militar”.

Las fuerzas gubernamentales se están dirigiendo actualmente hacia el puerto de Al Hudeida, el principal que controlan los hutíes, y según la alianza, que interviene en el Yemen desde 2015 en contra de los rebeldes chiíes, los hutíes reciben armas de Irán a través de ese puerto.

Al Huti, considerado como líder espiritual del movimiento chií y que apenas hace apariciones públicas, llamó al pueblo yemení a que participe en el funeral y también en las manifestaciones “que fueron convocadas por Saleh al Samad antes de su muerte”.

“Este crimen, que tuvo como objetivo un símbolo de la patria, no afectará a la voluntad del pueblo”, subrayó.

Nacido en 1979 en la zona de Bani Moaz, situada cerca de la ciudad de Saada, en el noroeste del Yemen y fronteriza con Arabia Saudí, Al Samad fue uno de los hombres que negoció en 2014 con el presidente del Gobierno yemení -reconocido internacionalmente- Abdo Rabu Mansur Hadi, para mediar en el conflicto.

Sin embargo, Hadi acabó huyendo del país hacia Arabia Saudí y desde entonces los rebeldes dominan la capital y varias zonas en el norte y oeste del país.

Un año después, la coalición militar capitaneada por Riad intervino en el conflicto para apoyar a Hadi y hace unos meses puso una cifra por la muerte de Al Samad: 20 millones de dólares para toda aquella persona que aportase alguna información sobre el líder, según los hutíes.

Además, el que era responsable del Ejecutivo de los rebeldes chiíes remodeló el Gobierno hutí después de que asesinaran en diciembre al expresidente Ali Abdalá Saleh, acusado de “traición” y con quien se coordinaba para luchar contra las fuerzas gubernamentales en una guerra que ha provocado la crisis humanitaria más grave del mundo, según la ONU.

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