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Las normas del PSOE no clarifican la fórmula para romper con el PSC

El primer secretario del PSC, Miquel Iceta.

Irene Castro

La negativa del PSC a abstenerse para permitir que Mariano Rajoy gobierne ha puesto otra vez en el abismo la relación de los socialistas catalanes con el PSOE. Una parte del PSOE, fundamentalmente las federaciones andaluza, extremeña y castellano-manchega, han cuestionado la decisión de su partido hermano y han planteado “revisar” la relación que les une desde 1978. Voces socialistas plantean sacar a los catalanes de los órganos de dirección del PSOE. Eso supondría, además, que los militantes catalanes no pudieran participar en la elección del secretario general del PSOE. No obstante, las normas internas del partido no clarifican cómo debe acometerse una reforma que puede acarrear la ruptura de la relación tal y como se ha desarrollado a lo largo de la democracia.

El PSC nació en 1978 a través de un congreso fundacional en el que se unieron las tres familias socialistas catalanas (PSC-Reagrupament, el PSC-Congrés y la Federación Catalana del PSOE). La relación con el PSOE se selló en un “protocolo de unidad” que despejaba en 11 párrafos el funcionamiento conjunto de ambas formaciones.

Ese documento, que no se ha modificado en 38 años, establecía, por ejemplo, que el PSC se organiza en el “órgano supremo” que es su congreso para definir la “estructura interna, regular su disciplina, elaborar su línea política y su programa en Catalunya”. En cuanto a la relación con el PSOE, recoge que el PSC tiene representación en los órganos federales (congreso, Comité Federal y Ejecutiva).

Pero el protocolo no recoge la fórmula en la que se puede modificar la relación entre ambas organizaciones que han ido de la mano también en el grupo parlamentario en el Congreso. La decisión del Consell Nacional ha provocado que destacados dirigentes socialistas, incluido el portavoz de la gestora, Mario Jiménez, hayan defendido la revisión del acuerdo. Argumentan que los socialistas catalanes no pueden participar en la toma de una decisión -en este caso la postura en la investidura de Rajoy- y no acatarla “cuando el resultado no les gusta”.

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, fue el que más claramente lo advirtió: “El divorcio vale con que lo pida una de las partes”, aseguró. Sin embargo, fuentes socialistas admiten la complicación para modificar la relación dada la “generalidad” del folio y medio que sustenta la relación entre ambas organizaciones.

Dirigentes socialistas sostienen que el PSC podría romper con el PSOE si así lo decide su Consell Nacional. En la resolución adoptada este martes destacaban que la intención era mantener la misma relación. En el congreso que celebran el próximo fin de semana para ratificar a Miquel Iceta como primer secretario tras su victoria en las primarias, tendrán que abordar este asunto porque así lo han planteado algunos militantes en las enmiendas registradas para la ponencia política.

Una redacción ambigua

Por parte del PSOE, la fórmula de revisión es más complicada. Según explica un buen conocedor de los estatutos del partido, al no haberse ratificado el protocolo de unidad en un congreso no es obligatorio que sea ese órgano quien la replantee. Fuentes socialistas sostienen que debería ser el Comité Federal el que tomara la decisión última en la que participarían los delegados catalanes porque así está establecido hasta el momento.

No obstante, los estatutos del PSOE recogen de manera genérica el protocolo de unidad de ambas formaciones. “La articulación orgánica de los partidos políticos

surgidos de los procesos de unidad socialista se regulará por lo establecido

en los respectivos acuerdos aprobados por el Congreso correspondiente“, recogen en sus disposiciones adicionales. Ese texto hace pensar a la dirección del PSC que, al estar recogido en la máxima norma del PSOE debería cambiarse en un congreso ordinario y no en un Comité Federal, pero admite la dificultad.

¿Quién plantea las modificaciones y quién negociaría con el PSC la nueva relación? La situación de interinidad en Ferraz dificulta aún más la revisión. Un sector del partido asegura que la gestora se extralimitaría de sus funciones si traslada al Comité Federal la posibilidad de estudiar los lazos con los socialistas catalanes -de hecho, consideran que su única atribución es la convocatoria de un congreso extraordinario para dirimir el liderazgo-. Otro sector del PSOE opina que la gestora sustituye a la Ejecutiva y que, por tanto, hereda todas sus funciones.

En cualquier caso, si la decisión se toma por la vía del Comité Federal, los 18.000 militantes del PSC perderían su derecho a votar en las primarias para elegir al secretario general del PSOE.

El presidente de la gestora, Javier Fernández, ha tratado de calmar las aguas sobre las sanciones para los posibles díscolos en la investidura. Sin embargo, respecto al PSC, la gestora envió un comunicado en el que advertía al PSC de que había provocado una “ruptura unilateral” de las relaciones.

Dirigentes socialistas confían en que la separación de ambas formaciones no llegue a producirse. “Si en el futuro hay que revisarlo para optimizarlo, mejorarlo o modernizarlo, no me parece mal. Pero que sea para unir, no para romper”, expresó Eduardo Madina en una entrevista en el Huffington Post. Esperan que el tiempo normalice la “situación excepcional” que atraviesa el PSOE.

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