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¿Un nuevo tablero político?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez durante su intervención en el pleno del Congreso este miércoles donde se autorizará otra prórroga del estado de alarma solicitada por el Gobierno.

EFE

Madrid —

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La cuarta prórroga del estado de alarma y la maniobra de Pedro Sánchez, que ha logrado a un tiempo el apoyo de Ciudadanos y del PNV para sacarla adelante, echa por tierra alianzas preconcebidas, ha enfadado a socios antes preferentes como ERC y ha dejado en tierra de nadie al PP, al menos momentáneamente.

¿Estamos ante un nuevo tablero político? El tiempo lo dirá, pero lo visto este miércoles en el Congreso muestra cuando menos convulsión, augura más negociaciones difíciles y aleja en cualquier caso la esperanza de acuerdos globales para reconstruir el país tras la pandemia del coronavirus.

No es la primera vez que Pedro Sánchez acude a la geometría variable para conseguir que una iniciativa suya salga adelante. Pero ésta no es una ocasión cualquiera, con España sumida en la mayor crisis de la democracia y haciendo frente a una pandemia que se ha llevado miles de vidas.

A punto ha estado de pasarle factura su forma de gestionar las prórrogas de la alarma, ya que hasta ahora había pedido el apoyo sin condiciones del resto de los partidos, que le acusaban de negarse a negociar.

Cuando el PP, que había apoyado la alarma hasta ahora, amenazó con el “no” -aunque finalmente se abstiene-, el Gobierno tuvo que espabilar y afrontó una negociación a contrarreloj que antes no había necesitado para las prórrogas de la alarma.

Negociar es ceder. Y los socialistas han negociado y han cedido.

El PNV logra así el compromiso -al menos sobre el papel- de que haya “cogestión” con las comunidades y que el Ejecutivo acuerde con ellas aspectos clave.

Como ha reconocido el portavoz de los nacionalistas vascos, es un acuerdo fraguado desde hace días, y muestra de ello es que la propia orden ministerial sobre cogobernanza ya iba en esa dirección.

Y si el PNV celebra haber logrado ese compromiso de contar con las comunidades, no es menos importante el tanto que se ha apuntado Ciudadanos.

El partido naranja, que se había quedado con sólo una decena de escaños tras las últimas elecciones, supo adelantarse al PP y le convirtió en innecesario, y ahora se arroga el éxito de que la prórroga salga adelante, porque también adelantó su posición a la del PNV.

No ha sido difícil para Inés Arrimadas argumentar su posición frente a quienes la llaman traidora y se ha afanado en repetir que su voto no es a favor del Gobierno, sino para salvar vidas y empleos.

Y mientras la líder de Cs presumía, el del PP ha vivido un debate agridulce y sufre en este momento las consecuencias de la jugada de Ciudadanos.

Porque, con su amenaza del “no”, Pablo Casado ha logrado por momentos que todo el mundo estuviese pendiente del PP, pero al final Sánchez se buscó los votos en otra parte. Y el PP, al final, no obtiene ningún rédito político.

Casado -que no ha querido irse de este debate sin advertir de que el PP votará “no” en la próxima prórroga, si la hay- ha tenido que ver cómo el presidente de Vox, Santiago Abascal, trataba de erigirse como cabeza de la oposición y amenazaba con presentar una moción de censura si el Partido Popular “delegaba” su responsabilidad.

Sánchez ha aprovechado la coyuntura y no sólo le ha dicho a Inés Arrimadas que sus diez escaños han sido más relevantes que los 88 del PP, sino que también ha animado al líder de los populares a “liberarse” de la influencia de Vox y “moderarse”.

Pero tampoco se ha librado el propio Sánchez de innumerables reproches, y no sólo por la derecha.

Porque muchos partidos que antes le votaban o a los que recurrió para su investidura u otras votaciones cruciales ahora miran con miedo, enfado e incluso estupor el acercamiento a Ciudadanos.

Difícil va a ser, por ejemplo, recuperar la confianza de Esquerra, si es que Sánchez quiere hacerlo, para buscar sus apoyos en el futuro. Porque la indignación de su portavoz, Gabriel Rufián, preguntando “dónde está el Gobierno plurinacional y del diálogo”, no augura nada bueno.

Y la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, advertía a Sánchez contra sus “nuevos aliados de la derecha” y le pedía que no rompa los puentes con los partidos que facilitaron su investidura.

Al final, Pedro Sánchez sale airoso de este debate pero a cuenta de erosionar su relación con partidos que no sólo permitieron su investidura sino que pueden seguir siendo claves en próximas votaciones.

Habrá que esperar a ver si los aliados de hoy repiten y este nuevo tablero político se consolida o Sánchez tiene que buscar en otra parte.

Lo que está claro es que la 'tregua' que daba la emergencia de la pandemia se ha acabado y el presidente ha tenido que volver a la negociación pura y dura y así tendrá que seguir haciéndolo a partir de ahora.

Patricia de Arce

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