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El único partido islamista en un gobierno árabe se juega su continuidad

El único partido islamista en un gobierno árabe se juega su continuidad

EFE

Rabat —

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El único partido islamista que queda al frente del gobierno en el mundo árabe se juega dentro de una semana su continuidad en el Ejecutivo marroquí, y su líder, Abdelilah Benkirán, protagoniza una campaña electoral en la que todos parecen confabularse contra él.

El próximo 7 de octubre, día de los comicios legislativos, el Partido Justicia y Desarrollo (PJD) que lidera Benkirán se someterá al examen de las urnas y calibrará cuánto desgaste ha podido sufrir tras una novedosa experiencia de cinco años de gobierno.

Aunque los sondeos de intención de voto han sido prohibidos desde antes incluso de comenzar la campaña, la popularidad de Benkirán está fuera de toda duda, y es el único político en activo capaz de llenar estadios “sin tener que pagar a los asistentes”, como suele bromear en alusión a las prácticas clientelares de sus rivales.

Ayer mismo, el PJD volvió a llenar un polideportivo en Marrakech, después de ceder al enésimo pulso con el ministro del Interior -nombrado directamente por el rey y que no responde ante el presidente de gobierno-, quien lo obligó a renunciar a un gran estadio abierto y conformarse con uno cerrado, mucho más pequeño, “por razones de seguridad”.

No ha sido la única intervención del ministerio del Interior: el PJD ha denunciado los “intentos de intimidación” de los agentes del ministerio contra los simpatizantes del PJD en al menos cuatro ciudades del país, o su “injerencia” para animar al voto a otros partidos.

A esto se suma la campaña sufrida por el PJD desde todos los frentes: partidos, sindicatos, medios de comunicación o hasta campañas de youtube llevan varias semanas advirtiendo contra los peligros de un nuevo gobierno del PJD o de la “islamización” del país.

El principal rival político de Benkirán, Ilyas al Omari, líder del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM, liberal y laico), ha alertado contra “el tsunami islamista” que se viene si Benkirán vuelve a ganar, mientras que el socialista Dris Lachgar ha llegado a decir que Marruecos puede acabar peor que Siria o Libia en caso de victoria islamista.

Un famoso columnista llamado Fahd Yata que no esconde sus antipatías hacia el PJD, cree que los partidos deben unirse “bajo un solo eslogan, el de los republicanos españoles, ¡No pasarán!, evidentemente contra los islamistas”.

Quienes también parecen haberse unido son los medios de comunicación (papel, web o audiovisuales), que con rarísimas excepciones están haciendo campaña abierta contra el PJD, ayudados por misteriosas campañas en youtube o hasta manifestaciones “contra el oscurantismo” convocadas por alguna mano oculta.

Sin embargo, el PJD no ha caído en “la trampa de la religión”, y en sus mítines y su propaganda ha dejado de lado toda referencia al islam, centrando su campaña en sus logros de gobierno y aludiendo, eso sí, a las prácticas corruptas de sus adversarios.

Aunque no pueda presentar grandes logros económicos o sociales (este año el PIB del país crecerá un discreto 1,4 %), el PJD se jacta siempre de su “capital moral” y de la honradez de sus gobernantes y sus candidatos, así como de la fidelidad desinteresada de sus simpatizantes.

La pasada semana, el PJD tuvo que hacer frente a otro escándalo inesperado: un diario adverso publicó que dos famosos parlamentarios islamistas, ambos casados, mantenían una relación adúltera en el seno mismo del Parlamento, y el presidente de la cámara los convocó por teléfono para pedirles explicaciones.

Los parlamentarios no solo lo negaron y denunciaron la calumnia, sino que se negaron a ofrecer explicaciones si no se pedían por un canal oficial; finalmente, el asunto cayó en el olvido, pero los nombres de los dos implicados han quedado ya manchados.

La campaña electoral no está sirviendo para difundir programas ni poner en la mesa los distintos proyectos de sociedad, sino para dejar en evidencia que son muchos en Marruecos los que temen un nuevo gobierno islamista, y frente a ellos son muchos los que lo desean.

En las pasadas elecciones, el PJD logró 107 de 395 escaños, y para lograr una mayoría parlamentaria y formar gobierno, tuvo que aliarse con otros tres partidos, que han quedado totalmente desdibujados ante el carisma de Benkirán.

Los observadores subrayan que este año la partida se va a jugar entre el PJD, el partido más popular en las ciudades (de hecho ha ganado en las pasadas municipales en todas las grandes urbes) y el PAM, que cosecha sus simpatías sobre todo en el mundo rural.

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