Pedro Sánchez se aferra a la idea de “un cambio de época” frente a las limitaciones parlamentarias
Pedro Sánchez se aferra a la idea de cambio en España para enfrentarse a su debilidad parlamentaria. El presidente del Gobierno admite que no puede hacer todo lo que le gustaría porque solo dispone de 84 apoyos garantizados; pero tiene sobre la mesa una estrategia clara: alargar la ola de apoyo por la expulsión del PP frente a la amenaza de un otoño complicado que estará marcado, principalmente, por Catalunya y la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado, cuya aprobación va a ser clave en la duración de la legislatura.
El Gobierno está determinado a terminar la legislatura. En su primera comparecencia en solitario desde que es presidente, Sánchez hizo hincapié en que tiene una “hoja de ruta clara y definida hasta el final de la legislatura”. La “agenda del cambio”, un concepto que reiteró hasta la saciedad en su intervención, durará lo que el Parlamento le permita. El mensaje de Sánchez es claro para sus socios: él lo intentará y ellos son “corresponsables” en el nuevo tiempo.
Aunque en Moncloa son cautelosos con el barómetro del CIS en el que el PSOE se dispara siete puntos y aventaja a sus rivales en más de nueve, sí tienen en cuenta que reflejan el cambio de tendencia en la sociedad tras arrebatar el poder a Mariano Rajoy. “La moción de censura y la constitución del nuevo Gobierno han supuesto un cambio de época en la política –inició Sánchez su discurso–. Este cambio de época tiene que ver con que hoy los ciudadanos se reconocen en su Gobierno”.
“Acción corresponsable del Gobierno y el Parlamento”
Sánchez está convencido de que ya ha sacado rédito a su llegada a Moncloa e intentará poner en marcha iniciativas; pero, consciente de su situación parlamentaria –sus socios han anticipado que no se lo van a poner fácil y PP y Ciudadanos se han lanzado a por él desde el principio–, también responsabiliza al resto de fuerzas que impulsaron la moción de censura.
Ha repetido esta idea, desde diferentes ángulos y con diferentes fórmulas durante la rueda de prensa. “España no tiene un minuto que perder. Los hechos avalan a este Gobierno. Este Gobierno avanza. No es poco lo que hemos hecho, pero nos queda mucho por hacer”. “Desde el Gobierno se pueden transformar muchísimas políticas”. “Sabíamos que iba a ser difícil, pero difícil no es imposible”. “La debilidad que más preocupa a este Gobierno es la del estado de bienestar”. “Entre el todo y la nada este Gobierno hace lo que parlamentariamente es posible hacer”. “Esta es una acción política corresponsable del Gobierno y el Parlamento”.
Las intenciones de Sánchez dependen de los demás y él lo sabe, pero también les manda un mensaje: “Tendrán que explicárselo a sus vecinos”. La frase la ha dicho en referencia concreta al fracaso en la aprobación de los objetivos de déficit con la que pretendía dar una flexibilidad en el gasto público de dos décimas a las comunidades autónomas –y que volverá al Congreso en septiembre–, pero sirve como filosofía de los argumentos que usarán los socialistas si no logran sacar adelante los presupuestos.
Sánchez ha evitado en todo momento pronunciarse sobre un hipotético adelanto electoral en caso de que no logre aprobar las cuentas públicas; pero la hemeroteca le persigue: exigió a Mariano Rajoy que se sometiera a una cuestión de confianza o se fuera a las urnas si no las sacaba adelante. Ese momento será el punto de inflexión para la duración de la legislatura.
“Espero que la senda de doble estabilidad económica y social cuente con el respaldo mayoritario sobre todo de grupos que tienen gobiernos autonómicos y ayuntamientos –advirtió–. Sé que otros están en una cuestión más de oposición partidaria, pero apelo a la responsabilidad de todos”.
“Salgo al campo a jugar y a aprobar la senda de estabilidad y los presupuestos”, ha asegurado Sánchez que, sin embargo, renuncia a la petición que le han hecho sus socios de modificar la ley de estabilidad que da al PP capacidad de veto a los objetivos de déficit en el Senado precisamente escudándose en sus problemas numéricos. “Solo tengo 84 diputados”, fue el argumento que usó ante los periodistas para explicar por qué no pretende hacer esa modificación.
En Moncloa no descartan ningún escenario, aunque el mensaje es de encaminarse hasta el final de la legislatura. Sánchez trató de abordar en su reunión con Susana Díaz el tema de las elecciones, pero la presidenta andaluza evitó el tema. Quiere unos comicios con “acento andaluz”.
Otro de los quebraderos de cabeza para Sánchez es Catalunya. La imposición de las tesis de Carles Puigdemont en el PDeCAT preocupa al presidente. Las advertencias de ese sector del independentismo son constantes mientras que PP y Ciudadanos se lanzan a la yugular del Gobierno por su política de distensión. Al PSOE nunca le ha venido bien el debate territorial.
Catalunya: “Encauzar y normalizar”
El Ejecutivo está a la espera de los posibles acontecimientos que pasan primero por la Diada, el aniversario del 1-O y la posibilidad de una convocatoria electoral a la que Quim Torra ha abierto la puerta: “Los gobiernos acostumbran a dimitir si sus presupuestos no son aprobados y me parece que esto es un mandato democrático de autoexigencia”.
Sánchez está determinado a seguir el camino del diálogo que se ha abierto con su llegada a Moncloa y ve como un triunfo que las dos administraciones se hayan sentado, a pesar de que el Govern ya le avisa de que tiene que hacer algo más. Sánchez da por hecho que el conflicto catalán no se solucionará ni mucho menos esta legislatura y que se prolongará durante años. ¿Su objetivo? “Encauzar y normalizar. Ahí nos vamos a quedar”.
Pero al desafío que llegue desde el soberanismo –evitó pronunciarse sobre la posibilidad de que se repitan un 9-N o un 1-O–, Sánchez tendrá que aguantar los envites de PP y Ciudadanos. El presidente ignoró prácticamente a Albert Rivera, pero reclamó “lealtad” a los conservadores a la vez que se cargó de reproches.
“Me gustaría que me apoyara en todo como hizo el PSOE cuando estaba Rajoy”, le ha pedido a Pablo Casado tanto en público como en privado tras recordar que el PP no es “ajeno” a lo que ha sucedido en Catalunya en los últimos meses. “El Gobierno va a aplicar la legalidad, a defender la Constitución de vulneraciones si es que se produjeran”, avisó el presidente sobre una eventual aplicación del 155. Sin embargo, aseguró que “judicializar” el conflicto se ha acabado.
Con ese panorama y la presión migratoria que ha aumentado en los últimos días, así como la “radicalidad” de la derecha en el asunto, Sánchez se va unos días de vacaciones. Despachará con el rey el lunes en Marivent y volverá a verle en Barcelona con motivo del homenaje a las víctimas de los atentados del pasado año. El jefe del Estado acudirá a los actos pese a las reticencias de la Generalitat.
El retorno será el 24 de agosto en un Consejo de Ministras en el que el Gobierno no descarta pueda llevar la exhumación de Franco tras el retraso que ha admitido el propio Sánchez que ha resumido sus dos meses en Moncloa con una alusión específica a la retirada de los restos del dictador: “Cambio de época. Esto es lo que significó la moción de censura y la configuración de un nuevo Gobierno y reivindicación de una democracia sana que debe ser más ejemplar, que debe consolidarse en todos los rincones de nuestro país y tiene que llegar también al Valle de los Caídos”.