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El gran sueño de los populistas de Visegrado, cambiar la UE desde dentro

El gran sueño de los populistas de Visegrado, cambiar la UE desde dentro

EFE

Viena —

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Los partidos populistas y eurocríticos en el poder en los países de Europa Central pretenden cambiar la UE desde dentro hacia posiciones más nacionalistas, tradicionales y menos federalistas tras las elecciones europeas de esta semana.

Durante años, el sueño de los nacionalistas europeos era “destruir” la Unión Europea (UE), percibida como un disolvente de identidades y de valores tradicionales.

Pero ahora han pasado a ser más pragmáticos, exigiendo una “renacionalización” de ciertas competencias y frenar las políticas de integración europea que cuestionen la soberanía nacional de los Estados de la Unión.

Países como Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia son muy celosos de su soberanía tras haber estado sometidos a la tutela de la Unión Soviética durante medio siglo.

Ven por ello con desconfianza ciertas iniciativas comunitarias que consideran una amenaza a su independencia política.

Al margen del eje ultranacionalista francoitaliano de Marine Le Pen y Matteo Salvini, estos cuatro países excomunistas están aglutinados en el llamado grupo de Visegrado (V4), un bloque menos homogéneo de lo que parece a primera vista.

POLONIA (51 escaños/52 tras el brexit)

En el país más grande del V4, el gobernante partido conservador PiS, del primer ministro Mateusz Morawiecki, lidera las encuestas con una retórica nacionalista, similar a la del gobierno de Hungría, liderada por el primer ministro, Viktor Orbán.

Están centrados en la migración y la crítica a unas instituciones europeas que presentan como un poder foráneo que busca controlar el país y alejarlo de sus “valores tradicionales y patrióticos”.

Polonia y Hungría están sujetos a un expediente de infracción de los valores comunitarios, según el artículo 7 del Tratado de la UE, y se protegen mutuamente con su derecho a veto.

Pero “a diferencia de Hungría, la oposición es muy fuerte en Polonia”, explica en Viena el analista Paul Schmidt, secretario general de la Sociedad Austríaca de Política Europea (OeGfE).

Además, destaca otra gran diferencia entre estos dos aliados en el Este de Europa: Hungría es prorrusa mientras que Polonia es uno de los países comunitarios más críticos con Moscú.

Ambos usan un lenguaje similar, “con la UE como chivo expiatorio y la Comisión Europa como principal enemigo, con una retórica del 'no vamos a permitir que nos digan lo que tenemos que hacer'”, señala Schmidt a Efe.

Según las últimas encuestas, el PiS y la opositora “Coalición Europea” se encuentran virtualmente empatados en torno al 35 %, lo que les daría una veintena de escaños cada uno en la Eurocámara.

El PiS no forma parte, por ahora, de la Alianza Europea de los Pueblos y de las Naciones, lanza por Salvini.

HUNGRÍA (21/22 escaños)

Enfrentado a la Comisión Europea por su deriva autoritaria, el partido gobernante de Hungría, el Fidesz, fue suspendido en marzo de su pertenencia al Partido Popular Europeo (PPE), el grupo de la Eurocámara en el que está inscrito.

El Gobierno de Orbán centró su campaña en críticas a la Comisión Europea, sus líderes y su supuesto plan de convertir Europa en un continente de inmigrantes musulmanes que destruirán el legado cristiano de Europa.

“A nivel europeo, Orbán es cada vez más un paria. A diferencia de lo que él espera, que el PPE se debilite y que los nacionalistas se fortalezcan para lograr otro Parlamento Europeo, los sondeos pronostican lo contrario”, asegura el analista Peter Kreko.

“El 60 % de los eurodiputados serán europeístas y el 40 restante pertenecerá a un grupo muy heterogéneo y euroescéptico, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, que sin embargo no podrá cambiar la lógica existente en la UE”, asegura a Efe el director ejecutivo del Instituto Political Capital en Budapest.

Pese a la campaña del Fidesz, la gran mayoría de los húngaros (más de un 80 %) sigue teniendo una buena imagen de la UE.

Las últimas encuestas señalan que el Fidesz se llevará más de la mitad de los votos en Hungría, donde la participación electoral probablemente no suele llegar ni al 30 %.

Con eso, el partido de Orbán puede hacerse con hasta 14 escaños, que por el momento forman parte del PPE, aunque no está descartado que pueda unirse a la alianza de Salvini tras las elecciones.

Al mismo tiempo, el primer ministro húngaro ya ha dejado claro que no votará como presidente de la Comisión al cabeza de lista del PPE, el alemán Manfred Weber.

REPÚBLICA CHECA (21/22 escaños)

En medio de los dos grandes protagonistas del V4 se encuentran la República Checa y Eslovaquia, con gobiernos eurocríticos pero más pragmáticos y menos virulentos en sus diatribas contra la UE.

En Praga gobierna el magnate Andrej Babis, cuyo partido, el populista ANO, forma parte del grupo liberal ALDE en la Eurocámara, aunque utiliza también mensajes euroescépticos.

El propietario de un gran grupo agroalimenticio, acusa a la UE de ser responsable de que en los países de Este de Europa se vendan productos de peor calidad que en la parte occidental de la unión.

Babis responde así a un sentimiento eurocrítico general en la República Checa, donde más del 30 % de la población pide activamente salir de la UE y una gran mayoría rechaza la inmigración.

Todo ello en una sociedad muy homogénea, con pocos inmigrantes y donde las empresas tienen dificultades para encontrar trabajadores cualificados en medio de la actual bonanza económica.

“La República Checa prospera mucho pero la imagen pública de la UE no es muy fuerte, a diferencia de Hungría y Eslovaquia, donde una amplia mayoría está a favor de la UE”, destaca Schmidt.

“Y mientras que en la República Checa faltan trabajadores en Hungría hay un problema con la emigración de la gente bien formada, pese a que el Gobierno de Orbán afirme lo contrario”, agrega.

El partido de Babis lidera los sondeos con el 23 % (6 escaños), mientras que el partido más eurocrítico del país, el ultraderechista SPD, obtendría un modesto 9 % (2 o 3 escaños).

ESLOVAQUIA (13/14 escaños)

El país más pequeño del V4 es el único que forma parte de la zona euro, con el gobernante partido socialdemócrata Smer en el poder desde hace una década, con posiciones populistas y eurocríticas.

También en Eslovaquia gran parte de la política y de la sociedad rechazan la migración, pese a que hay pocos extranjeros en el país.

“El sentimiento antimigratorio de la población es más alto justamente en los países donde menos inmigrantes hay: en Europa Central y del Este”, destaca el analista Krekó.

“Esto es lo que llamamos xenofobia platónica. En realidad no hay inmigrantes y refugiados, pero sí hay sentimientos contra ellos. Y es eso de lo que se aprovechan los políticos”, explica el analista un fenómeno extendido por toda la región.

El año pasado Eslovaquia vivió una profunda crisis política e institucional tras el asesinato de un periodista que había investigado los supuestos lazos entre el crimen organizado y altas esferas del poder, provocando una ola de protestas.

En este marco de estas protestas, la sociedad eslovaca empezó a dar un tímido giro hacia una posición más liberal, con la reciente elección de la abogada Zuzana Caputova como futura presidenta.

El Smer, del primer ministro Peter Pellegrini, sigue liderando las encuestas con el 22 % (4 escaños), mientras que dos fuerzas abiertamente xenófobas, ultranacionalistas y eurocríticas lograrán entre un 8 y un 14 %, lo que equivale a uno o dos escaños.

Eslovaquia y la vecina República Checa lideran la abstención en las elecciones europeas, a las que no acudirá este año ni siquiera el 20 % del electoral, según los últimos sondeos.

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