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El debate de presupuestos convierte al Congreso en el punto de partida de la campaña electoral

El ministro, Cristobal Montoro durante el debate de presupuestos

Gonzalo Cortizo

El Congreso de los Diputados abrió sus puertas este 25 de agosto para escenificar lo que todos, menos el PP, han entendido como el primer gran mitin electoral de cara a las generales. Antes de empezar los discursos, al registro de la cámara habían llegado una docena de peticiones por escrito pidiendo la retirada del proyecto y planteando la enmienda a la totalidad que defienden otros tantos portavoces. Para el ministro Cristobal Montoro estaba reservado el turno de la mañana. El responsable de Hacienda usó una hora escasa, de la que apenas cinco minutos se dedicaron a la defensa de su proyecto económico para 2016.

Como quien va a contar algo extraordinario o increíble Montoro remarcó con un “yo estaba allí” su convicción de que “fue la firmeza del presidente Rajoy la que evitó el rescate a España”. También glosó las capacidades del presidente para prever la crisis antes que nadie y acusó al ejecutivo de Zapatero de despilfarro constante y morosidad con los proveedores de las administraciones. En pocas palabras el mensaje del ministro se resume en lo siguiente: la crisis la trajo el PSOE, Pedro Sánchez miró hacia otro lado y el PP ha reparado los platos rotos.

Sánchez obvia a Montoro y se dirige a Rajoy

Montoro acusó a Pedro Sánchez de “revestirse de apoyos de la izquierda radical, con Podemos, para tratar de presentarse como un líder con posibilidades de alternancia” y le calificó como “la amenaza para la recuperación económica”. Las descalificiaciones de Montoro a Sánchez fueron constantes con frases que se explican solas: “Usted sube a la tribuna con las mismas mandangas”, “pero si no sabe de lo que habla”, “usted es un conjunto vacío”, “usted quiere alianzas con partidos que van a destrozar su país”, “después de las elecciones no será presidente, ni líder de la oposición”...

El líder del PSOE evitó en todo momento dirigirse al ministro o responder a sus argumentos. Sánchez planteó el debate solo hacia Rajoy, a quien afeó su decisión de no subir a la tribuna para defender unas cuentas que el PP ha llevado al Congreso en clave de urgencia y en pleno mes de agosto. El del PSOE criticó “la desfachatez de intentar imponer el próximo gobierno unos presupuestos generales” y aconsejó al presidente que “lo decente es que hubiera adelantado las elecciones”.

Con su estrategia, Pedro Sánchez consiguió algo inaudito en los pasillos del Congreso: que Rajoy los visitase hasta en tres ocasiones para hacer declaraciones a los periodistas. En el último de esos contactos con la prensa, Rajoy dijo de su oponente que había trenzado “un discurso sin nivel”.

El candidato socialista se presentó en la tribuna con un esbozo de programa de Gobierno basado con siete ejes que Montoro no tardó en tildar de “vaguedades”. Sánchez advirtió de que “el Gobierno que salga de las elecciones cambiará estos presupuestos”.

Toda la oposición denuncia el electoralismo del debate

La oposición en bloque criticó el electoralismo del debate. José Luis Centella, de la Izquierda Plural lo califícó de “espectáculo”, Pere Macías (CDC): “La propuesta es un instrumento electoralista”, Pedro Azpiazu (PNV): “Me ha parecido increíble”, Rosa Díez (UPYD): “Los mítines se los tienen que pagar de su bolsillo”.

El Partido Popular ha forzado la maquinaria parlamentaria para habilitar la sesión plenaria y dejar atadas las cuentas con las que defenderán sus opciones en la campaña electoral que se inicia en apenas unos meses. Los presupuestos, que estos días se debaten en el Congreso, tendrán que ser aplicados por el Gobierno que salga de las próximas elecciones, a no ser que una nueva mayoría pueda cambiarlos. Si el Palacio de La Moncloa recibe a un nuevo inquilino podrían convertirse en las cuentas públicas más efímeras de la democracia.

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