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Aún es pronto para hablar del futuro gobierno

Albert Rivera, candidato a la Presidencia del Gobierno por Ciudadanos

Carlos Elordi

La “gran coalición”

Albert Rivera ha afirmado que el PP y el PSOE preparan un pacto para “salvar al bipartidismo y para que todo siga igual”. Esa posibilidad se baraja desde hace más de dos años. Más concretamente, desde que Podemos surgió de la nada en las elecciones europeas y el riesgo del fin del bipartidismo hizo acto de presencia en la escena política española. Felipe González lo propuso abiertamente. Pero las voces oficiales del PSOE rechazaron la idea. “Porque aceptarlo equivaldría a suicidarnos”, dijeron entonces. Sin embargo esa posibilidad no ha dejado de estar viva. Y lo sigue estando. Que los que previsiblemente serán los dos grandes derrotados el 20-D se unan para evitar que los partidos nuevos les quiten el poder que han detentado desde hace 35 años, y que en buena medida siguen compartiendo, es una hipótesis muy a tener en cuenta. Pero que Rivera la de por hecha tras solo dos días de campaña suena más a argumento para movilizar a sus posibles votantes que al fruto de un análisis que aún carece de muchos datos.

Pactos postelectorales

Sobre el papel hay varios pactos posibles. La “gran coalición” (PP-PSOE) es uno de ellos. Un acuerdo entre el PP y Ciudadanos es otro. También un tripartito PSOE-Ciudadanos-Podemos. Y variantes de una u otra fórmula dependiendo de que el acuerdo sea para entrar en el gobierno o para un apoyo parlamentario, fijo o sobre la marcha, o que se limite a la investidura. Pero a estas alturas es imposible pronunciarse sobre cuál de esas opciones es la más verosímil. Porque dependerá, absolutamente, de lo que vote la gente. Un ejemplo: si el partido de Albert Rivera logra un gran éxito, carecerá de alicientes para aliarse con el PP, porque buena parte de sus votos habrán venido del partido de Rajoy y Ciudadanos no hará nada que arruine el escenario futuro que abrirán esos resultados. Que sería el de convertirse en el gran partido del centro-derecha, mandando al PP a la jubilación. Y si el nuevo gobierno es muy débil, mejor. Porque así se disolverán pronto Las Cortes y llegarán antes las nuevas elecciones. Es muy difícil que Rivera acepte ser muleta de Rajoy cuando puede convertirse en su verdugo. Muy distinto será el escenario si Ciudadanos contradice a las encuestas y obtiene muchos menos votos de los que estas le pronostican. Las demás hipótesis postelectorales también dependen de los resultados del 20-D. ¿Qué futuro tendría un gobierno PP-PSOE enfrentado a enormes retos políticos si sus dos componentes se pegan una castaña electoral mayor de la que hoy les auguran los sondeos?

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