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El regalo de China a Rajoy, algo más que un dibujo

Rajoy destaca en el Instituto Cervantes la pujanza del español en China

EFE

Pekín —

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La caligrafía original entregada hoy por el artista chino Xu Bing al presidente español, Mariano Rajoy, representa no sólo un detalle para resaltar la sintonía entre ambos países, sino también la voluntad de entenderse más allá de las diferencias lingüísticas y de la esencial particularidad del mandarín.

Porque ese idioma y su caligrafía “es muy especial y mantiene una relación especial con el dibujo y la pintura. Escribimos como si dibujáramos el contenido de la palabra”, dice a Efe Xu (Chongqing, China, 1955), actual vicerrector de la Academia Central de Bellas Artes (CAFA) de la potencia asiática.

Aprovechando esa peculiaridad, el artista, con una trayectoria de éxito internacional, realizó para Rajoy una maqueta que, aunque a primera vista aparenta contener caracteres chinos, al fijarse con detenimiento se descubre que en realidad está compuesta por el alfabeto romano y que dibuja la palabra “España”.

Un país del que Xu guarda, además, un recuerdo especial. Él fue unos de los primeros artistas chinos en exponer en la Península Ibérica, en concreto en 1995 en la muestra del Museo Reina Sofía llamada “Cocido y Crudo”, y a partir de entonces ha participado en varias exhibiciones en España, tanto individuales como colectivas.

Pero no fue sólo esa razón por la que aceptó entregar la obra en el Instituto Cervantes de Pekín al mandatario español. El artista asegura ver una unión muy fuerte entre las dos culturas, ya que “ambas son muy naturales, comparten la misma filosofía en algunos aspectos y el mismo respeto a los materiales y las texturas”.

“Somos gente trabajadora y natural”, comenta a Efe, y explica que siempre ha sentido que el público español “entiende y comparte mi arte”.

Una parte esencial del suyo es, precisamente, el lenguaje, que en China atañe la dificultad de que, para que una persona sea considerada letrada y culta, ha de pasar años memorizando y aprendiendo a caligrafiar miles de caracteres.

Catapultado a la fama por su obra “Libros Celestiales” en 1988, que expuso en el Museo Nacional de China, Xu ha vivido en sus propias carnes la evolución del lenguaje y el aprendizaje de un nuevo idioma.

Si al empezar a estudiar mandarín de pequeño se topó con la simplificación del idioma impuesta por Mao Zedong, que implicaba la abolición de ciertos caracteres y la creación de nuevos, cuando comenzaba a dominarlo irrumpió la Revolución Cultural (1966-1977) en China y lo único para leer era el Libro Rojo comunista.

A su fin, Xu consumió hasta saciarse todos los libros a los que tuvo acceso, pero, “tras una sobredosis de lectura, mi pensamiento se nubló”, ha dicho en ocasiones, comparando el momento con quien siente náuseas tras comer con avidez después de un periodo de hambruna.

Años después, la Historia volvió a convertir al lenguaje en protagonista de su vida.

Fue tras la matanza de Tiananmen en 1989, aún no reconocida por el Gobierno y a la que él prefiere no referirse, cuando se marchó a vivir a Nueva York. Allí tuvo que aprender un nuevo idioma, familiarizarse con otra cultura e impregnarse del arte contemporáneo.

“Tuve que, en definitiva, aprender el país”, dice a Efe, y señala que “en China entonces no teníamos mucha información sobre el arte contemporáneo. Sólo quería saber lo que era”.

Dice que lo averiguó, y que, a su regreso en el 2007, China ya era otra. Ahora, con su puesto privilegiado en el mundo de las artes, trata de transmitir su conocimiento y la importancia del lenguaje y la palabra a neófitos y expertos.

Un lenguaje que al escribirse también puede ser, en ocasiones, fácilmente manipulado, como sucede con el juego visual de su dibujo a Rajoy. Aunque la intención final en este caso sea la de fundir ambas culturas y demostrar, además, el poder de la palabra que Xu predica para entenderse pese a las diferencias.

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