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La otra cara del reinado: retirada de símbolos e iniciativas antimonárquicas

La otra cara del reinado: retirada de símbolos e iniciativas antimonárquicas

EFE

Madrid —

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El primer lustro de reinado de Felipe VI ha tenido en el desafío independentista de Cataluña su momento más complejo, aunque también ha estado salpicado de episodios de desaire a la figura de Felipe VI, de retirada de símbolos o de cuestionamiento de la legitimidad de la monarquía.

El nuevo contexto político que se encontró el rey tras el relevo en el trono, caracterizado por el auge del secesionismo catalán y el surgimiento de formaciones partidarias de la república, dio pie en los últimos años a iniciativas contrarias a la Corona.

Los gestos más adversos han procedido de Cataluña, en especial, desde su mensaje del 3 de octubre de 2017 para denunciar los planes de ruptura, por el que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y su antecesor, Carles Puigdemont, le exigieron una disculpa.

El pronunciamiento más severo fue la reprobación a don Felipe del Parlamento catalán el 11 de octubre de 2018, en la que se pedía abolir la Corona por ser una institución “caduca y antidemocrática”.

El Gobierno la recurrió ante el Tribunal Constitucional e hizo lo propio con un acuerdo posterior del Parlament de crear una comisión de investigación sobre la monarquía.

La animadversión de la Generalitat se ha traducido en la negativa a invitar a sus actos al rey, al igual que ha hecho el Ayuntamiento de Girona.

Los Premios Princesa de Girona tuvieron que celebrarse el año pasado fuera de esta ciudad al denegar su alcaldesa, Marta Madrenas (PDeCat), el uso del auditorio municipal por estar en obras.

Además de Girona, varios consistorios catalanes, como Cervera -municipio que da nombre al título de condesa que ostenta la princesa Leonor-, Manresa y Arenys de Munt, han declarado a Felipe VI “persona non grata”, algo que ha pretendido, sin éxito, el de Barcelona.

A ello se han unido varios episodios de quema de fotos promovidos por la CUP y el que se colgara una pancarta (“El rey español no es bienvenido en los países catalanes”) antes del homenaje las víctimas de los atentados yihadistas en agosto del pasado año.

Otro momento incómodo han sido las finales de la Copa del Rey de fútbol con los pitidos a su figura y al himno español.

El hecho de que en los últimos cinco años las haya jugado el Barcelona ha dado continuidad a la protesta a cargo de hinchas independentistas.

A escala nacional, Podemos e IU han sido los más activos a la hora de cuestionar al monarca, con mociones municipales de reprobación de su papel.

“Nosotros estamos en el Parlamento porque nos han votado los españoles. Algunos son jefes de Estado porque son hijos, nietos o bisnietos de una dinastía. Tenemos mucha más legitimidad porque nos vota la gente”, dijo el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en 2016.

Con un tono más suave, las Juventudes Socialistas abogaron por la república y la elección ciudadana del jefe del Estado en el congreso federal del PSOE en junio de 2017, pero su propuesta no prosperó.

En Navarra, el gobierno foral de Uxue Barkos acordó en 2016 no invitar a miembros de la Casa Real al acto de entrega del Premio Príncipe de Viana, el mayor galardón cultural de la región, con lo que se rompió la tradición que se mantenía desde hacía dos décadas.

El Parlamento autonómico aprobó además, en víspera de una visita de los reyes, una declaración a favor de un referéndum entre monarquía o república, igual que ocurrió en Cataluña.

Esta consulta se ha celebrado, de manera simbólica, en una veintena de universidades públicas españolas promovida por algunos grupos estudiantiles.

Don Felipe, que entre sus títulos incluye el de señor de Vizcaya, ha ido varias veces al País Vasco, pero aún no ha sido invitado a visitar la Casa de Juntas de Gernika, como sí ocurrió con Juan Carlos I.

El tradicional discurso de Nochebuena de Felipe VI nunca se ha emitido por el canal autonómico vasco ETB y en los últimos tres años, la TV3 catalana lo ha relegado a su canal informativo 3/24.

Las iniciativas de desafecto hacia la Corona se han reflejado también en la supresión de calles y nombres de espacios públicos.

En el Ayuntamiento de Barcelona, se acordó cambiar el nombre de la avenida de Borbón y la del Príncipe de Asturias para “desborbonizar” el nomenclátor de la ciudad.

En Zaragoza, se suprimió la denominación Príncipe Felipe del pabellón de deportes, pero el Tribunal Supremo anuló la propuesta, y el Ayuntamiento de Madrid eliminó el nombre de “Felipe VI” del parque más grande de la ciudad.

Otra polémica que suscitó la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, fue retirar el busto de Juan Carlos I del salón de plenos por no ser ya jefe de Estado, pero sin colocar el don Felipe, como obligó una sentencia.

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