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La salida de Barcina allana el camino para pactos, la duda es a quién

La salida de Barcina allana el camino para pactos, la duda es a quién

EFE

Pamplona —

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La decisión de Yolanda Barcina de no optar a revalidar como presidenta de Navarra puede allanar el camino para pactos postelectorales entre UPN, su partido, y el PSN-PSOE, lo que también puede facilitar el acceso de la oposición al Gobierno si la ciudadanía no ve en esa “entente” los nuevos aires que quiere.

Tras el anuncio de Barcina en la tarde de ayer de no optar a la reelección con el argumento de recuperar tiempo para su vida privada, la sorpresa fue la reacción más común puesto que ya en verano se conoció su nueva relación sentimental y ésta no impidió que en septiembre la presidenta abriera el curso político presentándose como la candidata de UPN a las autonómicas de 2015.

Sea como fuere, lo cierto es que más allá de su vida privada, el mandato de Yolanda Barcina ha sido convulso desde que al año de tomar posesión, en 2011, decidió destituir con una carta oficial a su socio y vicepresidente del Gobierno, el socialista Roberto Jiménez, pese a dejar así a UPN en una situación de minoría parlamentaria que avanzaba, ya entonces, lo que el tiempo ha confirmado: una acción de Gobierno inviable.

Y es que la expulsión de Jiménez fue una afrenta que el PSN personificó en Barcina. Desde entonces hasta hoy, ha sido imposible cualquier entendimiento entre el Gobierno presidido por ella y el primer partido de la oposición, el único que le podía facilitar los votos que necesitaba para sacar adelante sus propuestas.

Con la incertidumbre de si ésta será también la actitud de María Chivite, la nueva candidata del PSN a las autonómicas de 2015, Barcina ha visto en todo caso alejarse sus posibilidades de revalidar cargo a tenor de los malos resultados electorales que obtiene UPN en algunos sondeos.

Y de hecho, la coincidencia hará que la encuesta electoral del Parlamento, el llamado Navarrómetro, se entregue en la Cámara el mismo día en el que finaliza el plazo para que se presenten en UPN los candidatos a suceder a Barcina, el próximo 21 de noviembre, una encuesta en la que se conocerá también qué valoración recibe de la ciudadanía la todavía presidenta navarra, pues UPN decidió hace dos semanas que fuera por ella por quien se preguntara.

Quedan así diez días para que, superado el desconcierto inicial, los militantes de UPN sean capaces de dar con la persona que pueda tranquilizar las aguas internas, revueltas por sucesivas decisiones y actitudes de Barcina, algunas tachadas de demasiado condescendientes con el PP pese a lo que consideran ataques del Gobierno central al autogobierno navarro.

Un candidato que además deberá poder romper el hielo socialista, al menos para alcanzar con ellos pactos puntuales, el primero y más importante para llegar al Gobierno, y en éste los votos no serán gratis.

Por eso, en estos próximos días los líderes de UPN y cuantos tengan peso y autoridad ganada con el tiempo en el partido, tienen por delante la tarea de alcanzar en consenso en torno a un nombre ya que, de lo contrario, bien podría suceder que se encontraran con varios candidatos y, en un proceso que no prevé primarias, supondría para los regionalistas un nuevo desgaste.

Esto es algo que sabe bien su mentor político, el expresidente de Navarra y UPN Miguel Sanz, quien tras el verano ha articulado una corriente crítica en el seno del partido por su disconformidad con la gestión de Barcina. por Rosana Redondo

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