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El senador argentino que defiende a Giuseppe Conte: “Es la única solución”

El senador argentino que defiende a Giuseppe Conte: "Es la única solución"
Roma —

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Roma, 29 ene (EFE).- La crisis política que atraviesa Italia tiene un protagonista italo-argentino: el senador Ricardo Antonio Merlo, bonaerense nieto de migrantes europeos, se ha convertido en paladín del primer ministro dimisionario Giuseppe Conte, “única solución” a la inestabilidad y al soberanismo, alega en una entrevista con Efe.

“Es la única solución posible: no solo porque lo queramos, sino porque será muy difícil armar un Gobierno con una persona distinta”, sostiene el senador, quien se reunió con el jefe del Estado, Sergio Mattarella, como parte de las consultas del mandatario para buscar una solución a la falta de gobierno.

Merlo (Buenos Aires, 1962), subsecretario de Exteriores en funciones, representa en el Parlamento a la comunidad expatriada con su Movimiento Asociativo de los Italianos en el Exterior (MAIE). Elegido por la circunscripción de Sudamérica en varias ocasiones, vive estos días con intensidad.

Italia atraviesa su enésima crisis política con la dimisión de Conte al perder el apoyo clave del partido de Matteo Renzi a causa del, a su juicio, poco ambicioso Plan de Recuperación contra la pandemia, con 209.000 millones de euros de la Unión Europea.

Y, para suplir el hueco dejado por Renzi, Merlo ha creado el grupo “Europeístas” con algunos senadores del Grupo Mixto dispuestos a reforzar la coalición de Conte, formada por el Movimiento 5 Estrellas (M5S), el Partido Demócrata (PD) y Libres e Iguales (LeU, izquierda).

El político, de 58 años, ha recorrido los pasillos del palacio del Quirinale para reiterar su apoyo a Conte ante el jefe del Estado, en la ronda de consultas con la que pretende buscar una salida al laberinto.

Merlo solo ha reunido a diez señorías, aún insuficientes, pero promete refuerzos: “Se van a sumar más pero no será en un día”, augura.

Su misión es mantener a Conte a toda costa en el poder, pero ¿qué tiene este jurista que tanto le entusiasma? “Vale más hacer que hablar y en estos dos años le hemos visto hacer, nos convenció, es el mejor para esta fase histórica”, sostiene.

El virus del coronavirus sigue campando por el país y, por eso, a su juicio, “no tiene sentido cambiar de caballo a la mitad de la carrera”.

Merlo recela de los europeístas como la excomisaria Emma Bonino que torpedean al Gobierno: “A veces algunas personas tiran de la cuerda y van a terminar entregando el país a los soberanistas”, teme.

Esa es precisamente otra de las posibles desembocaduras de esta crisis. Si los partidos no se ponen de acuerdo, ya sea apoyando a Conte u otro, todo podría precipitar un adelanto electoral que según todos los sondeos coronaría a la ultraderecha.

En medio de toda esta constelación de posibilidades que es la política italiana, siempre convulsa, siempre creativa, Merlo se mueve como pez en el agua, aunque es consciente de lo difícil que es comprenderla. Para ello sugiere ver la serie “Borgen” (2010).

Solo que el Parlamento italiano no es la Dinamarca de esa ficción, sino “un sistema muy inestable de tendencia centrífuga con gran cantidad de partidos que dificulta hacer coaliciones”. De ahí que sume 66 Ejecutivos en siete décadas de democracia.

Este senador sagaz vivió en Buenos Aires hasta pasados los treinta años, pero desde su infancia respiró admiración por Europa. Su madre gallega y su padre italiano, de Treviso (norte), se lo inculcaron, recuerda sin esconder un acento argentino que parece perenne.

Se formó en la Universidad El Salvador, de los jesuítas que años después darían el primer papa latinoamericano, Francisco, y después en Padua. Eran tiempos de “ir y venir” de un lado al otro del océano.

A la hora de definirse, enseguida revela “su pasión”, el fútbol, al que se dedicó su juventud con el club bonaerense Atlético All Boys, pero una lesión muscular truncó ese sueño.

Corrían los años de la Guerra de las Malvinas (1982) y pronto se interesó por la vida pública, valiéndose de su experiencia en el asociacionismo católico: “Empecé a leer e informarme y la política me atrapó de una forma casi obsesiva”, rememora.

Así, con la mente puesta en la tierra de sus ancestros, en 2006 fue elegido diputado y dos años después fundó el MAIE. Hasta ahora presume de haber ganado todas las elecciones en la circunscripción de Latinoamérica, donde pueden votar 1,4 millones de personas.

Ahora se encuentra en uno de los momentos más apremiantes de su carrera, su teléfono no para de sonar. Italia necesita un Gobierno.

Para ello se zambulle en las frenéticas negociaciones del Senado, en los corrillos del Palacio Madama. Consciente de que la política, como el fútbol que tanto ama, es una carrera de fondo: “No se puede parar ni para tomar agua”, zanja, con cierta ironía.

Gonzalo Sánchez

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