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Superar el 45% del voto, un objetivo no siempre suficiente en Galicia

Mesa electoral instalada en un colegio público de O Perdouro.

EFE

Santiago de Compostela —

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A Monte Pío, residencia oficial del presidente de la Xunta en Santiago de Compostela desde 2002, se llega por las urnas; si bien para ello es preciso lograr más del 45 por ciento de los votos, ya sea en solitario o mediante una suma de partidos... Aunque a veces, como en 2009, no sea suficiente.

La residencia y el complejo del mismo nombre donde se ubica es obra del doble Premio Nacional de Arquitectura (1997 y 2018) Manuel Gallego Jorreto y fue mandada construir por Manuel Fraga, que apenas pudo disfrutarla, ya que en 2005 el socialista Emilio Pérez Touriño llegó a la Xunta en coalición con el BNG.

Entre ambas fuerzas sumaron el 51 por ciento de los sufragios y más de cien mil votos más que el veterano político gallego, que pese a ganar las elecciones con un 45 por ciento de los votos se quedó a un escaño de su quinta mayoría absoluta y puso rumbo al Senado, donde acabó su carrera política antes de fallecer.

Quince años después, tras tres mayorías absolutas de otro popular, Alberto Núñez Feijóo, que aspira a lograr una cuarta el próximo 5 de abril, los distintos partidos de izquierdas con opciones de entrar en el Parlamento gallego -PSdeG, Galicia en Común-Anova y BNG- sueñan con lograr un resultado similar que les permita colocar a uno de sus representantes en Monte Pío.

Los distintos comicios celebrados a lo largo de 2019 en Galicia -dos elecciones generales, unas municipales y unas europeas- han dejado la sensación de que tienen al alcance de la mano lograr ese objetivo, ya que tanto en las generales como en las municipales han conseguido -en conjunto- superar el 50 por ciento de sufragios.

Estas formaciones tienen su base electoral más sólida en las siete ciudades y en las quince villas medias -entre 20 y 50 mil habitantes- ya que esos 22 municipios de los 313 que conforman Galicia concentran más de la mitad de la población gallega.

El próximo 5 de abril están llamados a votar 2.699.505 gallegos, 72.964 de ellos por primera vez, por haber cumplido 18 años desde los anteriores comicios, y con uno de cada seis (462.443, el 17,1 por ciento) registrados en el exterior; un voto que en los últimos años ha sido prácticamente irrelevante dada su escasa participación. En 2016 apenas llegó al 2 por ciento.

Si bien es cierto que el PP fue la fuerza más votada en las siete principales ciudades gallegas en las autonómicas de 2016, también lo es que en las dos elecciones generales de 2019 la primera fuerza en las ciudades fue el PSdeG.

En las municipales, con un peso más determinante del candidato que de las siglas, el PP fue la fuerza más votada en tres; el PSdeG en otras tres y el BNG en una.

En cualquier caso, el PP sabe la dificultad de gobernar -ya que sin absoluta no lo consigue- porque pese a esos resultados y a las tres mayorías absolutas consecutivas en Galicia, el municipio con más población donde gobierna es Arteixo (31.000 habitantes), en el cinturón industrial de A Coruña, fuera de las diez localidades más pobladas.

Y a estas elecciones autonómicas el PP ha decidido concurrir también en solitario por decisión de su líder, Alberto Núñez Feijóo, que ha declinado la oferta de ir coaligado con Ciudadanos, partido prácticamente irrelevante en Galicia, donde tiene 34 concejales en total, pese a las presiones tanto de Inés Arrimadas como de las preferencias de Pablo Casado.

Por su parte, las fuerzas de izquierdas que aspiran a sumar para desbancar al PP de la Xunta tienen bien aprendida la lección de 2009, cuando comprobaron que sumar más en votos y en porcentaje que el rival no siempre es suficiente.

En aquella ocasión, todas las encuestas, salvo una en los últimos días de campaña que abría una posibilidad a una mayoría absoluta del PP, hasta entonces descartada, daban por ganadora de nuevo a la coalición gobernante de PSdeG y BNG.

Y si bien en votos totales y en porcentaje fue así, con un 47,03 % de sufragios para la suma de socialistas y nacionalistas por un 46,68 % para el PPdeG, que obtuvo 5.700 votos menos que los partidos gobernantes conjuntamente, el reparto electoral de escaños -con uno menos para el BNG frente a 2005- dio la victoria a la formación de Alberto Núñez Feijóo, que logró 38 actas por las 37 de PSdeG y BNG.

En octubre de 2012 el PPdeG mantuvo el poder, esta vez sí, con un 45,79 % y 16.500 votos más que la suma de PSdeG, AGE (Esquerda Unida y Anova) y BNG, que se quedaron en el 44,62 por ciento.

Pese a perder 130.000 votos, el PPdeG revalidó y amplió su mayoría absoluta, que pasó de 38 a 41 diputados de un total de 75.

Situación similar ocurrió en septiembre de 2016, cuando Núñez Feijóo conquistó por tercera vez la Xunta, con un 47,56 por ciento de los votos, que volvió a reportar a su formación 41 diputados.

La suma de En Marea -partido instrumental formado y apoyado por las denominadas mareas municipalistas, Anova, Esquerda Unida y Podemos, entre otros, que logró ser segunda fuerza- más PSdeG y BNG se quedó en el 45,27 por ciento y obtuvo casi 34.000 votos menos.

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