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La tensión se mantiene en Jerusalen tras la demolición de la casa de un kamikaze

La tensión se mantiene en Jerusalen tras la demolición de la casa de un kamikaze

EFE

Jerusalén —

La tensión se mantuvo hoy en Jerusalén, un día después del atentado más sangriento de los últimos años, que causó cinco muertos en una sinagoga, con disturbios dispersos y la demolición por fuerzas israelíes de la casa de un palestino responsable de un atropello mortal en octubre.

Los incidentes despuntaron en el barrio de Silwan, en la parte este de la ciudad, donde las fuerzas israelíes demolieron anoche la vivienda de la familia de Abed al-Rahman al-Shaludi, el palestino que el mes pasado arrolló a varias personas en una parada del tranvía que atraviesa Jerusalén, causando dos muertos y cinco heridos.

“La ocupación israelí quiere romper nuestra familia y desplazarnos. Creen que derribando las casas de los mártires disuadirán a la gente de Jerusalén y Palestina, pero la violencia engendra violencia”, apuntó la madre de Al-Rahman en declaraciones a la agencia Maan.

Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se mostró satisfecho con la acción y aseguró que se trataba sólo del comienzo.

“Esta mañana hemos demolido la casa de un terrorista. Este es un importante y significativo paso y habrá más demoliciones. No tenemos nada contra los residentes del este de Jerusalén, pero no toleraremos ataques a nuestros residentes y actuaremos contra los que lo hagan y abracen la incitación”, advirtió el “premier”.

En declaraciones realizadas durante su visita al nuevo centro de mando de la unidad de observancia del Ayuntamiento de Jerusalén, donde se controla en tiempo real “los disturbios y las violaciones de la ley” a través de inmensos zeppelines de vigilancia, Netanyahu aseguró: “Con determinación y mano dura, restauraremos la seguridad en Jerusalén”.

El Gobierno israelí resolvió la pasada semana endurecer los castigos tras el incremento de ataques de palestinos a israelíes, que en las últimas semanas se han saldado con nueve víctimas, y reinstauró la norma de destruir los domicilios de los atacantes, abandonada a finales de la segunda intifada por su falta de eficacia.

Los vecinos de Silwan, sin embargo, decidieron oponer resistencia a la resolución de las autoridades y se enfrentaron con piedras a las fuerzas israelíes.

“Unos treinta o cuarenta palestinos lanzaron piedras y la policía ofreció una rápida respuesta sin que se produjera ningún herido. No se han registrado más incidentes en la ciudad durante la jornada”, informó a Efe el portavoz de la Policía, Miki Rosenfeld.

El primer ministro israelí incidió ayer en la recuperación de esta medida tras la reunión de seguridad que mantuvo con su gabinete tras el atentado en una sinagoga en el barrio de Hor Nof, en Jerusalén Oeste.

Cuatro rabinos y un policía murieron a manos de dos palestinos procedentes de Jabar al Mukaber, en la zona este de la metrópoli, que llegaron al templo pertrechados con grandes cuchillos y armas de fuego.

Asimismo, anunció otras medidas de castigo, como el reforzamiento de la seguridad en torno a la urbe, donde los actuales 3.000 efectivos policiales han recibido el despliegue adicional de 1.000 nuevos agentes.

Otra de las disposiciones acordadas, como el levantamiento de puestos de control en las salidas de las zonas árabes, pero también en algunos puntos del oeste, eran plausibles hoy para quien caminaba por las calles de Jerusalén, en especial en las de la Ciudad Vieja.

En este imponente núcleo, donde coexisten entre fuertes tensiones judíos, musulmanes y cristianos, numerosos efectivos de la policía israelí supervisaban el tránsito de los viandantes.

Algunos metros más al sur, en las inmediaciones de la céntrica calle Jaffa, grupos de jóvenes judíos reunidos entre velas dispuestas bajo la forma de la estrella de David en recuerdo de los rabinos asesinados ayer o cánticos que clamaban por una “larga vida a Israel” fueron otras de las imágenes que salpicaban la Ciudad Santa.

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