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Tima Kurdi: “¿Cuántas fotos como la de mi sobrino Alan muerto necesitamos?”

Tima Kurdi: "¿Cuántas fotos como la de mi sobrino Alan muerto necesitamos?"
Berlín —

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Berlín, 2 sep (EFE).- Hace este miércoles exactamente cinco años la fotografía de Alan Kurdi, un niño kurdo de tres años ahogado boca abajo en la arena de una playa turca, se convirtió en la imagen viral y desgarradora de la crisis de los refugiados.

Desde entonces su tía Tima Kurdi vive embarcada en una cruzada para que su sobrino y los millones de personas que como él huyen de la guerra no caigan en el olvido. Para que Occidente no los siga ignorando. Y lo cuenta en una entrevista a Efe.

“¿Cuántas imágenes como la de mi sobrino Alan (no Aylan, como difundió Turquía erróneamente) necesita el mundo antes de hacer algo?”, se pregunta durante su visita a Berlín, invitada por la ONG humanitaria Sea-eye, que rescata migrantes en el Mediterráneo.

“Para mí no es fácil este aniversario. Es un día muy sensible. Pero tengo que recordar a la gente lo que les provocó aquella imagen. Quiero devolverles lo que sintieron. A la gente normal y también a los políticos que prometieron que eso no volvería a suceder”, asegura por teléfono.

La imagen de su sobrino muerto fue “poderosa” y “una llamada de atención para el mundo”, pero no tuvo apenas efectos reales, lamenta Kurdi, que vive en Canadá, donde lidera una fundación en favor de los refugiados.

En su opinión, la situación no ha mejorado en los últimos cinco años, sino más bien al contrario. “Cuando miro alrededor, no solo a Alemania, sino en general en todos los países, la situación de los refugiados va a peor, no a mejor”, evalúa.

Cita las guerras civiles de Yemen y Libia, que están forzando a decenas de miles de personas a huir, y también a Siria, donde a causa de las sanciones internacionales “la gente se está muriendo de hambre”.

Muchos políticos le prometieron a Kurdi hace cinco años, “también personalmente”, que la de Alan, su hermano mayor Ghalib y su madre, Rehanna, pues los tres se ahogaron al volcar la barca con la que trataban de cruzar de Turquía a Grecia, sería “la última tragedia”.

“Pero ahora hablo con refugiados y la situación no es para nada mejor”, lamenta Kurdi.

Nadie quiere huir de su país, explica la activista, pero la guerra, en primer lugar, y las catástrofes naturales obligan a muchas familias a partir con lo puesto.

“No tienen otra opción. En esa situación tratan de marchar a un lugar seguro”, afirma Kurdi, que pide a la gente en Occidente “abrir sus corazones” y “ponerse en la piel” de los refugiados. “Espero que nunca nadie tenga que pasar por eso”, señala.

Se refiere además al campo de refugiados griego de Moria como un lugar “inhumano” e “inaceptable”: “No se puede tratar a las personas como animales. No hay palabras para definir eso. Se me rompe el corazón de ver cómo viven allí. Me hace llorar”.

“No culpo al Gobierno griego por esta situación. Los países europeos deben compartir responsabilidades. Un plan común lo haría más fácil para ellos”, razona.

Ni siquiera muchos de los que llegaron a un lugar de acogida en Occidente están satisfechos porque han quedado “separados de sus familias”, añade Kurdi.

Kurdi, que en 2018 publicó su libro sobre la tragedia de su familia El niño de la playa, subraya que no tiene intención de abandonar su campaña de concienciación.

“Me duele mucho, pero seguiré recordando siempre a la gente a mi sobrino. No abandonaré nunca. Espero que mi voz ayude”, concluye.

Juan Palop

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