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El último enfrentamiento de Tomás Gómez

El último enfrentamiento de Tomás Gómez

EFE

Madrid —

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Tomás Gómez no se ha caracterizado por su habilidad para hacer amigos dentro del PSOE. De sobra son conocidos sus enfrentamientos con José Luis Rodríguez Zapatero, otrora su principal valedor, o con Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero también han sido de dominio público sus fricciones con Pedro Sánchez.

Pocos creyeron la aparente imagen de amistad que trasladaron en el último congreso federal, en julio pasado, que consagró a Sánchez como líder federal, y en la mente de muchos estaban las maniobras de Gómez en 2011 para tratar de relegarle en las listas electorales.

Quien fuera uno de los alcaldes más votados del país en localidades de más de 50.000 habitantes (en la madrileña Parla) llegó a la Secretaría General del PSM en 2007 con el aval de todos los pesos pesados socialistas del momento, entre ellos, del propio Zapatero.

Pero, pocos años después, el enfrentamiento entre los dos fue tan evidente que Zapatero intentó que Gómez renunciara a ser el candidato a la Presidencia de Madrid. Le citó en Moncloa para tratar de convencerle, pero no lo logró.

Ante la resistencia de Gómez a dar un paso atrás, los zapateristas presentaron a la entonces ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, para que le disputara las primarias, que ganó él.

Para entonces, Gómez también se había ganado otro enemigo feroz, Alfredo Pérez Rubalcaba, que ocupaba la cartera de Interior y que también había intentado persuadir al secretario general del PSM de que se hiciera a un lado en la carrera electoral.

Las relaciones entre ambos fueron muy tensas durante la etapa en la que Rubalcaba fue secretario general del PSOE y Gómez, que había apoyado a Carme Chacón en la lucha por el liderazgo del partido, incluso llegó, en no pocas ocasiones, a pedir su dimisión y que convocara un nuevo congreso federal.

Ya fuera por llevar la contraria a Rubalcaba o por razones más desconocidas, el caso es que Gómez también acabó rozando con Pedro Sánchez: fue en octubre del 2011, con motivo de la confección de las listas para las elecciones generales del 20 de noviembre de ese año.

Gómez intentó relegar a Sánchez en la candidatura por Madrid para dar cabida, entre otros, a algún representante de la corriente Izquierda Socialista, frente a la idea de Ferraz de que el ahora secretario general ocupara un puesto que pudiera garantizarle más fácilmente el acta de diputado.

Las negociaciones retrasaron el cierre de las listas socialistas, aprobadas finalmente con la abstención de parte de los miembros de la federación madrileña, incluido Tomás Gómez. Pedro Sánchez iba en el número 11, pero, aún así, se quedó fuera del Congreso porque los socialistas sólo lograron diez escaños por Madrid.

Sánchez tuvo que esperar un año más a que Cristina Narbona dejara la Cámara para volver al Palacio de la Carrera de San Jerónimo.

En julio pasado, en la misma noche en la que Sánchez ganó las primarias para ser el nuevo secretario general del PSOE, Gómez se apresuró a desvelar que su compañero de federación había sido su candidato favorito, frente a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias.

Los peor pensados no le creyeron entonces, y dudaron mucho de la imagen de ambos paseando del brazo en el congreso federal de finales de ese mes, como si fueran íntimos. ¿Enemigos íntimos?. Eva Santos

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