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Los vecinos del centro de Damasco, acostumbrados a vivir bajo los cohetes

Los vecinos del centro de Damasco, acostumbrados a vivir bajo los cohetes

EFE

Damasco —

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Los vecinos de los barrios damascenos de Al Qasaa y Bab Tuma, en el centro de la ciudad, aseguran que ya se han acostumbrado a la caída de proyectiles procedentes del vecino distrito de Yobar, donde continúan las hostilidades, pese a que cada rato el ruido de algún cohete sacude estas zonas.

Una normalidad aparente reina en las dos áreas, donde la mayoría de los comercios están abiertos, hasta que el sonido de algún proyectil próximo sirve de recordatorio de que hay enfrentamientos a unos pocos cientos de metros.

“Esta área se encuentra cerca de la zona caliente, Yobar y Guta Oriental, pero la gente vive con ello y se ha acostumbrado, no tiene problema; la gente sale y entra normalmente”, dijo a Efe el dentista Maher Hadad, un vecino que pasea cerca de la entrada de Bab Tuma, donde un puesto de control militar da la bienvenida a los visitantes.

Actualmente, Yobar y Ain Tarma, este último en Guta Oriental, son escenario de combates entre el ejército sirio y las facciones armadas que operan allí, a tan solo unos pasos del casco antiguo de Damasco.

Pese a que el ruido de los cohetes forma ya parte del paisaje cotidiano, Hadad reconoce que “por supuesto que hay miedo, a veces los cohetes caen en zonas residenciales, pero tras siete años de guerra la gente ha aprendido a vivir con ello”.

Los habitantes del barrio se esfuerzan por seguir con la rutina, que, de vez en cuando, se ve interrumpida por el sonido de los disparos.

En su pastelería, Hasan, de 58 años, atiende a una clienta habitual.

“Gracias a Dios estamos bien, la situación es un poco difícil, pero al final esta es nuestra patria”, apuntó el comerciante a Efe, que afirmó que no están atemorizados.

Aun así reconoció que ahora hay menos clientela porque hay menos residentes en el distrito. No obstante, “el trabajo no falta”.

Mientras Hasan habla, el ruido de un cohete hace temblar la cristalera de su establecimiento, pero allí nadie se inmuta: “No hay protección, cuando escuchamos un proyectil nos escondemos dentro de la tienda o de las casas”, señaló.

Atardece en el barrio y, mientras algunas tiendas echan el cierre, empieza a abrir algún que otro bar y restaurante.

En uno de esos locales, se encuentra Zaher, de 30 años, fumando a solas una pipa de agua.

“Tranquilidad” es la palabra que más nombra durante su conversación con Efe.

“Hay veces que la situación está mejor y caen menos cohetes, y otras que va a peor, pero vamos que si tengo que trabajar voy a trabajar, la vida sigue su curso”, subrayó este hombre, quien aseguró que no teme por sus hijos. “Al final, todos nos hemos acostumbrado”.

Tanto en Al Qasaa como en Bab Tuma apenas hay señales visibles del impacto de algún cohete reciente, pese a que no paran de oirse estallidos próximos.

Según sus vecinos, los habitantes se afanan en limpiar los restos de los proyectiles y arreglar los destrozos tan pronto como se produce algún incidente, en un intento de reanudar lo antes posible la rutina.

Sin embargo, en ocasiones, esta se ve trastocada cuando hay muertos y heridos.

Esta semana, al menos tres personas han muerto y decenas han resultado heridas por la caída de proyectiles en varios distritos de la capital.

Tan solo ayer al menos catorce personas sufrieron heridas, entre ellos dos menores, por el lanzamiento de cohetes por partes de grupos armados apostados en Guta Oriental contra Yaramana, Dahie al Asad, Al Shagur y Al Abasiyín, de acuerdo a la agencia de noticias oficial siria, SANA, que citó una fuente de la Jefatura de la Policía.

Pese a este último repunte de los ataques, Hadad indicó que ahora hay menos que hace dos años.

“Cada mes caen por lo menos una o dos veces proyectiles. Ayer hubo, pero antes por lo menos hacía veinte días que no lo hacía, y no siempre hay víctimas, a veces impactan en áreas vacías”, destacó.

Es la hora de salida del trabajo y hay un constante ir y venir de personas en las calles de Al Qasaa y Bab Tuma.

De repente, el ruido de un cohete, que ha debido de caer más cerca porque suena más fuerte, corta las conversaciones, dos chicas que iban caminando juntas se paran unos segundos impávidas y al momento prosiguen su trayecto.

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